Hace siete años Nissan se la jugaba con la puesta en escena de un nuevo concepto de crossover, en una peligrosa separación de los SUV tradiciones y aproximación a los turismos que convenció al mercado de tal forma que en este tiempo se ha convertido en uno de los mayores éxitos comerciales del difícil mercado del automóvil.
Se trata del modelo Qashqai, una idea que salía al mercado con muchas dudas internas que fueron deshaciéndose a medida que la demanda rompía los planes más optimistas de Nissan, que había previsto una producción de 100.000 unidades anuales y que pronto llegó a las 250.000.
Si hace siete años se la jugaba, hoy, Nissan le lanza el órdago a un poblado segmento crossover urbanos, 14 potenciales, aunque son algunos menos ajustándose a las motorizaciones, que ha seguido los pasos marcados por el primer Qashqai, que ahora llega en su segunda generación y con aspiraciones de mantener el éxito ante esta multitudinaria competencia.
La simple observación del nuevo Qashqai nos adelanta esa pasión volcada en un modelo con el que Nissan se la juega, y el contacto dinámico con el nuevo coche convence y descubre un alto nivel de ingeniería.
Las apariencias no engañan en este caso porque es apreciable desde los primeros instantes la calidad en el diseño, en los materiales utilizados, especialmente los interiores, y los acabados.
El salto cualitativo es notable en todos los sentidos, empezando por el diseño, que adquiere una nueva personalidad, la de la marca, que deja de lado la fealdad de la primera generación.
El nuevo Qashqai se mantiene compacto a pesar de haber aumentado sus proporciones. En longitud, esta segunda generación ha aumentado la cota en 47 milímetros y es ligeramente más bajo (15 milímetros) y más ancho (20 milímetros), que generan, junto con algunos detalles del diseño, como las dos nervaduras en el capó, una potente imagen.
El crecimiento ha llevado a una mejora del espacio interior y, a pesar de estos incrementos, con más equipamiento también, es menos pesado, del orden de 40 kilos respecto a su antecesor.
El diseño se caracteriza por la potencia de las curvas y la limpieza de líneas. En algunos colores de carrocería como el nuevo azul introducido en la gama, las formas destacan especialmente el nuevo músculo visual del coche.
En la parte frontal se percibe un cuidado trabajo aerodinámico para mejorar la eficiencia energética y al avance del coche, que ha dado como fruto un Cx de 0,32.
En el interior, dotado de un nuevo sistema de iluminación ambiental, se ha producido una gran transformación. Nissan ha mejorado, sobre todo, un puesto de conducción que ya era especialmente bueno en la primera generación del modelo. El conductor, ahora, dispone de un mejor equipamiento de conectividad y de control de los sistemas. Todo es muy accesible.
El nuevo Qashqai ha mejorado también en capacidad interior para los pasajeros, que ahora disponen una mayor separación de los respaldos delanteros, una mejora de la anchura y de la altura interior, aunque el coche haya bajado su línea de altura en relación al suelo. El maletero tiene una capacidad de 430 litros con los asientos traseros en su posición habitual, lo que supone un incremento de 20 litros en relación al modelo actual.
En el capítulo motriz, la versión protagonista de esta toma de contacto es la configurada con el nuevo motor 1.6 dCi de 130 caballos de potencia, que es, al menos por el momento, el tope de la gama diesel del nuevo Qashqai, asociado en este caso a la nueva transmisión Xtronic de variador continua y a la arquitectura de cuatro ruedas motrices.
El motor 1.6 dCi, producto de la Alianza Renault Nissan es ligero y compacto y ofrece un buen balance entre un rendimiento elevado y economía, además de una importante reducción de las emisiones de óxidos de nitrógeno y de CO2. Esta versión con Xtronic emite 119 gramos de CO2 por kilómetro y consume un promedio oficial de 4,6 kilómetros.
Especialmente interesante en el Qashqai de segunda generación es el catálogo de medidas de seguridad embarcadas, como el Escudo de Protección Inteligente, ya estrenado en algunos modelos de la marca, que incorpora, entre otros, el sistema anti-colisión frontal, el detector de fatiga, el identificador de señales de tráfico, la alerta de cambio de carril involuntario, el control del ángulo muerto, detector de movimiento y el asistente de luz de carrera.
Las sensaciones recibidas en la presentación de esta segunda generación del exitoso crossover de Nissan han dejado un buen sabor, a falta de una prueba dinámica más intensa, sobre un recorrido que muestre la naturaleza del coche. A priori, el Qashqai tiene todo lo necesario para convertirse en un nuevo éxito comercial, porque constituye una alternativa eficiente a las berlinas de tres cuerpos y hatchback tradicionales. Un coche para todo.