Restañar tanto las heridas físicas (grietas, muros, barreras) como las patrimoniales (suelos, plusvalías, aprovechamientos), generadas por una gestión ferroviaria, desde la acera municipal, negativa y contra el interés general de los ciudadanos hispalenses. La segunda aclaración del título es que se trata de hacerlo a corto plazo: antes, incluso, de que termine 2014. Ello es posible porque ya contamos con el diagnóstico y los fundamentos de la solución, recogidos en mi libro “Los Suelos Ferroviarios de Sevilla: Saqueo de la Ciudad”. Sólo falta la receta, la posología.
Esta invitación a ocupar la Tribuna de Viva Sevilla se la voy a dedicar al alcalde, para transmitirle algunas razones por las que, entiendo, debe abrazar y gestionar el proyecto concreto, sintetizado en el enunciado, que nos hará crecer juntos y, al mismo tiempo, virar la nave de la Ciudad a favor del fuerte viento que impulsa la ilusión y la justicia.
1. Nuestra relación con los caminos de hierro durante 160 años ha sido, sin soporte legal suficiente, muy costosa para Sevilla y muy favorable para las compañías concesionarias privadas, primero, y Renfe/Adif, después. La conclusión es que, como hemos demostrado, a fecha de hoy nuestra posición en el balance está en el haber. Un haber coincidente, más o menos, con la deuda actual del Ayuntamiento: 700 millones de euros. Evidentemente, no podemos pretender un desembolso de cash inmediato (por la parte del debe, esto es, Estado y Junta de Andalucía), ya sea por los tiempos que corren como porque existen otros instrumentos.
Pero sí, junto con los antecedentes recientemente conocidos, debe usted ser el primer alcalde que gire el sentido, la relación histórica dominante, con el ferrocarril y, de paso, recuperar la iniciativa y capacidad de convocatoria en este tema, como hiciera el pasado Sábado Santo, cuando consiguió reunir a los máximos responsables de Cercanías y al propio presidente de Renfe, entre otros, en Bellavista para relanzar un proyecto de apeadero, según se informó.
Así pues, siente, convoque alrededor de una mesa de negociación a los máximos responsables, estatales y autonómicos, del ferrocarril para producir un Acuerdo firmado (por las mismas partes que ratificaron los Convenios Urbanísticos, a partir de 1.987), que permita restañar, curar, las afrentas físicas y económicas largo tiempo infligidas a nuestra ciudad.
2. Esa propuesta debe ser la suya, además, porque sólo la puede hacer usted. No necesita dinero alguno para realizarla. La competencia es exclusivamente de la primera autoridad municipal. No requiere informe sectorial, ni autorización alguna convocar esa mesa, ni tampoco alcanzar un acuerdo. No olvide, a mayor causa, que con ese movimiento usted haría posible, por primera vez, que Sevilla sea lo más importante en la relación con el ferrocarril. Relación que se ha caracterizado por ser un saqueo, una burla, dominada por la especulación y por los cambiazos documentales que la convierte en presuntamente ilegal y, sin duda, muy dañina para esta ciudad.
3. Señor alcalde, quiero ayudar. Sobre todo, y si me lo permite, ayudar para que aumente la confianza de los ciudadanos en el Ayuntamiento y por que éste realice una gestión a favor del interés general, en defensa de lo público y de la calidad de vida de los sevillanos.
Imagínese, por ejemplo, eliminar en 3 ó 4 años, con una solución subterránea, el muro del tren que atraviesa y divide al populoso barrio de las 3.000 Viviendas; imagínese que se puede hacer sin costo, dado que se liberarían cientos de miles de metros cuadrados de suelo público, a poner en actividad económica y/o incremento de calidad ambiental para la zona. ¿Aun con ese escenario no se pondría, hoy mismo, manos a la obra?.
4. Cambiar las formas y maneras de gobernar, como dijo usted en 2.011, demanda no desaprovechar la excepcional situación política actual de su Gobierno (con mayoría absoluta en Sevilla y en España) para dejar firmado el acuerdo aludido. Sevilla no se lo perdonaría. Sabemos que hay más futuro después de mayo de 2.015, pero coincidiremos en que es más incierto en lo político y más endeble en lo institucional. No deje pasar este tren.