Es más que probable que todos y cada uno de nosotros haya experimentado un accidente en el hogar alguna vez. E independientemente de la gravedad de la incidencia, siempre se convierte en un auténtico vía crucis de papeleo, llamadas, visitas del perito, del reparador y un largo etcétera. Y es que, de media, los siniestros de hogar se prolongan unos 45 días y llegan a 50 en el caso de las averías de agua, que son las más complejas.
Pero, por si esto fuera poco, el fenómeno de los accidentes de hogar es mucho más frecuente de lo que creemos, ya que se produce en una de cada cinco viviendas. Ahora bien, ¿de qué magnitudes estamos hablando? Pues, para que nos hagamos una idea, si en Sevilla hay casi 340.000 viviendas, cada año se registran más de 65.000 siniestros, que se elevan a cerca de 900.000 en toda Andalucía –de un parque de viviendas de 4,4 millones– y a cinco millones de incidencias en toda España sobre un censo de 25 millones.
Sin embargo, todos estos datos, por muy abrumadores que sean, no tendrían la misma importancia sin considerar que en nuestro país hay dos inversiones que son las más importantes para cualquier familia: la vivienda y el coche. Y en España, donde el sentimiento de propiedad es mayor que en el resto de Europa, vivimos con especial preocupación los posibles daños que puedan sufrir estos bienes, especialmente de la casa.
De hecho, la preocupación de los inquilinos o dueños de los inmuebles por este tipo de siniestros suele ser más intensa que en otros ámbitos, como se refleja en un reciente estudio realizado por una conocida consultora, según el cual el 40% de los asegurados planea cambiar de seguro en los próximos meses.
Por tanto, no solo es importante resolver la incidencia, sino también que el afectado entienda todo el proceso, desde que se produce el accidente hasta que se finiquita. Y, para conseguirlo, se necesita la ayuda de los dispositivos electrónicos de mayor uso actualmente: los smartphones, de los que dependemos cada vez más. De hecho, España es uno de los países con una mayor penetración (55,4% de la población), alcanzando la cota más elevada de Europa meridional.
Entonces, la pregunta es evidente: ¿por qué no aprovechar el uso masivo de los teléfonos inteligentes para reducir la angustia que provoca un siniestro de hogar?
No cabe duda de que la pregunta se las trae, ya que si la gestión de un accidente en la vivienda se pudiera llevar a cabo desde el smartphone del profesional (en este caso, el perito que viniese a nuestra casa a evaluar los daños), supondría romper con muchos esquemas y rutinas que todavía imperan.
Sin ir más lejos, supondría saber a cuánto asciende nuestra indemnización desde el primer momento, algo que en la actualidad no se conoce hasta pasados unos días, con las falsas expectativas de cobro que eso genera y la posterior frustración del inquilino o dueño del inmueble. Y, al ser más transparente todo el proceso, se reducirían las quejas por accidentes de hogar, que a día de hoy son las más numerosas, representando el 35% de todas las que registran las compañías de seguros.
Por tanto, la introducción de los smartphones puede marcar un antes y un después en la forma en la que los ciudadanos se enfrenten a los siniestros de hogar, al mismo tiempo que servirá para minimizar su impacto económico y social, que actualmente supone un coste superior a los 2.000 millones de euros anuales y afecta a millones de personas.
Y este paso supondría uno más en la importancia que los teléfonos inteligentes están ganando en nuestro día a día. Es cierto que en el caso concreto de los siniestros de hogar primero serán los profesionales quienes experimentarán las ventajas de esta tecnología, pero los avances cada vez son más rápidos y no nos debería extrañar que a corto o medio plazo pudiéramos resolver cualquier desperfecto del hogar desde nuestro móvil. Le podemos llamar futuro, pero no lo es. Esto ya es el presente.
