El Presidente Rodríguez Zapatero ha realizado una remodelación de su gabinete ministerial significativa...
El Presidente Rodríguez Zapatero ha realizado una remodelación de su gabinete ministerial significativa. Lo ha sido en un doble sentido: por precoz, ya que se trata de un gobierno que cuenta sólo con un año de vigencia, y también por profunda, porque hasta cinco ministros, algunos de gran calado, han sido removidos de sus cargos. A ellos se añade el cese anticipado del cuando menos pintoresco ministro de Justicia. Lo primero que a cualquier observador imparcial se le ocurre ante estos hechos es que se trata de una paladina admisión de fracaso por parte del propio presidente. Las cosas no funcionan, y la situación económico-social empeora con celeridad. Lo cual no ha sido óbice para afirmar que todo iba en muy buena dirección, aunque desde ahora habrá mayor ritmo (?) en las medidas de gobierno. La pura verdad es que si las directrices no se modifican, y todo parece indicar que no hay espíritu de cambio en el equipo entrante, tendremos problemas para rato y habrá que preguntar a nuestros dirigentes, como el burlador de Sevilla, ¿tan largo me lo fiáis?.
Uno de los aspectos más curiosos del plantel ministerial de recambio es su denominador prácticamente común de adicción a la política del jefe. Uno, en su modesto entender, pensaba que para luchar contra la "profundísima crisis" (según propia confesión de Zapatero) se precisaban técnicos: tecnocracia y no partitocracia. El mismo Franco, cuando la economía de este país hacía aguas a mediados del pasado siglo, recurrió a un equipo de tecnócratas encabezados por López Rodó para llevar a cabo un plan de estabilización que dio sus frutos. Pero la remodelación no sólo ha sido un movimiento sísmico de cierta intensidad a escala nacional, sino también a nivel autonómico y local. Manuel Chaves ha pasado a ser Vicepresidente de Política Territorial y ha arrastrado consigo a su alter ego, Gaspar Zarrías, como Secretario de Estado. En el ocaso de su largo mandato andaluz, es solución aceptable para D. Manuel, si no fuera porque la tarea de armonizar las pretensiones de las autonomías no es fácil.
Jaén es socialista (no pocos dirán que "a mucha honra") por los cuatro costados: nacional, autonómico, provincial y municipal. Contaba en el gobierno andaluz con un importante valedor, Zarrías, cuya influencia fue decisiva (junto a las torpezas de los populares) para conquistar la alcaldía de nuestra ciudad. Pese a todos los planes "activos", la provincia de Jaén sigue figurando en los puestos de cola en todos los aspectos del desarrollo: económico, social y cultural. Me pregunto quién va a tomar las riendas en su lugar y cuál será el futuro de una tierra en la que hasta la rentabilidad de su patrimonio principal, el cultivo del olivo, se tambalea. Los jienenses merecen una oportunidad de auténtico progreso.