Es otro de los referentes femeninos por el que tenemos que hacer buen uso de nuestros deberes civiles y políticos, siendo personas activas en la defensa de los valores
Guatemala. Zona 1 novena avenida. 19 de diciembre de 1980. La poetisa, Alaíde Foppa, desaparecería por una decisión represiva del servicio secreto de dicho país, dirigida presumiblemente por el militar y Ministro de Defensa, Fernando Romeo Lucas. Su posicionamiento ideológico, su intelectualidad polifacética y su activismo por la visibilización y empoderamiento de las mujeres forman parte de su legado individual, familiar, feminista, social y literario…Una trayectoria vital repleta de logros profesionales y reivindicaciones. Pero también salpicada por el dramatismo de los exilios: (“Mi vida es un exilio sin retorno. No tuvo casa mi errante infancia perdida…”); de las pérdidas afectivas: (“El amor no es puerto seguro”) y personales: (“Con los ojos de la despedida os vi aquel día, cosas de nuestra día”); de un contexto cruel que sería como ese “aire denso y quieto que ni siquiera mueve la hoja leve….” que la tendría en el punto de mira con el objetivo de acallarla, borrarla y anularla, y que la conduciría a escribir: “Ya no hay tierra prometida para la esperanza”. Imagino con la inocencia ingenua de quien se asoma a sus poemas que quizás su último periodo se visualiza nítidamente en su poema “Oración”, donde en un gesto espiritual, en una plegaria a la deidad, demanda un “silencio profundo y un “denso velo para la mirada”, un ostracismo y aislamiento para transformarse en una “isla oscura” en una realidad sellada, que la llevaría a ser un “mundo cerrado”. Ese no-ser para poder ser, llegaría con su herencia poética y feminista, que la convertiría en ese “río sonoro y transparente, donde fluirá libremente el canto encarcelado”. Foppa, es el recuerdo y la experiencia presente de quienes se encuentran luchando por los derechos humanos fundamentales. Es la poetisa de la liberación, la mujer que reclama el espacio público y la consideración como ciudadana, es la madre que puede hablarnos del dolor extremo del duelo, es la profesora que va más allá de la transmisión de conocimientos académicos, el ser humano que con su vivencia nos muestra la aberración de las dictaduras y los estados pseudo democráticos y/o totalitarios. Es otro de los referentes femeninos por el que tenemos que hacer buen uso de nuestros deberes civiles y políticos, siendo personas activas en la defensa de los valores y la eliminación de cualquier manifestación, acto u omisión relacionada con la denigración o riesgo de la integridad física, psicológica y social (amenazas, tortura, privación de libertad, persecución, pena de muerte…).El régimen opresivo la pretendió amordazar, intentando no dejar rastro de su cuerpo. Pero no pudieron silenciar la voz permanente de sus poemas, de su pensamiento polémico e incómodo por reaccionario, de sus aportaciones en la siembra de una sociedad igualitaria y democrática. Ojalá, esté donde esté, sin estar-estando, se hagan realidad sus versos y se halle “nueva como la hierba fresca, ligera, si el peso de los días muertos para libre ir por caminos ignorados hacia un cielo abierto”.