Comparto la opinión de Bernard Shaw sobre las estadísticas, eso que demuestra que si mi vecino tiene dos coches y yo ninguno, ambos tenemos dos. Es decir, no me inspiran el más mínimo respeto. En un país en el que sacar pecho y amagar es una virtud, que una estadística diga que un producto de marketing 2.0 como es un seudo partido como Podemos va a desbancar en las próximas elecciones, lo único que me demuestra es el nivel de cabreo que tiene el personal. Cabreo más que justificado por una ola de lodo de corrupción que anda manchándolo todo. Las portadas de los periódicos están divididas en pequeñas esquelas que rememoran la muerte de la confianza del pueblo en las instituciones. Y eso es lo realmente grave. La pérdida de confianza. Pero como decía Juvenal, confiar en todos es insensato; pero no confiar en nadie es neurótica torpeza.
Abogo por el sentido común. Por separar la paja del trigo, y niego la máxima de que todos los políticos son unos corruptos. En un cesto de manzanas una sola que esté podrida puede pudrir al resto, pero la solución no es tirar el cesto completo. La solución es tirar la podrida, revisar las demás y limpiar el cesto para evitar que vuelva a ocurrir.
Por eso, discúlpenme si no me creo que un país entero ha decidido jugar a los superhéroes creyendo que una política de gestos populistas sin fundamento real va a hacer tambalear el trabajo de muchos, insisto, muchos políticos que durante casi cuarenta años están cimentando nuestra joven democracia. Desde el anónimo concejal de un pueblo que con una innegable vocación de servicio, lucha para que una biblioteca siga abierta, hasta el parlamentario europeo que se hace oír para que la suela de la bota alemana no nos aplaste.
Yo digo muchas tonterías cuando estoy enfadada, muchas. Soy una mujer de carácter y excesivamente expresiva. Pero les aseguro que cuando voy a tomar una decisión el sentido común me calma las mareas.
España es igual. Ahora mismo está enfadada, ofendida, triste y resentida. Se siente herida en su amor propio y desde todas las instituciones... Y eso da mucho miedo. Pero España es una patria sabia, valiente, y sabe muy bien que todas las manzanas no están podridas. Y que las instituciones son honestas, aunque algunos integrantes no lo sean. Solo es cuestión de amputar el miembro gangrenado.