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El jardín de Bomarzo

Grupos e himnos

Intercambiar cromos para, a cualquier precio, pactar, echar, ponerse o mantenerse, resulta viejo, rancio y no obedece a la voluntad ciudadana que ha votado cambio.

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“Una mujer innombrable huye como una gaviota y yo rápido seco mis botas, blasfemo una nota y apago el reloj. Que me tenga cuidado el amor, que le puedo cantar su canción…”. Óleo de una mujer con sombrero, de Silvio Rodríguez.

No me gustan los grupos. Desde siempre, huí de ellos. Nunca formé parte de los scouts, quizás porque lo del pantalón corto y el pañuelo no era para una percha como la mía –jé-, jamás se me pasó por la mente apuntarme a una Hermandad, quizás también porque el asunto de Dios me es confuso, mucho menos ser partícipe de plataforma, agrupación ciudadana o partido político, tan solo una vez fui socio por una temporada del equipo de fútbol de mi ciudad y al segundo partido, visto lo que había que ver, decidí no volver; no participé en los actos del veinticinco aniversario de ex alumnos del colegio porque para qué, tampoco acudo a las reuniones de vecinos porque no me gustan los vecinos, a ningún tipo de asamblea para discutir nada y, menos, doy mi nombre a colectivo alguno en defensa de nada porque siempre me asaltan dudas. No estoy loco, me hicieron pruebas. De hecho, y a pesar de ello, siento profundo respeto por los grupos, tanto o más que quienes pertenecen a alguno y disputan dentro por medrar, y disputan fuera por imponer y, por lo general, terminan perdiéndole el respeto a todo y todos. Hay, incluso, quienes pitan himnos y lo llaman libertad de expresión. Se puede ser monárquico o no, pero ver al Rey hablar perfecto en francés ante la Asamblea Nacional es nuevo, limpio y moderno, renovado y bueno; se puede ser demócrata o no, pero intercambiar cromos en mercadillos políticos para, a cualquier precio, pactar, echar, ponerse o mantenerse sin previo aviso, ocultando intenciones, resulta viejo, rancio y no obedece a esa voluntad ciudadana que ha votado cambio.

La partida. Susana Díaz, pese a que tendría una posición mucho mejor personal y política de no haber anticipado elecciones y de eso debe darse cuenta ahora, es de lejos quien mejor lo está entendiendo. Parece como si invitara al PP a que le ruegue negociar para intercambiar lo que, de hecho, no quiere a cambio de lo que sí: no tiene interés especial en Jerez o Marbella, dos plazas conflictivas, financieramente caóticas y sendos problemas donde, además, necesitaría tripartitos incómodos o minorías clamorosas para gobernar la nada, cedería Córdoba porque, también, la diferencia con la lista más votada es grande y, al final, ha de buscar una solución al atolladero en el que se ha convertido Cádiz, que es un lío con amenazas diarias. Porque el PSOE con Cádiz no sabe qué hacer, quisiera derrocar a Teófila pero no quiere, en ningún caso, gobernar con Podemos, e investir a Kichi e irse luego a la oposición para votar junto al PP contra Kichi es, como poco, difícilmente explicable. Teo, que de todo esto también sabe lo suyo, no va a ceder su cabeza al menos hasta después de la inauguración del puente por mucho que algunos insinúen su marcha en favor de Bruno García. Además, Sevilla, porque Díaz entiende que el resultado allí es de empate técnico. A cambio, la abstención en su próxima investidura. El PP afirma bajito que no está dispuesto con lo de Sevilla, pero dentro la sospecha es que nadie va a dar la batalla por Zoido. A Sevilla la dan por perdida. Con este acuerdo el PSOE ganaría porque cede lo que no quiere, concede poco, se inviste en la Junta, recupera varias diputaciones, Sevilla y Huelva y, después, delimitado el poder de los minoritarios se puede sentar con ellos para, llegado el caso, pactar otras cosas. Puede llegar a acuerdos con el PP, que está solo, asustado y arrinconado, pactar gobiernos con IU, como hará en Huelva, con Podemos, con quienes cuenta al menos para investiduras porque estos chicos prefieren susto a muerte, o con Ciudadanos, que de momento está al margen para no tiznarle el rostro a Rivera en su proyecto nacional. ¿El PP? Siente pánico, indefenso, aislado, se parece a un grupo de corderitos que en el matadero observa al carnicero afilar la cuchilla y se pregunta, inocente y dócil, sobre las intenciones reales del obeso sujeto. Pues, básicamente, trocear.

Provincia. La intención inicial del PSOE en Diputación es contar con IU y PA como socios, con ello lograría acercar pactos de con ambas formaciones en la provincia de Cádiz y, además, obtendría la mayoría sobrada en la casa rosa sin ser prisionero de un solo socio, además de fijar la foto de la oposición en PP y Podemos. Pero lo de IU está resultando difícil, de hecho algunos pactos en municipios dificultan el acuerdo en Diputación y, se dice, la formación asamblearia es incontrolable. Con el PA se pondrán de acuerdo en San Fernando y en alguna Mancomunidad, como la del Campo de Gibraltar, mientras que es difícil que se entiendan en Puerto Real, Barbate, Los Barrios y Tarifa, donde el único concejal andalucista tampoco le dará la mayoría al PP.

¿Jerez? Es uno de los focos. Al margen de las negociaciones que se mantienen arriba, abajo la intensidad crece. García, Menacho y Sánchez suspendieron la reunión de hace unos días con Ganemos ante la petición de estos de grabarla en vídeo y, eso, como que no. Pero el caso es que el PSOE no ve gobernar con siete concejales, lo de IU tampoco está claro y no quiere caer en la trampa de dejarse investir por quien después no quiere pactar. Ganemos prefiere susto a muerte en la idea de, más tarde, matar al susto, en este caso votando desde la oposición junto al PP –de locos…-. El caso es que el PSOE no quiere vivir por Jerez tan asustado, por no decir a quién acudirá Mamen Sánchez cuando a partir de agosto tenga dificultades para pagar la nómina. ¿A Montoro? ¿A la Junta? ¿A Diputación? Está, además, la pelea orgánica del sector de Sánchez contra el de Alconchel; la primera quiere gobernar para, desde la alcaldía, imponerse, y eso es lo que teme la segunda, que empuja para lo contrario.

Está lo de El Puerto. Candón parece estar haciendo lo posible para poner de acuerdo a la oposición contra el PP y, de hecho, lo puede conseguir. Convoca pleno estando en funciones con el único punto de aprobar una tasa, “de incremento del patrimonio urbano natural”, mediante la cual graba la construcción en la localidad con 400 euros por cada cincuenta metros cuadrados de edificabilidad, que es el coste que, caprichosamente, calcula por árbol plantado cuando Fustegueras lo situó en la redacción del PGOU en 10 euros. La tasa la percibe el ayuntamiento para, después, pagarle a Urbaser, que es quien planta al tener la adjudicación de parques y jardines. Oposición, socio de gobierno, que es el PA, y la concejala de Urbanismo del PP, Leocadia Benavente, tumbaron la iniciativa rompiendo la disciplina de voto al entender que es una barbaridad por cuanto la construcción se encarecería muchísimo. Hay otras maneras de hacerlo, todas mejores.

Himnos. De joven, haciendo memoria, pertenecí a un grupo. Uno de risa floja en corrillo que bajo la nebulosa del humo de cáñamo se ponía solemne ante himnos cantados por dioses a los que nadie pitaba. Báez, Víctor Jara, Dylan, Mercedes Sosa, Paco Ibáñez, Silvio y Pablo, Serrat, Carlos Cano… -oí a Milanés su Yo pisaré las calles… en la caseta del Club Nazaret en el Hontoria-. Algunos murieron defendiendo su canto, otros deambularon dignos hasta el final, hubo quien hizo caja para terminar, sospecho, siendo de derechas. Todo es respetable, hasta cambiar de opinión. Me gustaban aquellas canciones, más quizás la rebeldía de humear a escondidas, pero lo que más, reconozco, aquellas muchachas jóvenes y sueltas con ansias de merendarse un mundo revuelto. Como el de ahora, pero este sin himnos. Bien pensando, quizás sí pertenezca a un grupo y sea el mayor de todos, el de los hombres que aman a las mujeres.

Bomarzo

bomarzo@publicacionesdelsur.net

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