El aterrizaje de paracaidistas de prestigio en las listas de los partidos emergentes, Podemos y Ciudadanos, me cuesta mucho más trabajo aceptarlo.
A propósito de la incorporación de Irene Lozano en las listas del PSOE de Madrid al Congreso de los Diputados, defendí, contra viento y marea, la llegada de independientes a los partidos, sobre todo a las formaciones tradicionales, que necesitan de sangre e ideas nuevas para superar una endogamia pertinaz que les ha llevado a vivir de espaldas a la sociedad. Hoy sigo pensando que los fichajes de Irene, de Zaida Cantero y, sobre todo, de Ángel Gabilondo son un serio intento del secretario genera del PSOE y candidato a la Presidencia del Gobierno, Pedro Sánchez, por combatirla y por trasladar a la sociedad en general el mensaje de que el principal partido de centro-izquierda de España no solo pertenece a sus militantes. El PP también ha hecho alguna intentona en esta misma dirección, sobre todo en las pasadas elecciones municipales. De cara a las próximas legislativas, no ha seguido la misma estela. Si acaso, la contraria: se ha deshecho de una independiente incómoda, como es la ex atleta Marta Domínguez, antes de que el TAS la empurara tres años por doping. Pelillos a la mar con los cuatro años en los que encontró refugio en la bancada popular del Senado.
Sin embargo, el aterrizaje de paracaidistas de prestigio en las listas de los partidos emergentes, Podemos y Ciudadanos, me cuesta mucho más trabajo aceptarlo. Es verdad que incorporaciones como la del ex jefe del Estado Mayor de la Defensa, José Julio Rodríguez, en las listas de Podemos, o del portavoz de los inspectores de Hacienda, Francisco de la Torre, en las de Ciudadanos, no son malas, sino todo lo contrario.
Pero me chirría que partidos que han hecho de las primarias y de la democracia interna su bandera estén practicando el mismo dedismoque reprochan al PSOE y al PP. No acabo de entender que Podemos, que generó una corriente de simpatías y de adhesiones por sus procesos democráticos internos cuasi asamblearios, esté renunciando a ese caudal de nuevas y frescas incorporaciones ciudadanas a la política para volver al viejo centralismo democrático de toda la vida de Dios con los fichajes de relumbrón. No sé si esta senda le traerá buenos réditos electorales, pero sí estoy convencido de que se ha dejado en la gatera mucho de su glamour de la coleta. Por su parte, Ciudadanos no ha llegado tan lejos, pero con el dedazo que ha ejercido para meter de número 6 por Madrid a Fernando Maura, ex de UPyD, ha convertido su línea roja de las primarias en cuarto y mitad.