El mes de mayo nos ha traído una reducción en las listas de desempleados de 25.000 personas.
El mes de mayo nos ha traído una reducción en las listas de desempleados de 25.000 personas. Además la afiliación a la Seguridad Social ha subido en casi 70.000 nuevos cotizantes, rompiendo otra negra tendencia que comenzó en agosto del año pasado. Después de 14 meses de destrucción brutal de puestos de trabajo la noticia sólo puede recibirse con alivio, y con mucha cautela. En el último año el paro ha crecido un 54%, y los datos de este último mes apenas suponen un recorte del 0,7%, con lo que necesitaríamos más de seis años de meses como éste para recuperar las tasas registradas antes de la crisis.
Nadie en su sano juicio podría aventurar que estamos saliendo del pozo, pero en las circunstancias que vive el mundo no sumergirse más en sus turbias aguas supone una señal alentadora. Quienes veían ya brotes verdes en la economía, apenas tienen un brotecito que echarse a la vista, pero quienes profetizaban que los cuatro millones de parados estaban al alcance de la mano, o que los cinco eran un horizonte razonable, deberían también mitigar sus torcidos entusiasmos.
La secretaria general de Empleo, Maravillas Rojos, después de reconocer que el descenso del paro en mayo es “una buena noticia”, se ha mostrado prudentísima y ha dicho que “este dato no se puede interpretar como la superación de la difícil coyuntura que estamos atravesando”. Cristóbal Montoro, portavoz de Economía del PP, afirma que éste sólo es un dato coyuntural fruto del efecto verano, que después de la temporada estival volveremos a donde estábamos. Sólo le falta explicar a Montoro por qué el año pasado, con el mismo efecto verano, se destruyeron 15.000 puestos de trabajo y por qué este año, con el efecto verano, comunidades como Madrid, Valencia o Canarias, en las que gobierna el PP solo o en coalición, se ha destruido empleo.