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Sábado 23/11/2024
 
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Setenta y cinco años de la Basílica de Santa María de la Esperanza Macarena

El próximo día trece de abril se cumplen setenta y cinco años de la colocación de la primera piedra del Templo de Santa María de la Esperanza Macarena, elevada a la dignidad de Basílica Menor en el año 1966.

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  • Bendición primera piedra -

Los hechos están perfectamente documentados en los Anales de la Hermandad elaborados por D. Guillermo Orellana Delgado, documento de consulta imprescindible para los historiadores que han trabajado en las última década sobre la misma.


Treinta años antes, José Cascales había manifestado la ilusión por la edificación de un templo propio para la Virgen de la Esperanza, idea entonces utópica debido a la relación de la Hermandad y su imagen titular con el barrio y la parroquia de San Gil. A finales de los años veinte y principios de los treinta nadie hubiese imaginado a la Virgen de la Esperanza en otra sede distinta, y más teniendo en cuenta que estaba establecida en capilla propia que ostentaba la categoría de Basílica Menor como agregada a la de San Juan de Letrán. En aquellos años de esplendor macareno, bajo la dirección de Juan Manuel Rodríguez Ojeda y sus sucesores, nadie imaginaba tampoco que muy poco después, en 1932, habría que ocultar de modo urgente a la Virgen de la Esperanza en casa de Victoria SÁNCHEZ, ante el riesgo de una posible agresión; y mucho menos que la iglesia de San Gil iba a ser asaltada, expoliada y quemada, en el año 1936, y con ello que la Virgen de la Esperanza estaría de nuevo en serio peligro pese a la entrega sin límites de su barrio y devotos.


 La historia es de sobra conocida, la iglesia de San Gil quedó deteriorada y la Hermandad de la Macarena tuvo que trasladarse a la iglesia de la Anunciación. Fue entonces cuando una devota y vecina, Dª Teresa DÍAZ GARCÍA, donó a la Hermandad dos casas de su propiedad en la calle Bécquer número uno y uno bis, con objeto de hacer realidad el viejo sueño de José Cascales, el adelantado, como lo denominó D. Santiago Álvarez Ortega. La Hermandad ya poseía otra casa en la calle Escoberos número diez, sólo faltaba la adquisición inmediata de las casas números ciento nueve, ciento diez, ciento once y ciento quince de la calle San Luis. La compra de esas casas fue posible gracias a la suscripción  pública iniciada y patrocinada por el D. Gonzalo Queipo de Llano, con lo que se completó un inmueble con un área de mil metros. Doña Teresa Díaz iniciaba así un viejo sueño y, con su generosa donación, representaba a todo un barrio, entregado durante  casi cuatro siglos a una devoción arraigada y sentida como propia. El nuevo Templo de Santa María de la Esperanza sería la sede de la Virgen y la casa de todos los macarenos.


La primera noticia sobre la edificación del Templo dedicado a Santa María de la Esperanza apareció en El Correo de Andalucía el Domingo de Resurrección día trece de abril del año 1941, se trataba de una convocatoria dirigida a todos los hermanos para que acompañasen a la Virgen en su traslado desde la iglesia de la Anunciación hasta el inmueble descrito para el acto de bendición del mismo. Dicho comunicado estaba firmado por D. Manuel Justo Labrado, Secretario de la Hermandad.


El traslado se efectuó ante la aclamación popular, y la Virgen de la Esperanza  recorrió en procesión las calles del barrio de la Macarena, circunstancia que no se había dado en la recién concluida Semana Santa, debido a la lluvia. La procesión salió de la calle Laraña a las once de la mañana y llegó al Arco de la Macarena a las cuatro de la tarde. Los balcones de las calles del barrio estaban engalanados con mantones de Manila, tapices, colchas y banderas; y éstas repletas de público. La finca estaba engalanada con una lona con rayas verticales rojas y blancas, procedentes de la caseta del Excelentísimo Ayuntamiento de Sevilla en la Feria de Abril, en la que lucía un tapiz con la representación de Santa Justa y Rufina y otros dos menores flanqueándolo.


La ceremonia presidida por el Eminentísimo y Reverendísimo Cardenal Arzobispo de Sevilla D. Pedro SEGURA Y SÁEZ, con la presencia de D. Francisco Bohórquez Vecina, Hermano Mayor; D. José María Muñiz Orellana, Mayordomo; y el arquitecto Aurelio Gómez Millán, tuvo una gran emotividad y solemnidad con el acompañamiento de las autoridades civiles, con el Gobernador Civil y el Alcalde al frente; y las autoridades religiosas, y todas las hermandades y cofradías de penitencia y de gloria de la ciudad. El Acta de colocación de la primera piedra, introducida dentro de ésta, la firmaron el Cardenal Segura y Sáinz; el Capitán General, D. Fidel Dávila; el Gobernador Civil, D. José A. Elola; el Presidente de la Diputación, D. Enrique Balbontín, el Rector de la Universidad de Sevilla, D. Mariano Mota Salado; y la Junta de Gobierno de la Hermandad.


 El paso de la Virgen de la Esperanza se colocó delante, sobre un estrado, presidiendo el acto. El Cardenal fue asistido por el arcediano D. José Holgado Yusta y los canónicos de la catedral Bernal Zurita y Alert, y la bendición de la primera piedra fue acompañada por la interpretación del Estella Matutina, a cargo de una capilla, seguido por la Salve y el Ave María de José María Usandizaga, interpretadas por el Coro Easo de San Sebastián.


 La procesión de vuelta se inició nada más concluir el acto, siendo acompañada la Santísima Virgen de la Esperanza por la banda de música, tambores y trompetas del Regimiento Mixto de Ingenieros nº 2. El paso, portado por la cuadrilla de costaleros de El Francés,  entró en la iglesia de la Anunciación pasadas las doce y media de la noche, ante una gran multitud.


 El Viernes Santo del año 1942, la Hermandad salió de la iglesia de la Anunciación y, tras su estación de penitencia, se recogió en la de San Gil, en la que quedó establecida de nuevo hasta  la bendición del nuevo templo por el Cardenal D. Pedro Segura y Sáinz, bajo la advocación de Santa María de la Esperanza, el día dieciocho de marzo del año 1949. Al día siguiente fueron trasladadas las imágenes desde la iglesia de San Gil y, desde entonces, el templo quedó abierto a los vecinos de su barrio, los hermanos y devotos de la ciudad y todo el Mundo para rendir culto a Dios y venerar a la santísima Virgen de la Esperanza.

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