De cómo disfrutar de la alta cocina en casas particulares y como en cenas con amigos
Sabéis que de vez en cuando intentamos viajar por los diferentes mundos gastronómicos para conocer nuevas tendencias, corrientes alternativas y demás movimientos modernos alejados de los establecimientos convencionales. Bloggeando y visitando diferentes páginas gastronómicas, me encontré con una nueva tendencia que causa furor en grandes ciudades europeas. Se trata de los restaurantes secretos o restaurantes clandestinos. La fórmula es sencilla. Un profesional, o no, simplemente una persona con grandes habilidades culinarias, monta en su propia casa un pequeño restaurante, ofreciendo un menú cerrado para unos pocos comensales. Son como cenas privadas previamente concertadas, donde algunas parejas, o grupos de amigos, pueden disfrutar de una magnífica cena a precios muy ventajosos, sin la rigidez de un restaurante al uso, simplemente como si fuera una cena en casa de un amigo. Y aunque parezca una idea que es nueva, en realidad existe desde hace algún tiempo. Su origen surge cuando en los años 70 algunos países intentaron fomentar la inmersión cultural de los visitantes de diferentes maneras. Los intercambios de estudiantes o de viviendas eran las más populares, pero hubo otras. Entre ellas surgió la idea de que los visitantes pudiesen reservar en las mismas oficinas de turismo oficiales cenas en auténticas casas con familias del país en cuestión. Con ello se intentaba que los turistas conviviesen con los nativos y conociesen la vida real del país más allá de circuitos turísticos y tiendas de souvenir. Y a partir de aquí se desarrolla la idea. Son iniciativas digamos que para-legales o clandestinas, ya que no pagan impuestos ni tienen licencias, pero claro, ya me dirán cómo se les mete mano. En uno de estos blogs gastronómicos encuentro el anuncio de uno de ellos: El Shy chef, que es un sueco afincado en Berlín que ofrece un menú de alta cocina de cinco platos con varios vinos de calidad, café, surtido de postres, copa y demás por la nada despreciable cifra de 50 euros. Es para pensárselo al menos, ¿no? Yo que nunca he gozado de iniciativa empresarial, me viene a la mente la cantidad de cenas que he preparado en mi casa para los amigos los fines de semana, con la única intención de disfrutar de su presencia y ellos a su vez de mi cocina. Y me pregunto, ¿cómo es que a mi no se me ha ocurrido antes? A lo mejor no tendría tantos amigos, pero si más dinero. La semana que viene más…
La receta de la semana
Para hoy os propongo preparar un exquisito Arroz con bogavantes. Últimamente los bogavantes no están muy caros. Usad uno de unos 300 grs para cada dos personas. Lo primero es preparar un buen fumet o caldo de gambas, utilizando gambas arroceras. Le añadimos un trozo de cebolla, un tomate, unos ajos y una o dos ñoras fritas antes. Trituramos y colamos, obteniendo un buen caldo espesito y sabroso. Separamos la cabeza del tronco del bogavante. La cabeza la cortamos con ayuda de un buen cuchillo por la mitad a lo largo, y la cola a rodajas, metiendo el cuchillo por las uniones del caparazón; las pinzas las golpeamos con un mazo y quitamos la cáscara. En una cazuela, de barro rehogamos la cabeza en aceite de oliva virgen. La sacamos. En el mismo aceite elaboramos un sofrito de cebolla y pimiento rojo, muy picado. Añadimos tomate pelado triturado y sofreímos con unas hebras de azafrán y una cucharadita de pimentón dulce. Un chorrito de brandy, flambeamos y reducimos. Echamos dos puñados de arroz bomba por persona y sofreímos otro poco la cabeza del bogavante, las pinzas y la cola. Rectificamos de sal con cuidado, mojamos con el fumet y cocemos 10 minutos a fuego vivo y luego 5 a fuego suave. Dejamos reposar el arroz. Debe quedar meloso, para ello añadir más de dos partes de caldo que de arroz.