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Miércoles 13/11/2024
 
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Andalucía

El PP da el vuelco en Andalucía y corta las alas a Díaz

La presidenta suma su primera derrota y empaña su currículum para aspirar a la Secretaría General. Moreno Bonilla estrena victoria al quinto intento

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  • Susana Díaz -

El 26J reservaba a Andalucía un escenario postelectoral que el carrusel de encuestas de las últimas semanas no fue capaz de augurar, o al menos no con tanta contundencia. El “vamos a ganar bien” que deslizó con optimismo el jueves Susana Díaz una jornada antes de echar el telón a la campaña se esfumó anoche cuando el escrutinio de las urnas atravesó la franja del 50% y confirmó, a partir de ese momento, que se estaba fraguando un vuelco electoral de calado respecto al 20D. Le daba la razón al líder del PP-A, Juan Manuel Moreno Bonilla, que sólo un día antes había aventurado que tenía “el pálpito” de que a la quinta iría la vencida.

Con 1,4 millones de votos y 23 escaños, el Partido Popular recuperó anoche Andalucía, el feudo histórico del socialismo, reeditando aquella victoria de 2011 que llevó en voladas a Rajoy hacia La Moncloa por mayoría absoluta. El primer logro de Juan Manuel Moreno Bonilla en un cuerpo a cuerpo directo con Susana Díaz se traduce en un triunfo contundente sobre su gran rival por tres diputados de diferencia (23-20), cuando hace apenas seis meses tuvo que ceder a la evidencia y ceder por uno (22-21).

En la otra orilla, decepción. El PSOE puso a funcionar toda su engrasada maquinaria para revalidar victoria en Andalucía, la comunidad que apuntaló buena parte de la cosecha de Pedro Sánchez el 20D con 22 de 90 escaños, pero ayer las urnas le reservaban un premio más amargo. Los socialistas no sólo dejan de ser la fuerza más votada en Andalucía, sino que pierden dos escaños respecto a la anterior cita electoral y cinco frente a 2011. También se dejan por el camino el listón de los 1,4 millones de votos que había mantenido como suelo mínimo en las últimas citas en las urnas.

El sorpasso no le venía al PSOE por la izquierda en Andalucía, sino por la derecha. La victoria del PP tiene además un efecto dominó en las filas socialistas. Hasta ayer Susana Díaz desconocía lo que era el sabor agridulce de la derrota desde que tomó las riendas de la mayor federación territorial del socialismo, pero además necesitaba una victoria lo más ancha posible para lucirla en Ferraz si finalmente Pedro Sánchez se hundía y decidía dar el salto hasta tres veces aplazado. El líder ha perdido más fuelle, pero ha resistido. Y Díaz ahora no tiene gran triunfo que enarbolar.

Mala cosecha también para el otro gran actor en juego, la confluencia de izquierdas que fraguaron Podemos e Izquierda Unida para intentar pasar por ese flanco al PSOE. Al fracaso nacional del sorpasso se sumó anoche también el de Andalucía, mucho más previsible porque la región se ha resistido siempre a abrazar la opción de Pablo Iglesias desde que irrumpió el fin del bipartidismo. Nadie auguraba que la coalición Unidos Podemos pudiera disputarle la victoria a  PP y PSOE, ni siquiera auparse al segundo escalón, pero el órdago arroja resultados muy cuestionables. Cierto que Podemos logra un escaño más que el 20D en Andalucía (11 frente a los 10 de entonces) pero el experimento no pasa la prueba de los datos objetivos: frente al millón de votos que Podemos e IU lograron por separado en las anteriores elecciones, ayer no alcanzaban los 800.000 a falta de apenas un 5% de recuento.

Resultado también discreto, si no decepcionante, para Ciudadanos. La formación que lidera en Andalucía Juan Marín pierde en el trayecto de estos seis meses un diputado, de 8 a 7. En el lado lleno de la botella, el índice de apoyo resiste mejor que la media del país, pero se ve arrastrado como en el conjunto de España por la pérdida de respaldo y no alcanza los 600.000 votos, lejos por tanto del registro de los 613.000 del 20 de diciembre y a años luz de los 700.000 que la dirección del partido de Rivera se había marcado como objetivo.

La victoria del PP inunda también el mapa provincial. Se impone o al menos empata a escaños en todas las circunscripciones y tan sólo cede en Jaén, donde iguala en diputados con el PSOE pero cede en número de votos. Al 98% de escrutinio Córdoba, Cádiz, Huelva y Málaga calcaban los resultados del 20D, mientras que en Sevilla PSOE y C’s cedían un escaño cada uno que van a PP y Podemos. En Jaén el PSOE pierde otro que va a los de Iglesias. En Almería, el PP le arrebata a Podemos el único que tenía.

De 'sorpasso' a 'surpasso'

El término lo acuñó anoche, en torno a las 23:30, un Moreno Bonilla con sonrisa instalada de oreja a oreja. No era para menos: victoria a la quinta y por encima de las expectativas más optimistas de cualquiera de las encuestas. “No ha habido sorpasso sino surpasso”, proclamó el líder del PP-A en un juego de palabras que tenía como clara diana a Susana Díaz.

La presidenta de la Junta es la gran perdedora de la cita electoral. Y por triplicado. Primero porque ha cedido ante el rival histórico del socialismo, el PP, en un feudo que había resistido los últimos cuatro envites en las urnas, los mismos desde que dirige la nave. Moreno Bonilla le ha ganado el pulso y quizás ahora ya no pueda dirigirse a él con la vitola de ganadora eterna con la que le responde, por ejemplo, en las sesiones de control al Gobierno en el Parlamento andaluz. Segundo porque ya no puede lucir el mérito eterno de haber levantado en Andalucía un muro contra la derecha, el trofeo que ha lucido de puertas hacia adentro en Ferraz en el convulso último año como credencial para liderar a cierta facción del partido. Y tercero porque el líder, Pedro Sánchez, le puede ahora replicar: él, con sus aciertos y sus errores, ha sido capaz de frenar el sorpasso y el supuesto avance imparable de Iglesias que amenazaba con devorar al socialismo y relegarlo a la marginalidad.

La ecuación ya no existe: ni Sánchez ha claudicado con estrépito ni Díaz tiene gran victoria con la que reclamar el trono de Ferraz en caso de decapitación del líder. Puede que Moreno esté ahora paladeando su más dulce surpasso: no sólo ha ganado si no que ha descabalgado a su más fiera rival.

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