Si, tal como reza el dicho, bien está lo que bien acaba y se confirma el comunicado de ambas autoridades portuarias, habrá que felicitarse por el acuerdo de los puertos de Huelva y Sevilla para la explotación conjunta de la terminal de Majarabique, adjudicada por Adif al primero en un concurso al que el segundo no se presentó alegando que su apuesta era la dársena del Batán.
El pacto sellado tras la mediación de Puertos del Estado y de la Junta de Andalucía salva la negativa inicial del puerto onubense a la gestión conjunta de Majarabique, para la que se estudiará una fórmula de “economía colaborativa”, y, más importante aún, aquél se obliga a fijar una política de tarifas y tasas portuarias en el marco de la legislación vigente y no con las rebajas que le permitiría su ubicación fuera del dominio público y que habrían supuesto un duro golpe a la competitividad del puerto sevillano, obligado a atenerse a las directrices de Puertos del Estado.
De esta manera se corrige “a posteriori” el error de Sevilla de haber despreciado el riesgo de que se instalara en su retaguardia un competidor directo, que podría haber sido incluso un operador privado y hasta extranjero en vez del puerto vecino. Confiemos ahora en que este pacto por Majarabique redunde en beneficio de Sevilla y Huelva, para que en vez de competir por el mismo tráfico de mercancías sean capaces de incrementarlo tanto para una como para otra.