"Sacad todos vuestros móviles, la clase va a comenzar". Estas son las atípicas palabras que el profesor de Macroeconomía de la Universidad de Valladolid, Julio López, dice a sus alumnos antes de iniciar una de sus lecciones con el método didáctico denominado "clase invertida".
Un término conocido internacionalmente como "Flipped Classroom" y que se basa en soltar "menos chapas" y apostar de una manera directa por la "interacción" en las clases con la ayuda de los dispositivos electrónicos.
López ha explicado a Efe que el futuro en la universidad y en la educación en general no pasa por "dar la espalda a las nuevas tecnologías, sino en saber implantarlas" en el día a día para aprovechar su potencial.
Un sistema muy expandido en el norte y este de Europa, pero que casi carece de réplica en las Universidades de España, "más reticentes a su uso", en opinión del profesor porque "pesa mucho el quién da la clase y no cómo se da".
Por ello, López decidió dar un vuelco a su modo de impartir las clases hace tres años y todo gracias a una revelación que leyó del visionario Isaac Asimov, quien sostenía que el libre acceso a la enseñanza había eliminado la esencia de la misma, basada en el "personalismo, el trato cercano y la docencia marcada por el ritmo de aprendizaje del alumno".
Unas premisas que López se propuso aplicar de nuevo a sus clases, por lo que decidió presentar a la Universidad de Valladolid un proyecto al que denominó "Economedia", sostenido por los pilares de la "interacción" de los alumnos entre ellos y la enseñanza "personalizada" y a "diferentes ritmos".
Un ritmo que marcan los propios alumnos, pues es el profesor el que confecciona múltiples vídeos de la asignatura y ellos los que deciden si "aprietan el acelerador" y van adelantando temario por su cuenta o si deciden "tomárselo con más calma" e ir asimilando los contenidos poco a poco.
Con los contenidos ya visionados y potencialmente asimilados toca 'desenfundar' los teléfonos en clase para acceder a una plataforma llamada "Kahoot!", donde realizarán un test al más puro estilo programa de concursos.
"Ellos están encantados", asegura feliz Julio, quien desvela que algún alumno le confesó que muchos de ellos se reúnen las tardes para montar visionados comunes de sus clases y debaten sobre las dudas que la materia les pueda generar. Esto "les afianza los contenidos", por lo que las clases se convierten en un espacio donde "discutir sobre las dudas y así despejarlas".
Unas "quedadas económicas" que también confirma a Efe la alumna de Finanzas Sara Pereira, quien ha reconocido estar "encantada" con este modo de impartir las clases: "es algo que hemos hablado mucho entre los alumnos y creemos que el futuro de las clases pasa por este tipo de aprendizaje". A ella le ha cundido: obtuvo un 10 en la última prueba interactiva realizada.
"Estas clases nos motivan" a diferencia de los típicos "tostones" que imparten otros profesores, ha argumentado esta alumna, para quien pasarlo "bien" en clase no está reñido con la interiorización de conocimiento, sino quizás al contrario. "Vamos a clase y nos lo pasamos bien y si fallamos no pasa absolutamente nada", sentencia Sara.
Un método que ha hecho brotar de manera "inmediata" unos resultados "muy satisfactorios" para los alumnos y para la Facultad, ya que una asignatura "complicada" como Macroeconomía III a la que los estudiantes "no solían presentarse al examen" ahora lo hace el "90 por ciento de ellos" y "más del 82 por ciento" de los que se presentan aprueban, ha resumido López.