No hay muchas Andalucías, sino una sola, aunque asimétrica, de varias velocidades. Unas Andalucías que progresan adecuadamente, a través de autovías, Aves, aeropuertos y parques tecnológicos, y otras Andalucías que cada ’28-F’ se van quedando más rezagadas, atrasadas, descolgadas, olvidadas, perdidas, a la cola en todos los rankings socioeconómicos. No hay otra Andalucía que la mía, en el día a día, que es Jaén, la malquerida. No hay un ciudadano igual ante la Ley en un país clasista y estamental como el nuestro, por eso es lógico que la Fiscalía no vea necesaria, imprescindible, ejemplarizante, la prisión preventiva del cuñado del jefe de Estado, Urdangarin, o de dos amigos del presidente del Gobierno, Blesa y Rato, habida cuenta de que son gentes de honor que, pese a su condición de depredadores de la prebenda y el erario públicos, no aprovecharían esta libertad sin fianza, en espera de la ejecución formal de sus condenas, para poner tierra de por medio. ¿A qué mente perversa, antimonárquica y anticapitalista, podría ocurrírsele semejante dislate? En el caso del esposo de la infanta Cristina, ni siquiera ello es preciso: ya vive en Suiza. No hay riesgo de fuga: de hecho, ya escaparon al control del resto de contribuyentes cuando amasaron sus fortunas. No son chorizos comunes, ni unos cualquieras: son personas de orden, de palabra, de trajes de marca, tarjetas black, coche oficial, guardaespaldas y prerrogativas ininteligibles para simples mortales, como tú o yo, que celebramos siempre el Día de Andalucía tarareando para los adentros soniquetes nostálgicos de la Transición. “Manuel, con el cacique, ¿qué vas a hacer? Pues le vamos a dar con el tran, traca, tran, pico, pala, ¡chimpón! Y a currelar”.
Carlos Cano ya no nos ve, pero nosotros sí sentimos la vigencia de su latido. Siguen sin dar un palo al agua. Cádiz, Carnaval, Día de Andalucía, puentazo para sestear, no para tomar conciencia o protestar. Moreno Bonilla se envuelve en la bandera verde y blanca en los prolegómenos de su consagración como líder regional del PP. “Aquí no se mueve nada ni nadie si no es para ayudar a la causa de Juanma, a la consolidación de su poder”, bisbisean los partidarios del discípulo de Javier Arenas. Martínez-Maillo, flamante coordinador general del PP de Rajoy, sorayista a carta cabal, fue el ponente de la reforma estatutaria que concretó el controvertido artículo 9 de las incompatibilidades, incorporando la adenda del artículo 10 de las excepcionalidades, debidamente refrendadas, caso por caso, por el Comité Ejecutivo Nacional. Comoquiera que en Andalucía se veían afectados por la novedad el gaditano Sanz, el cordobés Nieto y el jienense Fernández de Moya, el secretario de Estado de Hacienda no tardó en asegurar públicamente que, tras hablar con Génova, le quedaba claro que podía presentarse. Ante el mentís de San Fernando, De Moya mantuvo una conversación telefónica en la que Bonilla le afeaba las prisas en despejar periodísticamente las dudas estatutarias sobre su candidatura a la presidencia del PP de Jaén, que el afectado transformó en su gaceta provinciana de cabecera en una conversación fluida y cordial para limar asperezas y malentendidos. Nada más lejos de la realidad, a decir de la dirección del PP-A. Sea como fuere, una supuesta llamada de la secretaria general y ministra de Defensa a Moreno Bonilla habría despejado el horizonte de la reelección casi por aclamación del presidente del Partido Popular de Andalucía en el congreso regional del 17, 18 y 19 de marzo, a cambio de no meter torpemente el dedo en el ojo de reputados cospedalianos como los tres citados. ¿Un dirigente, un cargo? No me hagan reír. Otra legítima aspiración, en el marco de la operación de regeneración emprendida por la vicepresidente Soraya Sáenz de Santamaría, que ejemplos de acumulación de responsabilidades como el de María Dolores de Cospedal –ministra, secretaria general nacional, presidenta regional del partido en Castilla-La Mancha…-, echan por tierra.
Los críticos internos de Josenri, el regidor de Porcuna, Miguel Moreno, y su rebelión de alcaldes -14 de 25-, a simple vista alineados con Bonilla y la madre que políticamente los parió, tras presentarse en sociedad a las puertas de Diputación, enmudecen como mínimo hasta el 20 de marzo. Cada reto en su momento. Dicen agrupar en la provincia a más de doscientos cargos. Jesús Estrella, entre bastidores, ejerce de segundo. Primero, Juanma. A continuación, el galimatías estatutario de las incompatibilidades. Por último, el cambalache, preferiblemente negociado, de los congresos provinciales. No somos nadie, ni un verso suelto. Somos lo que somos, diatribas de madera y una lista en potencia de consenso. “Yo, presidente, y tú, secretario general”. O sea.