Lo siento. Pero soy ya muy mayor para creerme cualquier cosa. Y además he vivido demasiado cerca cómo es seleccionada la información que saldrá o no, como para tragarme que un activista sin recursos pueda tener tal atención mediática sin ningún apoyo externo. Sí. Les hablo de Lagarder Danciu. Ese autoproclamado activista, Sin Techo, gitano, gay y rumano, que siempre actúa solo. Y que acompañado de un simple cartel como arma, es capaz de salir en cualquier telediario o periódico para denunciar todo lo denunciable, desde el comunismo hasta la extrema derecha; reventando por igual actos de Podemos o del PP; y emulando ser un justiciero moderno cansado de la corrupción y la dejadez de los políticos de hoy.
Por supuesto que no es oro todo lo que reluce, y en el caso de Lagarder la cosa es evidente. A su claro oportunismo al erigirse como representante de un colectivo al que en ningún caso representa -me refiero a los Sin Techo, pero ya lo intentó en un pasado con los gitanos-, hay que unir su desmedido egocentrismo, que le hace aparecer en cada evento reivindicativo desplazando la atención del acto siempre hacia él. Así, sin más, porque él lo vale y punto, Lagarder es capaz de presentarse en una concentración contra la transfobia con un cartelito proclamándose lesbiana, y a empujones hacer que todas las cámaras se fijen en él, desplazando a los organizadores del evento y a los activistas transexuales que allí estuvieran protestando.
Él es así. La niña en el bautizo y el muerto en el velatorio. Pero aparte de eso, hay ciertas cuestiones que llaman fácilmente la atención de cualquiera que se fije un poco. Y es que ¿Cómo es posible que un Sin Techo, sin recursos de ningún tipo, sea capaz de editar los vídeos de sus hazañas para colgarlas en la red? ¿Cómo es que siempre vas acompañado de cámaras anónimos dispuestos a grabar esas proezas? ¿Y cómo el muchacho está de tournée constante por España con su I Phone? ¿Quién le paga? Porque eso no es gratis.
Hace unos días que la periodista Beatriz Talegón y un servidor llamamos la atención de ese hecho, y le pedimos a Lagarder que revelase quién financiaba su campaña. Él, muy ofendido por las preguntas, afirmó que una asociación gaditana de Sin Techo pagaba sus facturas de teléfono y nos acusó a ambos de racistas y aporófobos. Los insultos que nos dedicó sin embargo no pueden esconder el hecho de que esa asociación no sea conocida por nadie, y que por eso mismo dudemos de su existencia.
No sería la primera vez que un personaje supuestamente independiente es utilizado para intereses particulares, y por eso empiezo a sospechar y mucho de Lagarder. Desde luego su silencio no ayuda a que piense otra cosa, más cuando -será casualidad-, desde que me lo gané como enemigo, mi perfil en la red social Twitter ha sido atacada por extraños usuarios relacionados con organizaciones del multimillonario Georges Soros. ¿Curioso, no?
En fin. Espero que todo sean imaginaciones mías, y que pronto el señor Danciu nos muestre de dónde provienen sus recursos. Así tal vez descubramos que simplemente he sido víctima de alguna teoría conspirativa sin sentido que ha debido colarse en mi mente sin querer.