Alejandro Pérez Guillén (1973) es licenciado en Filología Hispánica y desde 1997 ha publicado varios libros de poemas. Ahora, por primera vez, se ha atrevido a publicar un libro de relatos que lleva el nombre de ‘La otra realidad’.
Su faceta como escritor la combina con su oficio de bibliotecario en su pueblo: Benalup-Casas Viejas, profesión que desempeña desde el año 2000.
‘Entrevista con la palabra’ (1997), ‘Sueños de hadas sin hada madrina’ (2003), ‘Monedas de papel’ (2006) y un par de cuadernillos ha sido hasta ahora su obra poética.
Con la otra realidad, su inmersión en el mundo de los relatos, está cosechando un gran éxito: Más de 400 ejemplares vendidos hasta la fecha.
—¿Cómo fueron tus primeros pasos en la literatura?
—Esta es la pregunta del millón (risas). Desde muy pequeño tenía ciertas inquietudes por la escritura. Me imagino que gracias a mi padre, que escribía letras de carnaval y, sobre todo, porque era maestro de lengua y literatura. En esa época yo tenía un defecto: quería escribir pero no quería leer. Hasta que empecé a darme cuenta de que para escribir era completamente necesario entregarse a la lectura. Recuerdo que en el colegio en revistas para adolescentes aparecían algunos poemas muy cortos y muy tontos, y me dije que si eso aparecía en las revistas por qué no iba yo a poder hacerlo. Entonces comencé a escribir composiciones de tres o cuatro versos de rima sencilla y a partir de ahí comencé a escribir poesía.
—¿Te consideras escritor o poeta?
—Ni me considero poeta ni me considero escritor. Soy alguien que de vez en cuando escribe determinadas cosas y tiene la suerte de que se le publique. Todavía no he llegado a ninguna de las dos categorías.
—Hasta ahora habías escrito obras poéticas, ¿por qué decidiste cambiar de género en ‘La otra realidad’?
—Yo había escrito un par de relatos hace ya muchos años, a los que continuamente iba corrigiendo y modificando párrafos y frases que no me gustaban. Aunque lo que prefería era escribir poesía, quise probar otro género por varios motivos. Primero, porque no quería quedarme estancando en el mundo de la poesía y en segundo lugar porque un amigo mío que se convirtió en editor me propuso la publicación de un libro que no fuese de poesía.
—¿Está en tu mente escribir novela?
—El editor quiere que escriba una novela, pero a mí me gustaría ir más poco a poco. Mi intención es escribir otro libro de relatos y también tengo medio libro de poesías escrito, pero tengo un poco olvidados los poemas últimamente y no sé si lo terminaré.
—¿Cuánto de poesía tiene ‘La otra realidad’?
—El tono puede que sea lírico, en el sentido de que a mí me gusta mucho cuidar la forma. Con esto quiero decir que me gusta contar una historia, pero me gusta contarla bonita. Puede que esa parte de embellecer el texto tenga que ver con mi condición de persona que escribe versos.
—¿De dónde viene el título?
—Hace referencia a uno de los cuentos, que se enmarca en el trasfondo histórico de los Sucesos de Casas Viejas. Se trata de un relato que cuenta con un protagonista que tiene varias manías. Al principio iba a titularlo ‘Los gatos’, ya que una de esas manías era que siempre iba acompañado de un gato. Otra de las manías consistía en que ese hombre acudía al Monasterio del Cuervo a emborracharse. Durante esas borracheras le parecía que se le aparecía el espíritu de su padre. Él charlaba con el espíritu y tenía las conversaciones que nunca pudo tener en vida, de manera que vivía otra realidad. Yo le doy otra vuelta de tuerca más y pregunto: Cuál sería la verdadera realidad: la que él intenta soñar o la que vive. O, si se retuerce un poco más, ambas realidades se cruzan y conviven y eso es lo que he querido decir con el título y con la historia.
—¿Cuánto tiene de autobiográfico este libro de relatos?
—Yo no pretendo contar mi vida en mis libros. Algunas historias pueden partir de anécdotas reales, pero el hecho de que aparezcan lugares que existen realmente se debe a que son los sitios que conozco mejor. Pero no siempre sitúo la acción en lugares reales, como el pueblo Blancasombra que aparece en una de las historias y que no existe. En cambio, otras historias no tienen nada de realidad pero podrían haber sucedido.
—¿A quién va dirigido?
—Intento que mi público no tenga edad. Para un niño pequeño pueden ser complicados, pero hay relatos que les pueden gustar. Y aunque algunas historias tienen de trasfondo los Sucesos de Casas Viejas, cualquier persona puede entenderlas aunque no sea de Benalup. Yo recurro a menudo en mis textos a los Sucesos porque esa historia la conozco mejor que otra. Si quiero que un relato tenga un fondo histórico veo una estupidez buscar otros hechos históricos como la Guerra Civil, cuando tengo muy cerca en mi propio pueblo, otros hechos históricos que pueden cumplir en el texto esa función.
—¿Dónde se ha vendido el libro?
—Muchos ejemplares en Benalup y también se vende en las librerías Agapea, que es una de las mayores en internet, en muchos puntos de la provincia y en casi toda Andalucía.
—¿Qué poetas, obras, artistas, experiencias… han influido en tu obra?
—El hecho de que haya estudiado filología hispánica quiere decir que he leído gran parte de la literatura española: desde los grandes maestros de la Edad Media hasta hoy en día. También debido a que suelo traer a varios escritores al año a la biblioteca, fundamentalmente gaditanos, hace que me haya leído casi toda la literatura de los escritores gaditanos contemporáneos. Fundamentalmente autores españoles; de literatura extranjera no he leído mucho, sólo los clásicos.
—¿Crees que ahora se lee menos que antes?
—Llevo en la biblioteca desde hace casi diez años y no creo que ahora venga menos gente que antes porque hay más ofertas (dvd, internet, etc.). Pero sí opino que ahora los niños leen menos porque hay muchas más alternativas (videojuegos, televisión, deportes, etc.). Hay un abanico enorme de posibilidades entre las que se encuentra también leer un libro. Sin embargo, la lectura supone un esfuerzo, el lector ha de ser activo y necesita concentración. Además creo que no se incentiva la lectura porque no está valorado por la sociedad el hecho de leer. Y menos aún leer poesía, que requiere de una lectura más profunda por parte del lector y estar atento siempre a la forma, además de un estado de ánimo propicio.
—¿Qué dirías a aquellas personas que quieren ser escritor y sueñan con que se publiquen sus textos?
—Sobre todo que trabajen mucho y que no se fíen demasiado de la inspiración. Una anécdota cuenta que le preguntaron a un famoso escritor si creía en la inspiración. Él respondió: “Puedo o no creer en la inspiración pero lo que le pido siempre es que me coja trabajando”. Es decir, la inspiración no sirve de mucho si no se lee y escribe constantemente, siempre hay que practicar mucho. En conclusión, les diría que lean y trabajen mucho y sobre todo que disfruten con ello.