La semana pasada hubo dos actos, uno en Sevilla protagonizado por la patronal del Campo de Gibraltar AGI y la presidenta Susana Díaz, y otro en Almería impulsado por las patronales de Valencia y Cataluña y apoyado por la andaluza CEA, en los que el protagonista fue el denominado corredor ferroviario mediterráneo. Sin embargo, lo que subyacía en cada uno de ellos era sustancialmente diferente.
El primero, organizado para conmemorar los 25 años de AGI que agrupa a Cepsa, Acerinox o la Autoridad Portuaria de Algeciras, sirvió para reivindicar una vez más que el Estado central invierta cuanto antes los 1.200 millones de euros que necesita la línea de tren Algeciras-Bobadilla para pasar a ser una infraestructura del siglo XIX a otra del XXI.
Esta línea Algeciras-Bobadilla-Madrid-Zaragoza-Frontera francesa es uno de los dos ramales en que se divide el denominado Corredor Mediterráneo por la Comisión Europea. El otro ramal, precisamente, circula por el Mediterráneo hasta Almería y luego vira hacia Sevilla por el interior de la región.
Los defensores de la mejora de esta conexión Algeciras-Bobadilla tienen la visión estratégica de convertir al que ya es el puerto líder España de uno de trasbordo de mercancía de un buque a otro, a una gran puerta de entrada y salida. Competiría así duramente con Barcelona y Valencia, en especial por el rentable tráfico de contenedores.
El acto de Almería, por contra, contó con la sonada ausencia del presidente del puerto de Algeciras, Manuel Morón, ya que sus promotores son precisamente los empresarios que usan los puertos mediterráneos, y quieren una mejor comunicación entre ellos y la frontera francesa. Y no quieren que se mejore la conexión de su principal competidor.
La andaluza CEA, representada en el acto de Sevilla por su vicepresidente y presidente de la patronal de Cádiz, Javier Sánchez, envió a su presidente Javier González, a Almería. ¿Se imaginan al revés, valencianos y catalanes apoyando en su casa una reivindicación clave para Andalucía? Pues eso.
