Abengoa ha anunciado que su cliente americano Fulcrum Bioenergy ha conseguido las autorizaciones administrativas y los recursos financieros para que comience la construcción de una planta pionera en el mundo en la producción de biocombustibles para aviación a partir de basura. Un arriesgado proyecto ya que Abengoa, que logró el contrato en 2015 poco antes de presentar preconcurso y cuando la empresa trataba de ganar todos los proyectos posibles ante su ya muy delicada situación financiera, actúa como ingeniería y constructora y asumirá el riesgo de funcionamiento de la planta una vez en marcha.
La planta, que se construirá en el estado de Nevada con un presupuesto de 177 millones, será una de las primera de carácter comercial con esta tecnología en el mundo. Básicamente, utilizar residuos sólidos urbanos para obtener biocombustible con una tecnología de gasificación de esos residuos.
Es la firma estadounidense TRI la que facilita esta tecnología y el propio gasificador, explican fuentes conocedoras del proyecto. TRI asumirá por ello en torno a un tercio del presupuesto del contrato. Hasta ahora, esta tecnología sólo ha funcionado en pequeñas instalaciones.
Abengoa explicó ayer al anunciar que lleva un año trabajando en los preparativos de este proyecto “para minimizar los riesgos durante el proceso de construcción”. Las mismas fuentes señalan que Abengoa corre el riesgo de repetir el fiasco de la planta de Hugoton, que fue de las primeras en el mundo en tratar de producir biofuel a partir de residuos agrícolas (no de cultivos alimenticios) y no logró generar una gota de biocombustible tras costar 900 millones. Acabó vendiéndose a precio de chatarra por 45 millones.
Vuelta a Pwc
“Se trata, además, de una importante oportunidad para la compañía que puede, de esta forma, afianzar su posicionamiento en un mercado en el que la demanda de combustible para la aviación continúa creciendo y en el que las alternativas renovables cobran un gran protagonismo. Esta iniciativa proporciona una alternativa sostenible a las grandes cantidades de residuos urbanos que se generan en la zona anualmente y que, de otro modo, se desecharían en un vertedero”, explica la compañía andaluza en un comunicado. Está previsto que los trabajos de EPC (Engineering, Procurement and Construction, según su siglas en inglés, o proyecto llave en man”) comiencen de forma inmediata y que se desarrollen durante más de dos años. Producirá 10 millones de galones (unos 37 millones de litros) al año.
En paralelo, ha quedado inscrito en el registro mercantil la decisión de mayo pasado de cambiar al auditor de la empresa los últimos cuatro años, Deloitte, por el histórico auditor de la empresa, Pwc. Deloitte auditó las cuentas de la firma desde 2012 hasta 2016, el periodo en el que se fue a pique hasta que salió del preconcurso en marzo pasado. La auditora se libró en marzo de ser investigada en la segunda querella presentada en la Audiencia Nacional, por falsedad contable, contra la excúpula.