Se sabía que en éste país le cobran a uno por respirar, pero ahora también se sabe que a los pueblos que se complacen en recordar su historia, y aunque ésta sea legendaria, también les cobran.
Se sabía que en éste país le cobran a uno por respirar, pero ahora también se sabe que a los pueblos que se complacen en recordar su historia, y aunque ésta sea legendaria, también les cobran. Existe, pues, un impuesto o tasa sobre la memoria, que en el caso de Fuente Obejuna y Zalamea se establece por la osadía de sus vecinos al representar cada año las obras teatrales de Lope de Vega y Calderón de la Barca cuyos escenarios son sus pueblos, esto es, ellos mismos. La Sociedad General de Autores de España, la SGAE, les quiere cobrar los derechos de autor a los que son, de alguna manera, sus autores.
Por representar Fuenteovejuna y El alcalde de Zalamea, la insaciable SGAE quiere que los vecinos de los mentados pueblos andaluz y extremeño que hacen de ellos mismos según la fantasía, la estilización y el libreto de Lope y Calderón, le apoquinen unos dineros, y aunque la absurda demanda se machihembra con otras que tienen que ver con la música de las verbenas, de cuyos derechos de autor la SGAE es cancerbera implacable, contiene en sí misma el gen de la más acabada estupidez, a menos que también se pretenda cobrar a los mozos pamplonicas por el Pobre de mí, o pagarle al Espíritu Santo los derechos por el Misterio de Elche.
Por lo demás, la peregrina pretensión esgrimida por la SGAE de que lo que se recauda son los derechos del adaptador o adaptadores de las obras, no viene sino a desarrollar ese gen, pues, que se sepa, esos adaptadores no pagaron a Lope y a Calderón por usar, no siempre con respeto y buen tino, sus obras, de modo que podrían darse con un canto en los dientes porque, desde el más allá, nuestros clásicos no se les querellen. Por disfrutar del teatro, en fin, y de la porción de alta dignidad que esas obras emblemáticas otorgaron a sus pueblos, los vecinos de Fuente Obejuna y de Zalamea se tienen que retratar. La cultura, sugiere la SGAE, es sólo para el que pueda pagarla, o, más concretamente, para quien le pague a ella, que, como se sabe, liquida sus derechos todos los años, religiosamente, a Lope y a Calderón.