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El Loco de la salina

Las lágrimas de Julio César

Cualquier pueblo celebra lo que tiene y atrae a su gente a celebrar allí los momentos más íntimos de sus vidas.

Publicado: 11/06/2018 ·
15:30
· Actualizado: 11/06/2018 · 15:37
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Autor

Paco Melero

Licenciado en Filología Hispánica y con un punto de locura por la Lengua Latina y su evolución hasta nuestros días.

El Loco de la salina

Tengo una pregunta que a veces me tortura: estoy loco yo o los locos son los demás. Albert Einstein

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Tengo un amigo bastante loco que el otro día me comentó que, con motivo del séptimo centenario de la ciudad, Chiclana colocó hace años siete puntos mágicos repartidos por su geografía, pero el que más le gustaba a él era uno que había frente al Castillo de Sancti Petri. Y me añadió que eso de mirar el horizonte mientras las olas le salpicaban le venía muy bien a su coco. Y que yo hiciera lo mismo. Así que en cuanto me han dado unos días de permiso he ido sin falta a la Barrosa a contemplar lo que con tanta alegría me ha celebrado mi vecino y a ver si también a mi cerebro le viene bien la cosa. Después de caminar entre arenas como si del Rocío se tratase, llegué a unos pequeños montículos cargados de vegetación y pude distinguir casi frente al Castillo de Sancti Petri un monolito elevado sobre las dunas. Me acerqué y allí estaba. Tenía en una cara una placa de mármol y allí rezaba en latín una magnífica historia. En el envés venía otra leyenda, en español, sobre el mismo tema en otra placa también de mármol. Esta es la que les pongo a continuación textualmente: 

                       PUNTO MÁGICO - TEMPLO DE HÉRCULES

CAMINANTE, DESDE AQUÍ TUS OJOS CONTEMPLAN HOY EL MISMO ESCENARIO QUE HACE 3000 AÑOS CONTEMPLARON LOS FENICIOS Y ELIGIERON PARA CONSTRUIR SU FAMOSO TEMPLO A MELKART. 

                  (HOY CASTILLO DE SANCTI PETRI)

TÚ DISFRUTAS AHORA DE ESTE ESPECTÁCULO ÚNICO QUE TANTO LOS FENICIOS COMO ANÍBAL Y JULIO CÉSAR PUDIERON VER AL ATARDECER DURANTE LOS EQUINOCCIOS  DE PRIMAVERA Y  DE OTOÑO CUANDO EL CANDENTE DISCO SOLAR SE PONÍA JUSTO SOBRE LA VERTICAL DEL SANTUARIO DE HÉRCULES  ANTES DE QUE, SEGÚN SUS CREENCIAS, SE APAGARA EN LAS AGUAS DEL ATLÁNTICO CON ESTRUENDOSOS CHIRRIDOS.

                       CHICLANA DE LA FRONTERA – VII CENTENARIO         1303 - 2003

Estaba yo ensimismado leyendo tan bonita leyenda, cuando me veo venir un montón de gente por cuyas festivas vestimentas deduje que celebraban algo grande. Una vez que se acercaron lo suficiente, vi que era un cortejo nupcial. Por lo visto iban al punto mágico a casarse. También hay que estar loco. No por casarse, que también, sino por ir hasta allí y ponerse de arena hasta los mismos. Cuando me acerqué más, vi que habían situado alrededor del monolito unas veinte sillas vestidas con primor. Lo que nadie les contará nunca a los novios es lo que pone realmente la placa que está en latín. Y es que Julio César lloró ante la estatua de Alejandro Magno. Siempre se ha dicho que el que quiera saber, que se compre un libro. Pues bien, mi buen amigo Jesús Maeso ha escrito una magnífica novela histórica titulada “Las lágrimas de Julio César”, en la que viene de manera magistral todo lo que les estoy contando.  Y pienso yo que no se les dice nada a los novios para que no lloren antes de tiempo. 

¿Moraleja? Pues que cualquier pueblo celebra lo que tiene y atrae a su gente a celebrar allí los momentos más íntimos de sus vidas. Cualquier pueblo menos La Isla, que tiene sus monolitos históricos metidos en mierda y jaramagos. Véase el del Puente Zuazo que recuerda la lucha y victoria sobre Napoleón. A mí me da mucha pena. Me volví al manicomio y le dije a mi vecino: Igual que Julio César en el templo de Melkart, yo también he soltado mis lagrimitas frente a él. Mi vecino me miró y no comprendió, ni falta que le hacía, la verdadera razón por la que yo lloré.

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