Desde Sevilla siguiendo la Ruta del Toro nos dirigimos a la población gaditana de Medina Sidonia, en pleno corazón de la provincia de Cádiz. Al nombrar la capital andaluza la tendencia a pensar en sus costas, en el mar… es inevitable, obviando su gran riqueza interior. Conforme nos vamos acercando, penetramos por completo en un paisaje donde la campiña gaditana nos regala un enclave digno de veneración, al contemplar la unión de montañas y mar a través del horizonte. Perplejos por tan insigne panorama, llegamos a la Ermita de los Santos Mártires, de época visigoda siendo la más antigua de Andalucía, fechada en el 403. Es una sensación muy extraña estar observando una obra visigoda en pleno centro de Andalucía. Situada a las afueras de la ciudad y rodeada de vegetación, la ermita fue antigua casa romana perteneciente a un patricio romano, llamado Lepero.
La casa constaba de varias habitaciones, una de las cuales comunicaba a la torre, construida en diferentes épocas: la base es romana y la parte superior de época musulmana. La ermita fue reedificada y bendecida por el obispo de Assido, Pimenio, el 16 de diciembre del 630, como constata una lápida que sirve de umbral a la actual puerta de la sacristía. Con la llegada de los musulmanes, la iglesia Asidonense se retiró con sus vasos sagrados a esta ermita para celebrar los oficios divinos. Con los reyes de Castilla se amplió a tres naves, pasando a ser el antiguo altar la actual sacristía. Hay que destacar la inscripción de Lepero ‘Lepero re vonit sed sacrv’ (‘lepero la renovó y ofreció a Dios’), esculpida en un pedestal romano reaprovechado para formar parte de la columnata de la iglesia. En ella se puede apreciar un bello bosque de capiteles corintios, que hace recordar su pasado clásico. En el altar o ara paleocristiano de mármol blanco se venera la imagen de la Virgen del Loreto, patrona de la hermandad de labradores y ganaderos de la comarca. Es esta ermita una joya artística de obligada visita antes de seguir con nuestro paseo por…. Medina…
Su enclave hace destacar profundamente la situación estratégica de la ciudad. Parece que fue colonia romana por concesión de Caesar Augusto, conocida así como Assido Caesarina, asentándose sobre territorio fenicio procedente de Sidón. Anteriormente sus habitantes, por la cantidad de restos materiales encontrados, ya habían tenido relación con el mítico mundo tartésico. Sea como fuere la ciudad fue conquistada por los musulmanes en el 712, permitiendo a los cristianos practicar su religión a extramuros, continuando así el obispado, que sería luego trasladado a Cádiz por Alfonso X el Sabio. Fue reconquistada en el año 1264 por este mismo rey.
Paseando por sus calles llegamos al monasterio de Jesús, María y José, de la orden de las Agustinas Recoletas, más conocidas como las ‘Monjas de Arriba’. Entre los quehaceres y las labores propias de la clausura, las hermanas guardan uno de los pocos y maravillosos ejemplos de arquitectura barroca del siglo XVII. Iglesia única en su estilo: de planta octogonal, dónde sólo cabe decir al entrar en ella… asombroso. No tanto por sus dimensiones, como por la claridad de su arquitectura y la grandiosidad de la cúpula. Otra de las particularidades de esta iglesia es el tesoro que guarda en su interior: un pequeño cofre, tras unas rejas, donde reposan los restos de Simi Cohen, una judía que murió siendo gaditana con halo de santidad cristiana. En la actualidad se están tramitando los trabajos oportunos para su canonización. La hora apremia… sigamos nuestra visita. Caminando por las empinadas calles de Medina llegamos a su Iglesia Mayor, más conocida como La Coronada. El edificio de estilo gótico-plateresco andaluz de la primera mitad del siglo XVI, está construido en parte sobre la antigua mezquita y fue declarado Monumento Histórico-Artístico en 1931. Desde lo alto de la torre podemos contemplar su magnífica situación junto a los restos romanos del Cerro del Castillo.
La iglesia tiene dos entradas y una interior por el claustro. La portada más antigua es la del castillo. Tuvo mucha importancia, porque era la puerta por donde entraban los Duques de Medina Sidonia para tomar posesión de la ciudad. La portada principal es de estilo herreriano y en el centro se encuentra Santa María La Coronada. A los lados, en los intercolumnios inferiores nos encontramos a San Pedro y San Pablo. Todas ellas, esculturas italianas en mármol de Carrara del siglo XVII. La puerta del claustro, plateresca, destaca por albergar en el centro una virgen de alabastro, imagen más antigua del templo, regalo de Alfonso X el Sabio.
Todo en este edificio está contemplado y ejecutado en el interés que D. Enrique de Guzmán, y más de un siglo después, el VII Duque de Medina Sidonia, D. Alonso IV, tenían por establecer aquí el obispado de Cádiz. El Retablo Mayor obra, culmine del plateresco español está presidido por la titular de la iglesia, Santa María La Coronada. De arquitectura manierista, podemos destacar sus imágenes que componen 22 historias sobre la vida de Jesús y María. En 1774, el propio organista de la iglesia oscurece todo el dorado original al intentar llevar a cabo su limpieza. Son unos 51 años los que se tarda en construir tan grandiosa obra (1553-1584). Siguiendo con nuestro breve recorrido por el municipio, continuamos caminando por las sinuosas calles asidonenses llegando a nuestra próxima visita: la calzada, conducciones de agua y cloacas romanas del siglo I.
Nos introduciremos en el mundo subterráneo de Medina, llegando a comprender el ingente legado romano que nos ofrece en la actualidad. Una trama de galerías deja ver la infraestructura romana que se encuentra localizada en muchos puntos de la localidad. Asido Caesarina alcanzó un esplendor urbanístico extraordinario, acorde con su estatus jurídico de Colonia con Derecho Romano. Aún se identifica una de las calles principales de la misma con el Cardus Maximus.
El paseo no ha hecho más que empezar, aunque hoy haremos un alto en el camino… descansemos pues, porque seguiremos caminando por… Medina Sidonia.