Cuentan que allá por los años 70, en pleno esplendor del genio, Paco de Lucía iba hacia Madrid con Niño Miguel. En un momento del viaje, Miguel le preguntó: “Paco, ¿me enseñarás algo en Madrid? ¿No?”. Y Paco respondió: “Pues como no te enseñé Madrid, no sé qué te puedo enseñar”. Esta anécdota sirve como síntesis de la genialidad musical y del carácter “vergonzoso, humilde y tímido” de uno de los mejores guitarristas (flamencos y no) de todos los tiempos, Miguel Vega de la Cruz, el ‘Niño Miguel’ (Huelva, 27/1/1952).
Procedente de familia de artistas (hijo del guitarrista Miguel el Tomate de Almería, y tío del genial ‘Tomatito’), la cultura de la sangre quiso hacer una parada especial en una persona que, a lo largo de toda su vida, ha hecho de la música de una guitarra la mejor metáfora para enfrentar los fantasmas. “Su música refleja un grito que le sale del alma, que pide que le saquen de un cuerpo que no le corresponde”, explica José Luis Rodríguez, guitarrista onubense, otro genio, pero menos herido. Como describe Camilo Gómez, fundador de la Peña Flamenca de Huelva, y gran conocedor de los avatares de la vida del genio, “Miguel, desde pequeño, padeció de una enfermedad hereditaria, la esquizofrenia” que, de total manera, ha definido el desarrollo tanto musical como personal del Niño. Para Eduardo Hernández Garrocho, presidente de la Peña Flamenca de Huelva, esta enfermedad “ha atado de pies y manos a Miguel, y su personalidad se ha ido creando a base de la esquizofrenia”.
Adelantado a su tiempo
Todos los elegidos están ‘tocados’ por algo. El elegido es precoz, un adelantado a su tiempo, como Niño Miguel, quien, como explica Camilo Gómez, “a los 10 años ya manejaba con virtuosismo todos los palos del flamenco”, así como era capaz de adaptar al sonido de una guitarra flamenca piezas de la música clásica como ‘Czardas’ de Monti, escrita originalmente para violín y piano.
La Revolución
El elegido es revolución, como Niño Miguel, que con sólo dos discos en el mercado (‘La Guitarra de Niño Miguel’ -1975-, y ‘Diferente’ -1976-) “revolucionó el panorama musical flamenco de la época”. Era la etapa de su máximo apogeo, “apenas tres o cuatro años”, en los que el genio onubense mostraba al mundo la sabiduría y sensibilidad musical que lo iban colocando en la senda de la leyenda. “Su sapiencia con la guitarra no tenía límites”, recuerda Camilo Gómez, y eso lo convirtió en “máxima autoridad del flamenco en los años 70”.
El gran problema
Vicente Redondo Saavedra, ‘El Pecas’, cantaor onubense, dice de él que “nació diferente”. Y avanzó, también diferente. Porque el elegido también es tragedia. De la gloria que otorga el reconocimiento y la admiración, Niño Miguel pasó a la calle impulsado por la adicción a las drogas. “La decadencia de Miguel comenzó cuando cayó en el indigno y vergonzoso mundo de la droga”, asegura Camilo Gómez, sesgando una trayectoria que, como define Manuel López, presidente de la Federación de Peñas Flamencas de Huelva y Provincia, “era inmejorable”. Eso sí, siempre con una guitarra bajo el brazo, con tres, seis o dos cuerdas, lo mismo da: “La guitarra es su compañera. Cuando se siente bien y cuando se siente mal, Miguel lo dice con la guitarra”, dice ‘El Pecas’. Su música quedó recluída en los callejones de Huelva. Su proyección artística frenó en seco, y la guitarra ya no era su alimento, sino una más de sus medicinas. “Miguel va creando música conforme va tocando la guitarra”, valora Hernández Garrocho. Para López, Niño Miguel “fue capaz de asombrar a grandes y a chicos, desde Habichuela hasta Paco de Lucía, y se convirtió en uno de los grandes nombres de la afición flamenca mundial. Miguel tiene la forma de ser de un genio”. De un genio herido por los avatares de su destino de elegido, y que, hoy, con 57 años, conserva el don que irá con él hasta más allá de la tumba, pero necesita ayuda.
La posible solución
“Todos los que vienen son auténticos entusiastas del Niño Miguel”. Son palabras de Camilo Gómez, quien no dudó en apuntarse como miembro de la organización del Homenaje al genio onubense que mañana, a partir de las 21 horas, se celebra en el Pabellón de Deportes de Huelva, y en el que participará una amplia representación de lo más granado del mundo flamenco de la actualidad. José Mercé, Estrella Morente, Pepe de Lucía, Carmen Linares, El Pele, Manolo Sanlúcar, Pepe Habichuela, Tomatito, Juan Carlos Romero, José Luis Rodríguez, Miguel Ángel Cortés, Eva la Hierbabuena y Los Mellis, en un mismo escenario, y con un mismo objetivo: “Conseguir el dinero suficiente para que Miguel ingrese en una residencia, pueda quitarse de la droga, y que recupere una vida digna”, explica Gómez.
La iniciativa de Arcángel, secundada por el apoyo tanto del Ayuntamiento de Huelva como de la Diputación provincial, ha tenido una respuesta impresionante tanto de los artistas, como del público. El pabellón onubense se abarrotará, después de haber recibido peticiones de entradas desde países como Grecia, Holanda o Inglaterra, así como de gran parte de España. El mejor cartel para “tratar de rescatarlo, primero como persona, y después como artista”. Uno de sus hijos, Ángel Vega, ve en el concierto de mañana la posibilidad de ratificar “que las esperanzas no se pierden, y que todavía podemos hacer que mi padre salga de la vida que lleva”.
Un intento más para rescatar al genio del pozo de la droga, porque aunque, como explica Eduardo Garrocho, “el Niño Miguel nunca ha estado abandonado”, sí es verdad que los recursos económicos que se generen en el macroconcierto de mañana puede hacer posible que Miguel cuente con los medios que necesita para empezar la salida de su túnel particular. En la actualidad, se halla ingresado “por prevención” en el Hospital Juan Ramón Jiménez de la capital onubense, pero la intención de los organizadores es que mañana acuda a su homenaje, coja la guitarra, suba al escenario y llegue a las entrañas de todos con la rabia interna de su sonido; y adquiera la voluntad suficiente para dejarse ayudar, y curar las heridas de un genio que, pese a todo y por fortuna, como dice José Luis Rodríguez, “está a tiempo de recuperar la calidad de vida que merece”.