Más de 4.000 personas abarrotaron las gradas del recinto deportivo, y disfrutaron de más de cuatro horas de espectáculo en el que el duende invadió todos y cada uno de los rincones
El Flamenco se volcó, y de qué manera, con el Niño Miguel, en el homenaje que se le dispensó la noche del sábado en el pabellón de Deportes de la capital onubense.
Más de 4.000 personas abarrotaron las gradas del recinto deportivo, y disfrutaron de más de cuatro horas de espectáculo en el que el duende invadió todos y cada uno de los rincones. Flamenco para todos los gustos, con un amplio repaso por todos los palos, pasando desde lo más añejo a las versiones más jóvenes de un género que el sábado se hizo por y para el Niño Miguel. José Mercé, discreto, y sin grandes alardes, supo tirar de autoridad flamenca para levantar al auditorio. Pepe de Lucía dejó su rabia en forma de soleá, y El Pele tiró de la fuerza que lo caracteriza para emocionar al respetable.
Los momentos más mágicos de la noche llegaron con dos mujeres. Por un lado, Estrella Morente dio un recital de presencia escénica, modulación de voz, y sabiduría flamenca. Por otro, Eva la Yerbabuena convirtió el baile en el mayor milagro del recital.
El cante añejo de Carmen Linares, la sobriedad del genial Manolo Sanlúcar, la maestría de Tomatito, la limpieza en el toque de José Luis Rodríguez, la dulzura y fuerza de Miguel Ángel Cortés, y el compás de ‘Los Melli’ dieron forma completa a un recital que se inició con el propio Niño Miguel tocando en el escenario, y recibiendo la ovación y el cariño de unos aficionados que se han volcado por y para él.