El tiempo corre que vuela. Hace un año que nos dejó Antonio Sánchez Aguilera, y parece que fue ayer por la tarde cuando ninguno dábamos crédito a la mala noticia que nos anunciaba su inesperado fallecimiento. La pandemia iba creciendo y nadie podía creerse entonces que su sed mortífera iba a ser insaciable.
Hay personas que al dejar este mundo son recordadas con mucho dolor hasta que el tiempo, que todo lo destruye como dice el tango de Carlos Gardel, va dejando a un lado lo que en su momento significó para los que le rodeaban. No es el caso de Antonio. Sus amigos de la Cofradía Gastronómica Isleña “Los Esteros”, de la que era Vicepresidente y mano derecha de nuestro Presidente Pepe Oneto, no podíamos dejar pasar esta fecha sin acordarnos de él y de su figura. Con él habíamos compartido viajes, risas y vivencias. Él daba siempre la sensación de que la vida es fácil de llevar y que muchas veces nos la complicamos nosotros solitos. Además, Antonio tenía muchos amigos en el manicomio y no llegó a ingresar aquí de milagro, porque era de ese tipo de locos, que no paraba ni un momento y que se desvivía por hacer felices a los demás a pesar de las dificultades. Era feliz proporcionando felicidad, y para eso hay que estar un poco volado; por eso cada vez son menos los que se dedican a esta labor callada que sabe aparcar los egoísmos y vive pensando solamente en el prójimo. Para Antonio nunca había problemas, y, si los había, siempre decía que tranquilos, que todo tenía solución. Nos quedábamos alucinando, porque no lo decía solamente de boquilla para afuera, sino que al poco rato llegaba de su mano la solución y nos sacaba felizmente de los apuros. La palabra imposible no estaba en su diccionario y era una desconocida para él. Lo definía perfectamente una expresión: “siempre estaba ahí”. Era alegre y serio a un tiempo, amigo entrañable y siempre digno de ser llorado por quienes lo trataron.
Aparte del Grupo Empresa San Marcos, que regentaba, su desbordante actividad lo llevó a otros terrenos distintos. Antonio fue hermano mayor de la Hermandad de la Pastora. Presidió además la Asociación de Reyes Magos entre 2011 y 2019 y trabajó en esta magia en la sucesivas campañas que tenían y tienen el lema Ningún niño sin juguete. Hay una frase en el evangelio conmovedora: “Dejad que los niños se acerquen a mí”, pero Antonio, dentro de su condición de loco y no conforme con mantenerse a la espera, fue más lejos, le dio la vuelta a la frase y luchó por acercarse a los niños para que a ninguno le faltara un juguete el día de los Reyes Magos. Esa lucha y esa entrega a los pequeños más necesitados da una idea de la condición de la persona de la que estamos hablando. Por la misma razón la Asociación de Cortadores de Jamón le tuvo que dar la cruz al mérito turístico. Si había que ir al Pan Nuestro a preparar comidas para la gente humilde, allí estaba Antonio como el primero.
Antes de ayer nuestra Cofradía se reunió para recordar un año de u ausencia. Y lo hicimos con saetas, comiendo, brindando, y ya sin derramar lágrimas, porque derramamos todas las que había que derramar aquel fatídico día en que nos dijeron que la muerte había hecho una de las suyas. Si hay cielo, allí estará Antonio con seguridad solucionando problemas celestiales.
Desde aquí este loco le manda un abrazo en el recuerdo a Quica, su esposa, a sus hijas Mari Ángeles y Marta, y a su hermano Juan.