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El Loco de la salina

Nosotros a lo nuestro

En fin, que seguiremos viendo Olimpíadas una detrás de otra sin que a ningún político se le caiga la cara de auténtica vergüenza.

Publicado: 01/08/2021 ·
21:01
· Actualizado: 01/08/2021 · 21:01
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Autor

Paco Melero

Licenciado en Filología Hispánica y con un punto de locura por la Lengua Latina y su evolución hasta nuestros días.

El Loco de la salina

Tengo una pregunta que a veces me tortura: estoy loco yo o los locos son los demás. Albert Einstein

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No me entiendo ni a mí mismo, pero cada vez que me siento tranquilamente en el salón del manicomio para ver las Olimpiadas de Japón, cojo un mosqueo sordo que no es normal y se me ponen los vellitos cabreados. No puede ser. Tengo que ir al psicólogo para que me revise las células grises. La cuestión es que estoy harto de ver negros corriendo como locos, americanos nadando como los lenguados, chinos apretando los ojos más de lo corriente para llegar antes, italianos corriendo como galgos, franceses, polacos, alemanes… Y por mucho que me duele el culo de estar sentado ante el aparato de TV, veo a muy poquitos españoles compitiendo por derecho como lo hacen nuestros vecinos más cercanos por no mentar China, EEUU... Quitando honrosas excepciones y alguna medalla de héroes paisanos que se buscaron la vida por su cuenta y que lógicamente lloran cuando triunfan, conseguir cualquier medallita se nos hace un mundo imposible de alcanzar. Solamente hay que echarle un vistazo al medallero que nos ponen los japoneses para darnos cuenta de que en los distintos deportes quedamos muy por debajo de muchos países de eso que llamamos con mucha alegría el tercer mundo, como si nosotros fuéramos del primero o del segundo. La pregunta es: ¿de qué mundo somos nosotros? ¿De este o de otro por descubrir? Nadar, nadamos lo justo para no ahogarnos en la piscina; correr, corremos lo justito para no perder el equilibrio; saltar, saltamos si nos toca la lotería… Y, como no soy tonto, me pregunto por qué somos tan alérgicos al deporte de competición. Algún extraño secreto que no conocemos tendrán esos señores extranjeros para brillar de esa manera y para llevarse tantas medallas. Hay muchas teorías sobre el tema, pero podría ser que en esos países buscan por todas partes a los chicos y chicas con más talento, los seleccionan, les dan becas, los cuidan unos años como oro en paño, los mandan a competir gradualmente y premian su esfuerzo con un reconocimiento a todos los niveles. En España la cosa varía, aquí somos ibéricos de pelo en pecho y por tanto nos sentimos tan superiores que para qué nos vamos a poner a la tarea. Sin embargo, estoy totalmente seguro de que en Andalucía, por no ir más lejos, tenemos auténticas figuras futuras del deporte en los colegios y en las calles, pero por las que nadie se ha preocupado.

Aquí lo que hay es café para todo el mundo. Y al que no se le entiende se le manda al manicomio una temporada a ver si se enmienda y deja de decir tonterías. Si alguien destaca por ser bronquista, caradura o charlatán, lo llevamos a Sálvame y lo tenemos ahí horas y horas en pantalla a ver si el personal que lo ve llega al atontamiento total. Y por lo que yo observo lo están consiguiendo. Preocupa más la pamplina que se le ocurra al tertuliano de turno, que mover las piernecitas una para adelante y otra para detrás. Tenemos que reconocer que lo nuestro es el sofá y la tunantería. Por eso nos pasa lo que nos pasa. Mientras tanto la gran mayoría de nuestros políticos mantienen una única lucha a muerte: conservar su sillón, hacerse eternos en él y promover con todas sus ganas el voto a su favor. Lo demás no existe. En esa especialidad de la escalada no tienen competidores y son medalla de oro sin dudarlo un momento.

En fin, que seguiremos viendo Olimpíadas una detrás de otra sin que a ningún político se le caiga la cara de auténtica vergüenza.

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