Barbate siempre ha sido un pueblo que ha mirado al mar, con su sector pesquero como una de sus principales fuentes de riqueza, a pesar de iniciar una decadencia y reconversión sin pausa desde hace varias décadas. Pero el municipio cuenta con un sector ganadero que, aunque parezca sumido en un extraño olvido, lucha cada día por sobrevivir y adaptarse a los nuevos tiempos, innovando y buscando fórmulas para diferenciarse a través de productos de altísima calidad.
Pedimos un etiquetado diferenciador para que el consumidor sepa la trazabilidad de la carne y también un sello que se otorgue a través de una auditoría que analice la carne y compruebe si cumple con los requisitos de bienestar animal, y así premiar a aquellos ganaderos que lo haganSi miramos hacia la Sierra del Retín nos encontramos con una cabaña ganadera que cuenta con unas 50 explotaciones con 2.500 cabezas de ganados (vacas). Explotaciones extensivas centradas en la ganadería ecológica y cuya carne, a día de hoy, sigue sin ser profeta en su propia tierra, comercializándose más allá de la provincia, especialmente con destino a Cataluña y desde ahí sale incluso más allá de las fronteras nacionales. “Uno de nuestros principales objetivos es que nuestra carne se venda en los mercados de abastos de Barbate, Vejer y Conil”.
Esa afirmación la realiza Teresa Mera Castillo, gerente y administradora de Hermanos Mera Castillo, Comunidad de Bienes, una explotación de ganadería extensiva y ecológica ubicada en la zona de Los Cuartillos. Mera también es presidenta de la Asociación de Mujeres Ganaderas de Vacuno Extensivo de Andalucía, Amugavaexa.
Cambio climático
Pero vayamos por parte. Su mayor preocupación, y la del resto de ganaderos de la zona, es la crisis climática y que se hace visible en la falta de precipitaciones. Todo ello conlleva un aumento de los costos de producción mientras que los precios van a la baja.
Este tipo de ganadería extensiva se encuentra con la imposibilidad de competir con el sector de la ganadería intensiva, por lo que a día de hoy “vendemos a precios más bajos que en el año 2000”, y eso a pesar de llevar a cabo a partir de 2006, tras la muerte de su padre, una reconversión para mejorar la calidad de la carne a través del bienestar animal.
Pero Teresa Mera es una mujer tenaz, optimista y llena de vitalidad, virtudes que quedan más que evidentes en el transcurso de esta entrevista. “Creemos plenamente que tenemos que apostar por el sector primario”, a pesar de los obstáculos, por eso demanda que “se gratifique a quienes apostamos por el sector extensivo por los beneficios no solo a los ecosistemas, sino también al cómputo global de la sociedad”.
Es decir, este tipo de ganadería ayuda a “fijar la población y a la luchar, por lo tanto, contra la despoblación y esa España vaciada de la que tanto se habla”, a lo que hay que añadir que “tenemos un objetivo social como es poner en el mercado de una carne de altísima calidad y que contribuye al objetivo del desarrollo sostenible”.
Por ello, considera fundamental que las distintas administraciones públicas apoyen estos sistemas de producción que, evidentemente, contribuyen con el bienestar animal… La diferencia entre la ganadería extensiva y la intensiva, de la que tanto se ha hablado en las últimas semanas, la ve “hasta un niño”.
Etiquetado y sello de calidad
Luchar contra la competencia de la intensiva es complicado... “hay muchos intereses, cuentan con ‘lobbies’ muy potentes a los que les viene bien que esas diferencias sean visibles”. Lo que piden no es nada descabellado. “Un etiquetado diferenciador para que el consumidor sepa si la carne que compra proviene de la intensiva o la extensiva. Queremos que el consumidor sepa distinguir la proveniencia, la trazabilidad de la carne”, algo que sí ocurre en otros países.
Además del etiquetado, piden un sello que avale la calidad de la carne. “Un sello que se otorgue a través de una auditoría que analice la carne y compruebe si cumple con los requisitos de bienestar animal, y así premiar a aquellos ganaderos que lo hagan”.
Ni el etiquetado, ni el sello de calidad existen en la actualidad, por más que parezca increíble. Y no existen por la presión que ejercen los citados ‘lobbies’ de la ganadería intensiva que saben que sus carnes, sus ganaderías, “no cumplirían ni con el primero y más simple de los requisitos”.
Mera quiere dejar claro que “los ganaderos no queremos entrar en polémicas” políticas surgidas tras las palabras del ministro de Consumo, Alberto Garzón, “solo queremos que se gratifique y se recompense a las explotaciones ganaderas activas que cumplan con los requisitos y así podamos contribuir a un relevo generacional”, que hoy es complicado.
Una recompensa que no llega ni a través de la Política Agrícola Común (PAC), que “no premia a la ganadería extensiva” a pesar de los beneficios que genera desde un punto de vista medioambiental pero también social y económico.
E insiste, “no me preocupan las declaraciones de Garzón, me preocupa más la crisis climática”, de ahí que destaque que la ganadería extensiva cumple y comparte “los objetivos de la Agenda 2030. En su opinión, “Garzón ha recordado lo que todo el mundo sabemos, que hay que poner en valor la ganadería extensiva”.
Innovación y reconversión
A la ganadería extensiva “nos une el objetivo común de seguir manteniendo lo creado por nuestros antepasados”, una ‘herencia’ que “francamente está ahora mismo en grave riesgo”.
Una herencia que Mera, como otros tantos ganaderos que iniciaron una reconversión dos décadas atrás, han invertido en innovarla, en convertir la explotación convencional que asumieron en una explotación ecológica, cumpliendo con estrictos requisitos que van desde la propia alimentación al trato que se le da a las cabezas de ganado.
Esa reconversión supone el uso de pienso ecológico y el cumplimiento al cien por cien de la certificación CAAE (Comité Andaluz de Agricultura Ecológica). A pesar de ese esfuerzo, “merece la pena económicamente gracias a unas subvenciones que recibimos”.
Pero sobre todo, “es un orgullo realizar ese esfuerzo en primer lugar por el bienestar animal, porque al final se le coge mucho cariño, y luego porque dependiendo de su bienestar mejora la producción y la calidad de la carne... estamos muy orgullo del trabajo que hemos realizado”, eso sin contar la impagable labor de realizan para cuidar el ecosistema en el que se encuentran.
Hoy en día la comercialización de la carne de la Sierra del Retín se realiza “en gran medida fuera de la provincia, especialmente a marchantes que se llevan la carne a Cataluña”.
Su padre contaba con ganado retinto, “pero los que venían a comprar terneros para su engorde preferían y prefieren cruzados”. Por eso, en su explotación dichos terneros son de madre retinta y padre limousín en su caso, o charolé en otros. Y por eso, allá por el año 2000, “mi padre metió toros para los cruces”.
Un matadero para la zona
Aún quedan algunas retintas puras “a las que tengo muchísimo cariño. Cuando se me vayan me dará mucha tristeza porque son las últimas que tienen los hierros de Ramón Mera”. Actualmente solo quedan dos hierros.
Su explotación cuenta con 50 cabezas y cinco de reposición. Los terneros, que debe vender antes de cumplir un año (porque si no pierde parte de la subvención por ganadería ecológica), se van con un peso de unos 200 kilos... “y una vez vendidos, perdemos la trazabilidad” de esa carne.
Pero es que a día de hoy es “imposible que seamos nosotros los que vendamos la carne. Sacar los animales uno a uno no es rentable. Antes había al menos un matadero en Barbate, hoy no hay ninguno en la comarca”.
Su explotación vende, un buen año, unos 35 terneros antes de que cumplan un año “porque si no se nos penaliza” y eso lo saben los marchantes, con lo que juegan con cierta ventaja a la hora de negociar los precios”.
Entre los objetivos, claro está, “es no perder la trazabilidad de la carne y comercializarla en la zona. Ponerla en valor y que se quede aquí”, y “en eso me voy a centrar aunque me arruine. Lo hago, sinceramente, por amor”.
Mera busca fórmulas para comercializar la carne de la Sierra del Retín en la comarca y en la provincia... que esté presente en los mercados de abastos y en los restaurantes... “quiero tener una foto de mi carne vendiéndose en el Mercado de Abastos de Barbate, y la tendré”.
Para cumplir, entre otros, ese objetivo se creó la citada Amugavaexa que “busca enfocarse en la comercialización” de sus productos, pero para ello sabe que “necesitamos un desarrollo en la comarca, con inversiones, como un matadero y una sala de despiece” que les facilite dicha comercialización.
Los orígenes
Pero volvamos a los orígenes que se quieren salvaguardar. La familia paterna de Teresa Mera se dedicaba a la agricultura. Su caso, parecido al de muchos ganaderos de la zona, se remonta a 1940 cuando la familia Mera Infante “se dedicaba, en los Cuartillos de la Sierra del Retín, más a la agricultura que a la ganadería, que era más de subsistencia”.
Pero todo cambió a partir de 1982 con “la expropiación forzosa” de sus tierras a manos del Ministerio de Defensa, la cual perdura hasta hoy. Perdieron sus tierras a cambio de casi nada... “se malpagaron”.
“Éramos de ‘al lado allá del río’... una zona al otro lado del río donde se estableció una zona rural donde unas 20 ó 30 familias se dedicaban a la agricultura.
“Los años tras la expropiación fue”, señala Mera Castillo, “una época dura” pero que gracias a que Defensa dio la opción del aprovechamiento de los pastos y el corcho de la Sierra del Retín, ayudó también a una reconversión de los negocios familiares que pasaron de ser agricultores a ganaderos.
“Nos dieron la oportunidad a los agricultores de la zona a quedarnos en la tierra pero solo como ganaderos”, y la mayoría ni se lo pensó... “con la indemnización que se obtuvo, se comenzó a comprar cabezas de ganado... y hoy por hoy ahí seguimos aunque eso sí, pagando el aprovechamiento de esos pastos”, que antes de 1980 eran suyos. Este punto, el pago de los aprovechamientos cree que “es un motivo, una injusticia que debería hacer intervenir a nuestros políticos, porque pagamos por unas tierras que eran nuestras”.
Teresa recuerda, emocionada, el talante alegre de su padre, “era un enamorado de la vida y amaba su huerta. Cuando íbamos a la zona con él, siempre nos decía ‘allí tuvimos tierra, y ahí también”. En los años en los que se expropiaron sus tierras “se lloró mucho, pero había que mirar el futuro de sus tres hijos, por eso, a pesar de ese maltrago siempre conservó la alegría”.
Una alegría y un espíritu optimista que heredó también Teresa Mera, para quien hay un lado positivo en esa expropiación por parte de Defens..., “gracias a ello disfrutamos a la Sierra del Retín tal y como nos la dejaron”. Algo totalmente cierto. La Sierra del Retín es un oasis natural, un ecosistema intacto, totalmente ajeno al brutal desarrollo a base de ladrillo que ha sufrido la costa española en los últimos 50 años.
Relevo generacional
Y así se llegó al año 2007, cuando se “produjo un cambio generacional”, tras la muerte de Ramón Mera, y el negocio pasó a manos de los hermanos Mera Castillo que apostaron por un proyecto que “compensara y pusiera en valor el esfuerzo de la familia en los años precedentes”.
Basada en una ganadería cruzada, de madre retinta con raza limousín en su caso, o charolé en otros, apostaron por una ganadería ecológica en lugar de la convencional. Un proceso que les llevó dos años hasta que lograron la certificación CAAE, entidad líder en certificación ecológica en Europa. Gracias a dicha certificación “podemos comprar y vender bajo el sello ecológico”.
Ahora, su ganado “nace prácticamente ecológico” gracias a la zona en la que se encuentra la explotación para la producción de venta de terneras ecológicas de raza cruzada.
“Hoy estamos poniendo en valor algo que siempre lo ha tenido, una ganadería extensiva que nace, vive y se reproduce en su hábitat natural”, explicaba Teresa Mera.
La empresaria insiste en los beneficios de la ganadería extensiva y ecológica, que van desde el propio bienestar animal, la preservación del suelo, la biodiversidad de la especie, hasta la venta de productos de gran calidad y la prevención de incendios.
En cuanto al futuro, Teresa Mera sabe que “la situación es delicada, pero tenemos actitud porque creemos en lo que hacemos”. Y con esa actitud defiende “la ganadería extensiva, la contribución a la economía circular, la distribución de la granja a la mesa y el sistema de cebos extensivo”. Su reto, insiste, es que su carne “se quede aquí, en los mercados de abastos” de la zona.
A pesar de todo, “soy muy optimista de cara al futuro... es nuestro motor, esa actitud nos ayuda para levantar el sector primario porque soy una persona enamorada del campo”.
Por eso pide, ya como presidenta de Amugavaexa, anima “a las mujeres que se empoderen, que sean valientes y luchen por mantener y conservar todo por lo que nuestros antepasados lucharon y consiguieron”.