La represión del ejército israelí alcanza sus mayores cotas en los territorios ocupados, donde los controles diarios del poder sionista dejan sin opciones de desarrollo a la población, que llega a depender en gran medida de las asociaciones que trabajan en el entorno en pos de la supervivencia del pueblo reprimido.
Entre la Franja de Gaza y Cisjordania distan algunos kilómetros. Los suficientes para evitar la masacre de las bombas en las poblaciones que circundan el distrito de Nablús. En los alrededores de esta población, una amplia red de invernaderos y enclaves agropecuarios ofrecen a las mujeres campesinas de la zona la herramienta idónea para empezar a contar con un tipo de renta. “Dejar de producir para sobrevivir y hacerlo para vivir”, detalla el director técnico de la Asociación Europea de Cooperación con Palestina, Diego Artero, entidad que lleva trabajando desde hace años con una asociación local en favor del desarrollo de la mujer palestina, ‘Annajdeh’.
Uno de estos enclaves agropecuarios ha sido levantado con el apoyo financiero del Ayuntamiento de Antequera, actuación auspiciada por la administración local a través del 0,7 por ciento que se dedica del presupuesto a proyectos de cooperación al desarrollo. Desde hace diez años, los lugares a los que va destinada la ayuda casi siempre se repiten: Indica, Kenia, Perú, Colombia… “Aunque no por ello deja de ser importante colaborar en estos lugares”, continúa el alcalde de Antequera, Ricardo Millán.
Vida agrícola
La actividad agrícola y ganadera es la base económica de estas poblaciones de Palestina. Un total de 540 mujeres del distrito de Nablús son usuarias del equipamiento agropecuario puesto en marcha por el proyecto, y llevan periódicamente su producción para que sea molida. De este total, 360 han realizado cursos de formación en procesos de desarrollo agrario, tendentes a mejorar la producción agrícola de las familias, y por ende las diferentes parcelas de su día a día. “Mejoramos su base económica, sus bienes básicos, para impulsar mejoras en el terreno educativo, sanitario… Sólo cuando se cuenta para comer tiene importancia todo lo demás”, continúo el presidente de la Asociación Europea de Cooperación con Palestina, Jehad Kamel Suleiman Rashid.
Pero no se trata sólo de comer, sino de profesionalizar la actividad agrícola. Una cooperativa formada íntegramente por mujeres canaliza la comercialización del grano recogido y molido. La estructura comercial es posible por la definición de estas sedes en las que se concentra la producción. “Impulsamos cierto nivel de sofisticación que permite a las mujeres vender en los mercados locales el fruto de su trabajo”. Luego allí el dinero se multiplica, o al menos lo que en occidente parecen cantidades pequeñas.
Más de 9.575 euros ha invertido el Consistorio antequerano en la construcción de esta granja, a la que se suman las que componen toda la red. Un entramado de sedes, de configuración simple, que incrementan por mil las satisfacciones de este pueblo, con ilusiones como cualquier otro.