La tercera semana en el FeMÀS nos trae uno de los hitos más especiales y esperados de la presente edición, un concierto que cuenta también con la participación del Centro Nacional de Difusión Musical (CNDM), coproductor del mismo junto al FeMÀS.
Se trata de la interpretación por parte de la Orquesta Bética de Cámara de “El retablo de maese Pedro”, una obra crucial en la producción de Manuel de Falla de cuyo estreno, precisamente en Sevilla, en el antiguo teatro de San Fernando, se cumple ahora un siglo.
Con la ayuda de Eduardo Torres, maestro de capilla de la Catedral de Sevilla, el propio Falla se encargó entonces de reunir a los músicos que darían vida a su partitura, una obra concebida inicialmente para teatro de títeres y basada en un episodio de la segunda parte de El Quijote, y que marcó un nuevo ciclo en el trabajo del compositor gaditano. Dejando atrás los rasgos andalucistas de su música, el maestro español se lanzó a explorar una senda nueva, basada en lo que él mismo llamó “la sustancia de la vieja música española”, marcando un camino propio en el marco de los neoclasicismos europeos, con una personalidad singular, paralela pero diferente a la de otros grandes compositores como Stravinsky, Hindemith o Bartók.
Se da la circunstancia, además, de que la Orquesta Bética de Cámara fue creada en 1924 por el propio Falla junto con aquel grupo de músicos cómplices, de modo que, aunque no exactamente su centenario, la formación sevillana celebrará con este concierto, este viernes 24 en el Espacio Turina, 20:00 horas, el primer siglo del impulso que acabaría cuajando en su fundación oficial.
El programa del concierto incluye además el estreno absoluto de una obra compuesta ex profeso por Alberto Carretero, en la que el compositor sevillano contextualiza y realza todo lo que de moderno hubo en aquella iniciativa de Manuel de Falla.
Manuel de Falla y Matheu (Cádiz, 23 de noviembre de 1876-Alta Gracia, Argentina, 14 de noviembre de 1946) fue un compositor español del nacionalismo musical, uno de los más importantes de la primera mitad del siglo XX, junto a Isaac Albéniz, Enrique Granados, Joaquín Turina y Joaquín Rodrigo, y uno de los compositores españoles más importantes de todos los tiempos.
Perteneció a una acomodada familia de comerciantes gaditanos y recibió formación musical desde su infancia, tanto piano como solfeo. Continuó sus estudios con varios profesores y, gracias a las amistades familiares, entró en los círculos culturales de la ciudad, particularmente en casa de Salvador Viniegra. Allí, conoció las obras de importantes compositores.
Su primera interpretación pública fue con su madre en el recital para piano de Las siete últimas palabras de Cristo en la cruz de Joseph Haydn. Posteriormente, se trasladó a Madrid, donde continuó su formación en piano con José Tragó y compuso obras para piano y música de cámara.
Conoció a Felipe Pedrell, quien fue una notable influencia en su posterior carrera y despertó su interés por el flamenco y el cante jondo.
