Con una imagen renovada y una amplia programación que concurre en diversos espacios de la ciudad, el Festival Iberoamericano de Teatro 2021 arranca este viernes.
Esta edición cuenta con 28 espectáculos con 45 representaciones, de más de una decena de países. Un encuentro con vocación de unir fronteras, remover conciencias, crear comunidad, otear brechas sociales y fomentar el feminismo y todo ello a través de las artes escénicas, cauce de comunicación único entre espectadores y artistas.
La 36ª edición del FIT se desarrollará del 15 al 31 de octubre. Isla Aguilar y Miguel Oyarzum repiten como directores del festival.
¿Qué valoración hacen del Festival pasado?
Estamos muy orgullosos del Festival del 2020. A pesar de las medidas sanitarias y la coyuntura de pandemia, muchos de los espectáculos y actividades gozaron de unos porcentajes de asistencia muy elevados y numerosas representaciones agotaron sus localidades. Gracias a una planificación y a una organización eficaces, y a centrarnos en proyectos factibles en cuanto a viajes transoceánicos, se pudo llevar a cabo un programa complejo, manteniendo las medidas de seguridad sanitarias. Nos aferramos con fuerza al encuentro, a los cuidados y a la inclusión como motores de construcción de un espacio conjunto. A través de trabajos de territorio tratamos también de dar voz a la ciudadanía y de hacer protagonistas a las personas que conforman nuestra comunidad facilitando la cohesión y vehiculando inquietudes, reivindicaciones y relatos de nuestras biografías comunes y particulares, a través de dispositivos artísticos estéticos y de ficción.
¿Cuáles son las líneas maestras de este nuevo festival?
El FIT propone distintas miradas a las problemáticas y anhelos del mundo contemporáneo. En esta edición que transcurre del 15 al 31 de octubre, sobrevuelan la teoría de los cuidados y de no dejar a nadie atrás, del respeto por la diferencia, por el territorio y por el planeta en el que vivimos. Sin duda, el FIT quiere tener una especial escucha a las problemáticas de género y al proceso de empoderamiento femenino que está poniendo en cuestión y transformando nuestra sociedad. En este sentido la mujer se constituye como eje vertebrador de una programación con un enfoque ecofeminista y decolonial que cuestiona el patriarcado y los modelos extractivistas surgidos con los colonialismos históricos, el capitalismo y las políticas neoliberales. Es una programación que acoge experiencias distintas que muestran la complejidad y diversidad de las realidades iberoamericanas, desde la desigualdad, las fronteras, la migración, la violencia… pero que también acoge esos cantos a la vida, la vitalidad, la alegría, la belleza y la esperanza. Hay algo de utopía y de afirmación, de resistencia y hermandad, de conciencia de necesidad del otro y de la vulnerabilidad de los cuerpos.
¿Cómo ha sido el proceso de elección de la programación de este año?
Hemos confeccionado la programación a partir de un diálogo estrecho y una reflexión conjunta con artistas, colegas de otros festivales, instituciones y un gran equipo de profesionales. El FIT tiene la vocación de inspirar, provocar, hacernos reflexionar, alimentar nuestro pensamiento crítico, nutrir el sentimiento de comunidad y enseñarnos a volver a estar juntos.
Habéis elegido varios espacios para las representaciones...
Cádiz se llena de escenarios. Afortunadamente la incidencia de la pandemia en España va remitiendo poco a poco, lo que permite ampliar los aforos de los teatros y expandir el FIT al espacio público con actividades de acceso libre: Desde la plaza del Ayuntamiento que acogerá la pieza “RESISTENCIA” de las chilenas del Colectivo LASTESIS, que se hicieron virales con su acción Un violador en el camino, y que en Cádiz contarán con la participación de 80 mujeres y disidentes LGTBIQA+ del territorio, hasta la playa de la Caleta que acoge una ‘Fiesta Otoñal’ al atardecer de la mano de Mucha Muchacha y un grupo numeroso de mujeres gaditanas, el FIT se expande por la ciudad.
También habrá actividad en el Parque Genovés con una pieza para las familias y en los depósitos de Tabacalera que recuperamos del año pasado con una nueva obra de Eduardo Guerrero el miércoles 20 y el jueves 21, que es producción del FIT. Inauguramos el espacio de las Bóvedas del Niño Jesús que se convierte en un personaje más de la obra de Vaca 35, inspirada en Las Criadas de Jenet.
Además contamos con los teatros emblemáticos de la ciudad, La Lechera, La Tía Norica y el Falla que acoge grandes propuestas como Carta de Mónica Calle, La Despedida de Mapa Teatro, o lo nuevo de La Zaranda.
¿Qué diferencia esta edición de la anterior?
Esta trigésimo sexta edición del FIT continúa con el proyecto curatorial iniciado el año pasado. El trabajo de escucha y de amplificación de las propuestas artísticas en un ámbito tan amplio y diverso como el iberoamericano es infinito. Por eso cada año supone un nuevo desafío y una nueva oportunidad ir al encuentro de esa riqueza y poner distintos focos de atención para visibilizar y comprender mejor las propuestas de una manera contextualizada, en relación con la evolución de los propios lenguajes artísticos, con el pensamiento contemporáneo y con los retos y transformaciones de nuestras sociedades.
¿Qué se espera de los espectadores?
Nuestro anhelo sería seducir al público de Cádiz y que acudan al teatro y a los demás espacios. Hemos confeccionado una programación ecléctica reflejo de un mundo diverso que reúne propuestas a caballo entre la realidad y la auto-ficción como Fuck me de Marina Otero, Ana contra la muerte de Gabriel Calderón o Las Impostoras de Mariana Hausdorf Andrade, el teatro documental con La Despedida de los colombianos Mapa Teatro, uno los grandes referentes de Suramérica o el díptico de SHOCK de Andrés Lima…), el teatro de objetos, la danza, la performance de la mano de la boliviana María Galindo o el circo con la Compañía de circo ‘eia’ o Animal Religion, entre otras disciplinas. Como festival público tenemos la obligación de dirigirnos a públicos diversos y paladares de todas las edades.
Estamos convencidos de que tanto las propuestas de las creadoras y creadores más jóvenes, como las de aquellos con más trayectoria, las más radicales o experimentales y las más clásicas tienen mucho que decirnos. Y por eso todas ellas tienen cabida en este Festival.
¿Por qué es importante el teatro?
Creemos firmemente en que las manifestaciones artísticas, por un lado, nos revelan y evidencian las preocupaciones y desafíos de nuestras sociedades, y por otro, son capaces de alterar y enriquecer nuestras subjetividades, nuestro modo de entendernos a nosotras y nosotros mismos y de aproximarnos a otras realidades. Y, en definitiva, esta sería la intención del FIT que os presentamos: mirarnos en el espejo del arte, con todo lo que tiene de problemático y de placentero, para que nos ayude a vivir, a comprender quiénes somos, a reconocer nuestras vulnerabilidades, a revisar nuestra(s) historia(s), a desmontar prejuicios y a profundizar en la conciencia de los problemas a los que nos enfrentamos.
Este FIT es nuestro pequeño grano de arena que deseamos contribuya a lo mucho que hay que conocer, gozar, repensar, restituir y cuidar mutuamente dentro de esa gran comunidad iberoamericana de la que formamos parte.
Hay una extensa programación: qué espectáculos destacaría?
Es una pregunta difícil de responder. Por un lado destacaríamos las producciones propias del festival, como son QUALITÄTSKONTROLLE del bailaor gaditano Eduardo Guerrero que establece un diálogo entre la forma de danza flamenca más tradicional y arraigada y los nuevos lenguajes, o Los Mapas Vivos de La Agencia El Solar. Detectives de objetos, una creación que a través del teatro de objetos refleja otros recorridos urbanos, alternativos a los turísticos, trazados desde líneas sutiles de historias de vida, y desde las resistencias ciudadanas que se preguntan si es posible un turismo sostenible.
Además es un privilegio contar con el estreno en España de La Despedida de la compañía colombiana Mapa Teatro, uno los grandes referentes de Suramérica, que a través de una pieza de gran formato documental realiza una ‘Anatomía de la Violencia en Colombia’.
¿Se centra esta programación en lo social? ¿por qué?
Creemos que no se trata de volver a construir discursos hegemónicos, sino de abrir espacios de escucha a la diversidad. En este caso, a la diversidad de los bagajes, de las propuestas estéticas y de los posicionamientos que las artistas y los artistas nos ofrecen, y a la diversidad de modos en que el arte puede interactuar con la sociedad y repercutir en ella. El FIT se quiere hacer consciente del momento que atravesamos, de las fisuras de un mundo en crisis pero también de las oportunidades que se nos abren.
En este sentido, el FIT reivindica lo colectivo desde la participación y la colaboración de voces diferentes y quiere acercarse a la ciudadanía a través de procesos creativos participativos, como los liderados por Mucha Muchacha o el Colectivo LASTESIS.
¿Cómo calificarían la idiosincrasia de esta edición?
En la programación encontraréis muchas temáticas y aproximaciones diferentes, pero hay coincidencias o reincidencias sintomáticas. Hay al menos dos hilos de cometa que la sobrevuelan: las cuestiones de género, el empoderamiento femenino, las luchas y contribuciones de los movimientos feministas, y la tensión norte-sur, la otredad, la desigualdad y los fenómenos migratorios. Estos dos hilos se cruzan a su vez entre ellos en cuanto integran diversas posturas críticas ante la herencia y persistencia de la cultura patriarcal, eurocentrista y colonialista.
¿Qué diferencia el teatro hecho en Hispanoamérica y el nacional en la programación?
Dentro del ámbito Iberoamericano hay una inmensidad de realidades y problemáticas conviviendo. Desde el FIT justamente buscamos encontrar las resonancias entre territorios, disciplinas y poéticas. Por ejemplo, un tema recurrente en la programación del FIT este año es el de la otredad, como contraposición y diferencia, pero también por la necesidad del otro, de la comunidad. Lo encontramos enfocado en un sentido en Habrás de ir a la guerra que empieza hoy de Pablo Fidalgo, o Tú Amarás de la Compañía Bonobo que plantea su visión desde Chile.
Hay más ejemplos. En el documental Irioweniasi. El hilo de la luna, las españolas Esperanza Jorge e Inmaculada Antolínez visibilizan el entramado cultural y económico sobre el que se asienta la trata de mujeres, concretamente entre África y Europa, y consiguen, de una manera muy sensible, que sus protagonistas nos hablen gracias a un proceso de recuperación del relato a través del arte. Por su temática dialoga especialmente con la instalación Esculpir el silencio, de la uruguaya Tamara Cubas, que evoca un desierto de sal, y está dedicada a las mujeres migrantes que se lanzan a una travesía desafiando dificultades y peligros y arriesgando la vida, algo que ocurre cada día en muchos puntos del planeta y también muy cerca de nuestra ciudad. Esta instalación se presenta durante todo el festival y animamos a que el público se acerque al Baluarte de Candelaria.