Así lo ha explicado en declaraciones a Efe Isabel Cáceres, miembro del equipo de investigación, quien ha precisado que los nuevos datos confirman que esta especie “igual cazaba hombres que cazaba animales”.
Estos datos se revelan en la revista científica Current Anthropology en el artículo Cultural Cannibalism as Paleoeconomic System in the European Lower Pleistocene, firmado por varios miembros del equipo de investigación, entre ellos Eudald Carbonell, Isabel Cáceres, Marina Lozano, Palmira Saladié, Jordi Rosell, Carlos Lorenzo, Josep Vallverdú, Rosa Huguet, Antoni Canals y José Maria Bermúdez de Castro.
Durante las campañas arqueológicas desarrolladas en Atapuerca entre 1994 y 1996 se hallaron restos humanos en el nivel TD6 del yacimiento de Gran Dolina de la especie Homo Antecessor, y el equipo científico detectó evidencias de canibalismo.
Hasta ahora, según esta científica, la cuestión pendiente era saber si se trataba de un hecho puntual o de una práctica frecuente.
Una nueva investigación, que ha tenido también en cuenta nuevos fósiles obtenidos a partir del verano de 2003 en el mismo yacimiento constata que fue una práctica habitual.
Según Cáceres, “el análisis de los restos craneales y postcraneales de Homo Antecessor, ha permitido identificar diversas marcas de corte y fracturación de huesos relacionadas con el consumo de los individuos allí localizados”.
La misma investigadora ha puntualizado que dichos fósiles no muestran una distribución específica, ya que aparecieron mezclados con instrumentos líticos y huesos de otros animales, como ciervos, caballos o rinocerontes.
Ambos tipos de restos, humanos y no humanos, “constatan modelos de aprovechamiento y patrones de carnicería similares, por parte del Homo Antecessor”.
“Estos datos sugieren que las estrategias de caza y el consumo de carne humana eran frecuentes y habituales”, ha asegurado.
Según la investigación realizada las numerosas evidencias de canibalismo, el número de individuos estudiados, un total de 11, su perfil de edad, mayoritariamente infantiles y juveniles, y la distribución arqueoestratigráfica indican que el canibalismo fue nutricional”, puntualiza.
La antropofagia, pues, debía estar aceptada e incluida en su sistema social, ya que no se trató de un evento puntual, ha recalcado Cáceres, que opina que “nos encontramos ante el caso de canibalismo cultural más antiguo conocido hasta el momento”.