El camino de la descristianización no conduce a ningún futuro de salvación y de verdadera felicidad para el hombre, señaló ayer el cardenal arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela, quien añadió que España necesita “muchos y santos sacerdotes”.

Rouco Varela pronunció ayer una homilía en la misa de renovación de la consagración de España al Corazón de Jesús en un acto que se celebró en el Cerro de los Ángeles, en Getafe (Madrid), coincidiendo con el 90 aniversario de la inauguración del monumento, en 1919, por el Rey Alfonso XIII, a la que acudieron numerosos fieles.

En su homilía Rouco-Varela indicó que los tiempos han cambiado tantos años después, pero “también hoy necesita” España, “los bienes de la reconciliación, de la solidaridad, de la justicia, de la concordia y de la paz”.

“El terrible atentado de ETA que le costó anteayer (por el viernes) la vida a un servidor de la seguridad y de la paz de todos los españoles lo pone dramáticamente una vez más de manifiesto”, según Rouco Varela.

El cardenal-arzobispo, en este punto, añadió que esos bienes los necesitan especialmente “nuestras jóvenes generaciones y sus familias; y la pregunta vuelve a plantearse no con menor urgencia que en 1919: ¿será posible conseguirlos a espalda de la fe en Jesucristo, ignorando el don del amor?”.

Haciendo alusión al Año Jubilar Sacerdotal, que comenzó el pasado 19, recordó que “los sacerdotes son los instrumentos imprescindibles de la gracia y del amor salvador de Cristo” y manifestó su esperanza de que “la renovada consagración de España al santísimo Corazón no cuajará en frutos abundantes de vida y testimonio del amor cristiano sin sacerdotes santos ¡España, la España de hoy, necesita muchos y santos sacerdotes según el corazón de Cristo!”.

Rouco Varela también puso de manifiesto que España “es una nación marcada en lo más profundo de su alma y de sus ser histórico por la profesión de la fe católica”.

Además se preguntó si España puede “encontrar hoy los caminos de un futuro pleno de los bienes que constituyen y aseguran la dignidad de la persona y el bien común de todos sus hijos e hijas abandonando la fe de sus mayores”.