Casi 7.500 animales, en su mayor parte aves rapaces, fueron envenenados en España entre 1990 y 2005, según datos de la organización ecologista WWF/Adena.
Casi 7.500 animales, en su mayor parte aves rapaces, fueron envenenados en España entre 1990 y 2005, según datos de la organización ecologista WWF/Adena.
El 38 por ciento de los animales fallecidos eran rapaces (2.761 ejemplares), el 27 por ciento mamíferos domésticos (un 80 por ciento perros y el resto córvidos), el 21 por ciento otro tipo de aves y el ocho por ciento carnívoros terrestres.
Para WWF estos datos demuestran claramente "la nula selectividad" del uso del cebo envenenado, ya que sus principales víctimas son las rapaces carroñeras que no son el objetivo de los envenenadores.
El uso de los cebos envenenados para eliminar predadores se remonta en España al siglo pasado. De hecho, su utilización fue aprobada con la Ley de Caza de 1879 y fue legal hasta el año 1983.
Con éste método, los cazadores eliminaban a las especies que constituían una competencia en su actividad (los que se alimentaban de conejos, liebres y perdices) y los ganaderos se libraban del lobo, una especie ya desaparecida de muchos lugares de la Península.
La estricnina, el veneno más potente y acumulativo y el más utilizado para envenenar cebos, fue prohibida poco antes de 1983, precisamente por su elevado potencial y los daños que causaba en la fauna silvestre.
Poco después de su prohibición, especies que se encontraban al borde de la extinción y que casi habían sido diezmados tras décadas de envenenamientos masivos con estricnina, comenzaron a recuperarse.