“No estamos preparados para nada ni tenemos un plan y a ver qué pasa con los 15.083 trabajadores transfronterizos”. Con estas palabras y una honda sensación de impotencia se muestra Juan José Uceda, portavoz del colectivo Ascteg, que representa a los trabajadores españoles en Gibraltar. Y es que a la incertidumbre acostumbrada desde que la mayoría de británicos dijeron “sí” al Brexit en junio de 2016 se sumó el jueves pasado la angustia de conocer los requisitos que Gibraltar exigirá a todos aquellos que tengan que cruzar a diario la Verja para trabajar en caso de que las negociaciones actuales entre Reino Unido y la Unión Europea para definir la relación futura de la UE con el Peñón no se traduzcan en el soñado tratado que acabará con esa barrera física.
En una guía para ciudadanos dada a conocer el pasado jueves, Gibraltar afirma que, por un principio de “reciprocidad” se vería obligada a pedir el pasaporte a todos aquellos que no están incluidos en el acuerdo de retirada. A estos últimos, les pedirán una acreditación sobre esto mismo. En un caso y en otro, los trámites para el sellado de documentos se traducirán en un incremento de las colas en la frontera y, por lo tanto, demoras que pueden ocasionar a estos trabajadores graves conflictos con sus empleadores.
“Sería fatal para nosotros”, se lamenta Uceda, quien lo tiene claro. No culpa a Gibraltar, sino a España de estas futuras medidas por las trabas que está poniendo ya a los transportistas gibraltareños que transitan por España, lo que ha originado una respuesta recíproca desde Gibraltar, tanto en el paso de mercancías como el de personas. “Lo que no puede ser es que, aún sin que se haya llegado a un acuerdo definitivo, se estén tomando esas medidas con los gibraltareños cuando había una cláusula de
stand by, y Gibraltar, lógicamente, saca sus guías, porque ellos sí que tienen un plan b, y un plan c”, comenta el representante de los trabajadores.
Gibraltar ha recomendado, ante este panorama, a los trabajadores transfronterizos que “discutan cualquier dificultad anticipada con sus empleadores por adelantado para que el efecto de cualquier retraso pueda verse mitigado el máximo posible”.
“El gobierno de Gibraltar se está acelerando en esto, porque los transportistas gibraltareños por la península española se están viendo con requisitos y demoras y por tanto sin la consideración aun vigente de stand by”, insiste Uceda.
“Es cierto que estamos muy preocupados: los trabajadores, la asociación, Gibraltar, La Línea, toda la comarca”, comenta Uceda. Ascteg recuerda que de los más de 15.000 que cruzan a diario la Verja, casi 10.000 son españoles, principalmente linenses, y que hay alrededor de 5.000 personas que son extranjeros, que residen en la comarca, pero que a diario acuden a trabajar al Peñón.
Algunos de estos residentes extranjeros viven en La Línea y en otras localidades del Campo de Gibraltar desde hace casi 40 años, y, “por lo tanto, son ciudadanos como nosotros. 15.000 y pico de trabajadores pesan mucho para que la economía de La Línea siga subsistiendo”, incide Uceda.
Temor a una situación como la de 1969
“La Línea, que aspiraba a dejar a un lado un historial de abandono y de pobreza por su singularidad, sufriría una situación similar a la del cierre de la frontera de 1969”, enfatiza el portavoz de Ascteg, Juan José Uceda. “Este sería un Brexit muy duro”, sentencia Uceda, quien remarca que “relaciones hay pocas, pero menos habría aún. Entendemos a las personas que tienen familiares a un lado y a otro, a los comerciantes, los que hacen negocios. Qué pasaría con la sanidad de estas personas, qué iba a pasar con las pensiones, por las que llevamos años peleando, cuando un español lo máximo que aspira a ganar son 546 euros mensuales”, comenta el portavoz de Ascteg, que insiste en pedir diálogo en pro de un acuerdo que evite todas estas circunstancias negativas.