El Palacio de Congresos de La Línea acoge este viernes un nuevo concierto del cantautor portuense Javier Ruibal, con más de tres décadas de canciones a sus espaldas. Una oportunidad para disfrutar de su mestizaje musical.
¿Cómo se lleva eso de cumplir ya más de 35 años en los escenarios? ¿Algún secreto para seguir creando cosas nuevas?
Es azaroso. Uno no tiene mucho control de lo que va ocurriendo. Sí tiene la voluntad y el deseo, y la ilusión. Y eso es lo que hace que tenga uno las ganas de ir encontrándose, porque al final lo que hace uno con las canciones es decirse a sí mismo lo que a veces no sabe decirse en palabras o pensamientos. Cuando organizas una idea, la armonizas poéticamente y musicalmente, y la ves ahí, la oyes, te das cuenta muchas veces en qué piensas y cómo eres. Esto es un trabajo de búsqueda hacia dentro pero que da una ventaja, que es que hace disfrutar a los demás.
¿Con qué momentos se queda de todos estos años?
Con cada vez que se ha publicado un disco o he ido a un país nuevo, o he tenido el privilegio de conocer a músicos grandes... esas son las compensaciones más grandes que tiene este trabajo. Cada vez que publicas un disco que te lleva cierto tiempo. Sobre los discos tienes un sinfín de emociones y de ilusiones puestas ahí pero también un sinfín de dudas. Todas esas circunstancias son emocionantes y muy buenas, pero especialmente, hay dos circunstancias que a mí me han hecho agradecer a la vida y el oficio la suerte que tengo de que mis hijos son artistas, cada uno en su disciplina. Lucía baila flamenco y Javi es percusionista, compositor, arreglista y productor musical. Los dos han elegido hacerlo muy formalmente. Ser serios y rigurosos en sus oficios. Y buscar trascender y no hacer alguna cosa que le dé un éxito fácil, sino un trabajo que a la larga les dé satisfacciones para toda la vida. En todos estos años se sienten satisfacciones de esa índole, más allá de que uno escriba o componga o cante y toque cada vez más con un poquito de coherencia y solvencia, al margen de todo eso, la vida te abraza de una manera muy bonita y muy bella, y tienes un trabajo privilegiado, que te permite viajar, conocer gente, conocer mundo.
¿Cómo ve el panorama musical de los últimos años, sobre todo en relación a sus comienzos?
Hay dos formas de enfocarlo. Si uno lo enfoca por los resultados artísticos, en cuanto a creatividad, a novedades, la inspiración, uno va conociendo artistas que lo hacen muy bien, que se lo toman muy en serio. No tantos como uno desearía, me gustaría que fuera mucha más cantidad. Luego, si lo enfocas desde la perspectiva de músicas con mayor repercusión y que llegan a más gente, el panorama es a veces un poco desolador porque se sigue repitiendo una música muy circunstancial, muy para ir al paso y sin afán de permanecer, digamos, en un supuesto historial de la buena música. Se hace mucha música adocenada, que tiene poco afán artístico profundo y mucho afán de éxito mediático. O sea, que es contradictorio. Por un lado, lo hacen muy bello y muy bien, y por otro lado, uno cree que no abunda el espacio que necesitaría la música más trascendente. Se sigue yendo al consumo y al olvidar rápidamente.
¿Qué piensa un músico mestizo y transfronterizo como usted de estos tiempos de Trump, de muros y de 'brexits', y de las noticias de inmigrantes como las que se suceden en esta zona. ¿Qué opina de esta situaciones?
Creo que es un robo a la sentimentalidad en general de la gente que sea más abierta y menos sectaria. Creo que es un acto de involución forzado, que niega la inteligencia y la bondad de las personas, y pretende que nos arrinconemos cada uno en nuestro rincón, y nos creamos únicos,diferentes y exclusivos, y, en fin, por contraposición, esperemos a los otros como una agresión y no como algo bueno, para crecer humanamente. Creo que son los lastres y el miedo del sistema económico en el que vivimos, en el que solamente cuenta la productividad de un dinero que se convierta luego en más dinero, para luego juntar más dinero que luego no sirve para nada, porque no se usa para el bien de todos. Simplemente es un delirio de poder y de abuso y creo que es el propio sistema el que provoca el adocenamiento de nuestras ideas. Pretende el sometimiento de todo aquel que intente sacar cabeza, levantar una mano, subvertir un desorden, mejorar el sentimiento de igualdad que yo creo que debe de estar innato en cualquier ser humano. Siceramente, me parece una vergüenza, una aberración muy peligrosa y que no va a ir a ninguna parte, siempre que todos sigamos pensando que los políticos están arreglando la vida y eso no es cierto. Ni las grandes fortunas van a convertir este planeta en tierra de provisión. Eso es una mentira de arriba a abajo. No existe tal transformación más que la que exista espiritualmente en el corazón de cada uno que la ponga en práctica.
Ha convertido temas locales andaluces en historias universales. ¿Queda algún hueco en algún futuro disco para resucitar el Vaporcito?
Por supuesto que sí. Sobre todo porque el
Vaporcito fue para mí algo fabuloso. Los barcos tienen la ventaja de que nos abren el corazón y la visión del mundo, de los lugares y de las demás personas. El
Vaporcito tuvo una función bella, creativa, muy entrañable, y muy doméstica si se quiere, pero yo creo que un barquito de papel, como el que cantaba Serrat, es toda una nave cargada de esperanza.
¿Está preparando ya un nuevo disco?
En eso está uno siempre. No funciono con una estrategia de sacar un nuevo disco, de decir me encierro y lo hago. Normalmente no es así. Normalmente es cuando acumulas una serie de canciones que crees que están bien una por una, y que todas juntas suenan bien. Yo tenía un buen puñado de canciones, no llegaba a un disco pero seis de ellas quedaron reflejadas en el disco del 35 aniversario. Con la idea de no ser tacaño con el público, publiqué esas seis. Me quedé con otras tantas y ahora tengo que completar la docena, que suele ser lo que un disco lleva. En eso estamos.
¿Qué opina de las nuevas generaciones de cantautores, Andrés Suárez, Rozalem, Funambulistas...? O incluso de Ismael Serrano, que ha dicho recientemente en redes sociales que le encantaría cantar con usted.
Hay dos cosas. Llevamos por un lado la búsqueda musical, y por otro, la búsqueda poética. Poéticamente, cada vez se está escribiendo mejor. Hay muchísimos cantautores, incluso algunos que no conoce casi nadie, que escriben con una solvencia, con un encanto y una gracia estupendas. No solo se trata de escribir bonito, sino que cada frase y cada idea que se suelta contiene una propuesta de reflexión sin dejar de ser un objeto divertido, como es una canción. Eso es lo que yo creo que el cantautor busca. Musicalmente, yo que le he dedicado un poco a remover todo el armario de las sonoridades que a mí me gustan, buscando una que no estuviera ahí aunque tuviera muchas influencias de otras. Musicalmente creo que no se va tan bien en el sentido de resultados novedosos, de sorpresa. No se va tanto por el camino que a mí me gustaría. Me gustaría que el cantautor se buscase mucho musicalmente, en sus raíces locales y familiares también, y que juntara eso con otras cosas, y buscara nuevas propuestas. Creo que hay más evolución en lo poético que en lo musical. Pero me parece toda una proeza que, no teniendo los espacios de divulgación justos que debería recibir esta música, aún así, somos unos supervivientes natos.
Este viernes 12 actúa en el Palacio de Congresos de La Línea. ¿Qué se va a encontrar el espectador en esta nueva visita al Campo de Gibraltar?
El que me ha visto cantar sabe que lo que se va a encontrar es a una persona que se dedica al arte y que agradece mucho la presencia del público, que agradece la atención, que se metió en esto para buscar poner colorido en su vida, y que cuando presenta sus canciones intenta lo mismo, que cualquiera de los que vengan entre por un par de horas en una dinámica de ensoñación y en un punto de fabulación sobre la propia vida y se imagine a uno mismo en situaciones y en lugares donde prime la emoción y la belleza. Se van a encontrar a unos músicos que me acompañan que son la banda Glazz, de la que forma parte mi hijo Javi, y también José Recacha y Dani Escortell. Son unos músicos jóvenes brillantes, y, como decía antes hablando de Javi y de Lucía, son músicos muy formales, en el sentido de que hacen su oficio responsablemente y trabajando mucho. Todas sus creaciones así lo demuestran. Por eso también igual no se sabe de ellos tanto como de otras bandas que hacen una música un poquito más lineal. Intentamos divertirnos todo lo que se pueda. También, en un momento dado, si a algún espectador se le ponen los vellos de punta, o alguna lágrima acudiera a los ojos sería un precioso síntoma de que estamos viviendo de la forma en la que un ser humano debe plantearse vivir.
Has colaborado con varios artistas de la zona: Chipi, Tito Muñoz, Juan José Téllez, David Morales, por no hablar de Paco de Lucía... Por ejemplo, Tito Muñoz y usted lanzaron una canción en contra de los ya extinguidos planes de urbanización en Valdevaqueros. ¿Las canciones pueden contra los ladrillos?
A lo largo de los años he tenido la suerte de tener una muy buena relación artística y amistosa con los artistas del Campo de Gibraltar. En cuanto a Valdevaqueros, las canciones pueden convertirse en una pedrada contra la fachada de la ignominia. Yo soy más partidario de hacer canciones que tengan el efecto de hacer como cuando una piedra preciosa cae al centro de un lago. La onda expansiva que eso tiene hace esos círculos concéntricos que se van abriendo cada vez más hasta que al final provoca una ola o varias olas. Me parece que esa sería la expresión más bonita que una canción pueda tener. La canción que hicimos Tito y yo sobre Valdevaqueros, al fin y al cabo, fue el trabajo más sencillo. Lo penoso fue ir allí en pleno invierno a manifestarnos para que esa playa fuera de todos, y aguantar el tirón, protestar y hacer todos los escritos que hubo que hacer. Lo nuestro fue mucho más fácil. Si esa canción tuvo el efecto que tuvo en Valdevaqueros imaginemos que podría tener a nivel planetario si todo el mundo tomara conciencia de que lo que está ocurriendo con nosotros es que estamos siendo abusados y tenemos que negar a cada instante con nuestra actitud la supuesta verdad que nos venden y en la que nos quieren involucrar. Ojalá una canción fuera como una piedra preciosa que cae en el centro de un lago.