Ha sido como un cuento de Navidad en el que el Banco Santander ha ejercido de malo del mismo, aunque finalmente ha cedido en unas pretensiones desmesuradas. Tras alcanzar un acuerdo con la abogada de la pareja afectada ha aceptado una hipoteca de 50.000 euros, en lugar de los 140.000 euros que pedía por la vivienda en estado de ruina que le ofrecieron en la barriada de Pescadores, en Algeciras.
VIVA CAMPO DE GIBRALTAR
publicó este caso en octubre, cuando se aplazó el juicio previsto por este asunto. Un par de semanas después, el 3 de noviembre, el Santander se puso en contacto con la pareja para ofrecerles el acuerdo y el día 6 tramitaron la reserva de la vivienda. El 30 de diciembre firmaron la hipoteca para poner fin a esta especie de pesadilla antes de Navidad.
“Gracias a Dios se ha anulado el desahucio”, comentó aliviada Ana Belén, la mujer de esta pareja afectada por el caso. “La cantidad es un poco más de lo que nos esperábamos, pero estamos contentos. Ya es hora de acabar con esta pesadilla”, indicó.
La Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) ha defendido el caso de esta pareja con tres niñas pequeñas (de 8 y 5 años las mayores y 20 meses la menor) a la que el Banco Santander reclamaba 140.000 euros por su vivienda, en el barrio de Pescadores, a la que llegaron cuando estaba completamente abandonada y destrozada y en la que han invertido unos 24.000 euros para arreglarla.
La pareja calculaba, a falta de una tasación oficial, que la vivienda en la que residen alcanzaría un precio máximo de unos 40.000 euros, una cantidad que estaban dispuestos a asumir como hipoteca. “Mi pareja trabaja y mis padres me ayudan. Esa cantidad sí la podemos afrontar, pero lo que pretende hacer el Santander es una estafa”, comentó la joven el día del aplazamiento del juicio.
Ocupación consensuada
Ana Belén, la mujer de esta pareja, llegó al mismo después de una relación anterior muy complicada y con dos niñas pequeñas. La casa estaba en ruinas, sin instalación eléctrica ni tuberías, ya que había sufrido actos vandálicos, y con innumerables desperfectos y presencia de ratas.
Fue en noviembre de 2014, pero no fue un caso de okupas al uso. La afectada asegura que hablar con una responsable del Santander, quien le comunicó que esta vivienda, que había quedado deshabitada por un desahucio anterior, estaba en estado de abandono y podía hacer uso de ella.
Desde entonces, con ayuda de sus padres y, tras iniciar una nueva relación con quien es su actual pareja, comenzó a arreglar la casa. Volvieron a disponer de instalación eléctrica “con las facturas de la luz al día”, explica. También arreglaron las tuberías y solventaron un problema en el techo que generaba que se le filtrase agua a una vecina. En total, unos 24.000 euros en arreglos.
Ese esfuerzo le permitió convertir en un hogar una vivienda en auténtico estado de ruina, abandonada tras varios años cerrada. La hizo habitable con la esperanza de poder adquirirla.
Apoyo vecinal
De hecho, los vecinos del barrio, tras conocer el caso, recogieron multitud de firmas e incluso se ofrecieron a declarar a su favor en el juicio, ya que es evidente que gracias a su presencia en esta vivienda todo ha mejorado.
Sin embargo, la financiera Altamira, del Santander, les reclamaba, según explicó la afectada, una hipoteca de 140.000 euros. La única alternativa que le ofrecían era adquirir otra vivienda en el mismo barrio por 30.000 euros, salvo que esta se encuentra en unas condiciones tan malas como las que tenía su actual vivienda antes de ocuparla.
“Si llego a saber que me iban a hacer esto no hubiese arreglado nada. Me dijeron que podíamos llegar a un acuerdo para una hipoteca asequible en mi casa actual, la que me ofrecieron. No puedo pagar 140.000 euros por esta casa”, se lamentaba en octubre Ana Belén, que junto a su familia está incluso empadronada en su actual vivienda desde marzo de 2015.