Según la imprescindible página de consulta Wikipedia, citada muy esquemáticamente, los rangers de Texas -donde transcurre la acción de ‘Comanchería’- son un cuerpo especial del Departamento de Seguridad Pública de ese Estado creado en 1835. Actualmente sirven como fuerza de apoyo en situaciones de emergencia, bajo el control de la policía local o los sheriffs.
En la historia que se nos cuenta aquí, dos hermanos -uno divorciado, con dos hijos, más racional y el otro, ex convicto, más instintivo y violento- idean una serie de atracos para salvar la granja familiar. Paralelamente, dos rangers, muy diferentes también entre sí, investigan el caso e intentan identificarlos.
Producción norteamericana, de 102 minutos de metraje. La dirige el escocés David Mackenzie, cosecha del 66, que se la dedica a sus desaparecidos madre y padre. Su magnífica escritura se debe a Taylor Sheridan. La excelente fotografía, a Giles Nuttgens y la estupenda banda sonora, en la que los temas country son un elemento dramático más, a Warren Ellis y Nick Cave.
Con unos mimbres argumentales más bien trillados, el realizador construye una historia única, singular e intransferible, que no dejará indiferente a nadie. Mezcla de thriller, western contemporáneo y cine independiente, arroja una mirada impía sobre un territorio comanche de la América Profunda, el oeste de Texas.
Un territorio donde pieles rojas y blancas, representantes de la llamada ley y delincuentes de todas las calañas, se enfrentan por unos miles de dólares custodiados por entidades tan turbias como los bancos. Un territorio masculino donde las mujeres están en la retaguardia, pero son lúcidas y realistas. Donde la xenofobia más insultante, vía “bromas pesadas”, se disfraza de compañerismo, pero no exime del afecto, ni de la lealtad.
Donde inteligencias agudas, aunque toscas en sus formas, se miden hasta en los detalles más nimios. Donde dos hombres se retan en uno de los finales más poderosos, al par que sutiles, que nos ha sido dado ver en los últimos años. Donde una anciana camarera impone sus pautas a la clientela. Donde el ingenio, aliado a la brutalidad, resulta una combinación explosiva. Donde… y así podríamos seguir.
Inteligente, lúcida, feroz y corrosiva, con un humor tan cáustico como desternillante. Compleja hasta en sus más mínimos detalles. Con un guión redondo y preciso como un mecanismo de relojería. Potente y descarnada. Demoledora y negra, negrísima. Con un reparto en estado de gracia en el que destacamos las excelentes composiciones de Jeff Bridges, Chris Pine y Ben Foster.
Viene merecidamente precedida de críticas superlativas, reconocimientos y nominaciones, como tres a los Globos de Oro, y ya en la carrera hacia los Oscar. No permitan que se les escape. Bajo ningún concepto deberían perdérsela.