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Lunes 11/11/2024
 

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Gutiérrez Aragón une en 'Rodaje' cine y novela, no tan lejos de su otra vida

La novela es una inmersión en el proceso creativo de una película, que el autor sitúa en un momento durísimo de la historia española: ejecución de Julián Grimau

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  • Manuel Gutiérrez Aragón -

Manuel Gutiérrez Aragón lleva desde 2008 dedicado exclusivamente a la escritura; su última novela, "Rodaje", es sin embargo una inmersión en el proceso creativo de una película, que el autor sitúa en un momento durísimo de la historia española: la condena a muerte y ejecución de Julián Grimau.

En una entrevista con Efe, el creador señala que empezó a escribir al "darse cuenta, no hace tanto", de que los mismos días en los que Luis García Berlanga estaba rodando "El verdugo" se juzgaba y condenaba a muerte al político comunista.

"Las casualidades nunca son casuales del todo", afirma el escritor. "Era el último ejecutado de la Guerra Civil y Berlanga se suponía que iba a hacer una comedia rosa, en broma, sobre un verdugo y no la especie de panfleto que le salió contra la pena de muerte".

"Rodaje" no solo es un recorrido por todo el proceso creativo de una película, sea cual sea el momento del rodaje, sino también una novela costumbrista en la que un hombre de provincias, como es Gutiérrez Aragón, pone sus ojos en Madrid.

Un Madrid gris y empobrecido de día, años sesenta de pleno franquismo, triste de guardias de la porra y cafés literarios de reuniones aplastadas por la censura, y brillante, colorido, atrevido y único por la noche, explica.

"En los sesenta empezaron a venir a rodar actores extranjeros, que eran muy guapos y llevaban otra vida, y el régimen intentaba ponerse al nivel internacional. Lo de Grimau -señala el escritor y cineasta- vino a caer como una bomba que interrumpió aquel proceso modernizador".

El guionista Pelayo Pelayo, que lleva el hilo conductor de la novela, es una especie de alter ego del propio Gutiérrez Aragón, si bien lo nutre con experiencias y situaciones ocurridas diez años antes de que él naciera; de hecho, su primera película, "Habla mudita", es de 1973.

Pelayo se rodea de amigos del partido, algunos cineastas como él, entre los que Gutiérrez Aragón cita con nombre y apellidos a Juan Antonio Bardem, o a Berlanga; protagonistas de reuniones clandestinas que, como ocurría en la realidad, a veces acababan a golpes en las celdas de la Dirección General de Seguridad.

La película que protagoniza "Rodaje" tiene como estrella a un actor guapo, excesivo, divertido y muy castizo, de nombre Juan Luis (igual que Juan Luis Galiardo, hace notar Gutiérrez Aragón), y casi hasta el final sólo 43 páginas escritas; con el guion incompleto, Pelayo redacta el resto del tirón encerrado en un burdel.

Imágenes tan cinematográficas como las que nunca dejará de tener en mente este cineasta, que no se ha arrepentido de retirarse del cine porque "las cosas cambiaron". Era 2008, recuerda, y "algo" le dijo que iba a ser muy difícil seguir haciendo las películas que él quería; ahora bien, confiesa a Efe que lo echa de menos, porque "como el cine, no hay nada".

"La gente, los técnicos, el equipo los actores, como eso -repite- no hay nada y la vida del escritor es muy solitaria".

Como cineasta, Manuel Gutiérrez Aragón (Torrelavega, Cantabria, 1942), ha sido merecedor de los premios más prestigiosos, desde el Nacional de Cinematografía, la Medalla de Oro de la Academia o la del Mérito a las Bellas Artes, al Oso de Plata del Festival de Berlín o varias Conchas de Plata y Oro del de San Sebastián.

También es miembro de la Academia de Bellas Artes de San Fernando, desde 2001 (ingresó en 2004) y en 2015 sustituyó en el sillón F de la Real Academia española de la Lengua a José Luis Sampedro, fallecido en 2013.

Se retiró del cine en 2008, tras el estreno de "Todos estamos invitados", su largometraje número 17, donde retrataba la vida de los amenazados por ETA a través de una historia basada en hechos reales, y empezó a ganar premios literarios.

Con su primera novela, "La vida antes de marzo", ganó nada menos que el Herralde (2009). Aquella novela se llamaba muy premonitoriamente "La vida después de marzo", se ríe el cántabro, con sus 79 años recién cumplidos, harto "como todos" de la covid y muy bien de salud, aunque en unos días, cuenta a Efe, le sacarán una piedra del riñón que, de momento, aguanta porque "no se mueve". Después vino "Gloria mía" (2012), "Cuando el frío llegue al corazón" (2013) y "El ojo del cielo" (2018); en 2015 escribió su homenaje al mundo del cine con "A los actores", un libro por el que ganó el premio Muñoz Suay de la Academia del Cine.

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