Quedamos con Juana Sánchez y Lola Caro, presidenta y vicepresidenta de la Asociación de Empresarios de Conil, en el Hotel Almadraba para conocer un poco más a fondo a dicho colectivo. El establecimiento, ahora cerrado al público hasta marzo, es un ejemplo visible del espíritu de esta localidad y de su empresariado local. Tras la fachada, sus patios rebosantes de plantas, su blancas paredes, su distribución, la madera, los cartelitos para nombrar cada una de las habitaciones, su terraza abierta al mar, a Castilnovo a la izquierda y con Los Bateles al frente y al fondo de un horizonte recortado por la suntuosas e históricas figuras arquitectónicas de Santa Catalina y la Torre de Guzmán, nos habla del encanto y del buen hacer de unos gestores que antepusieron la belleza a la rentabilidad pura y dura. Un hotel nacido a comienzos del siglo XXI que se erige sobre una vivienda familiar hecha con los retazos del esfuerzo familiar a través de los años.
Una vivienda que permaneció en las manos de esa misma familia, que jamás quiso desprenderse de ella, que siempre quiso que pasara de una generación a otra. Una vivienda con un pasado humilde en cuanto a trabajo y tesón y que hoy mantiene esa misma esencia. Es el ayer y el hoy que permanece como un eco perenne entre sus muros donde lo mismo se escucha los suspiros de fidelidad de unos clientes enamorados de ese encanto, que el crepitar de una cocina de leña tan lejana como hogareña.
Y así es Conil, un pueblo que mantiene su esencia, a pesar de los miles de turistas que lo visitan atraídos por ese encanto único que perdura en el tiempo gracias al esfuerzo y la unión de sus vecinos y vecinas...
¿Cómo surge la asociación de empresarios y cuál es su misión en un municipio como Conil?
–La asociación de empresarios surgió hace veinte años. De hecho, este 2023 celebramos su vigésimo aniversario. Nació a partir de un grupo de empresarios dedicados especialmente a la construcción. No todos, pero la mayoría. La idea que tuvieron se basaba en que si estábamos juntos, podríamos defender mejor el tejido empresarial local. Y ahí comenzó todo.
¿Cómo contribuye al desarrollo económico de la localidad el hecho de ir de la mano?
–Pues en Conil hay mucha diversidad de empresas, muchos sectores económicos diferentes y evidentemente crear una sinergia entre unos negocios y otros ayudan al desarrollo económico local. Tenemos campo, mar, turismo, restauración, construcción, comercios… y si cada uno va por su lado, Conil no sería lo que es hoy. Estamos muy bien considerados porque tenemos un poco de todo y nos complementamos unos a otros. Esa es la principal misión y nuestro secreto, que ya no lo es tanto. Y aunque no contamos directamente con socios dedicados a sectores como la agricultura o la pesca, sí contamos con intermediarios.
Lo cierto es que siempre se ha dicho que el secreto de Conil reside en esa unión cuyo único objetivo es el bien común del pueblo… ¿Es real?
– Sí, es real. Es real porque cuando hay un sector que necesita ayuda, ahí estamos todos para darle apoyo. Tenemos claro que la unión hace la fuerza y que hoy lo necesitas tú, mañana lo necesitaré yo. Hoy por mí, mañana por ti. Es algo que tenemos muy arraigado los conileños, somos así por naturaleza.
Son veinte años desde su creación y durante este tiempo los problemas y las demandas han variado. ¿Cuáles son los principales desafíos a los que se enfrenta el empresariado de la localidad en la actualidad?
–Pues tenemos muchos. Ya con llamarnos autónomos es una victoria diaria. Y a parte se necesitan mejoras en las distintas infraestructuras de la localidad. Hay que valorar las mejoras en las vías urbanas y que son cruciales. Evidentemente necesitamos una nueva depuradora, el mantenimiento de nuestros espacios naturales como los acantilados. Luego hay cuestiones que afectan a cada sector, como por ejemplo el alga asiática que afecta a nuestros pescadores pero que mañana también afectará al sector turístico. Otro problema es la sequía. Por otro lado, tenemos que fomentar las compras en el pequeño comercio porque lo que se gasta en Conil se reinvierte en Conil… En fin, seguro que hay más problemas pero que deben ser analizados y estudiados para tratar de darles una solución.
Conil es un pueblo que ya es referencia turística, lo cual conlleva muchas bondades pero también acarrea una serie de problemas…
–Somos referentes a nivel nacional gracias a nuestro enclave, nuestro clima, nuestras playas, nuestro entorno natural, nuestra gastronomía, nuestra cultura, nuestra historia y a la idiosincrasia de nuestra gente. Esos son nuestros atractivos y nos da el nutriente a muchas familias para todo el año. Es uno de nuestras principales vías de ingresos. Pero claro, nuestras infraestructuras están diseñadas para dar servicio a 23.000 habitantes y no dan abasto para atender cuando tenemos picos de hasta cien mil visitantes. Por ejemplo, necesitamos una estación depuradora con mucha más capacidad. Luego está el tema de la limpieza viaria y la recogida de residuos sólidos urbanos. O la situación de la falta de aparcamientos. O problemas de seguridad ciudadana. Son problemas que van de la mano del éxito turístico en un pueblo de veinte mil habitantes que durante varios meses cuenta con una población de cien mil. Es decir, son problemas derivados de la suerte de ser referente turístico. Y es que muchos pueblos de los alrededores nos miran y quieren tener lo que tenemos.
Desde la asociación, ¿qué esfuerzos se realizan para establecer una relación entre el sector empresarial y el tejido social?
–Lo cierto es que desde hace tiempo mantenemos una gran relación. Relación que se hizo evidente durante la pandemia cuando dimos y pusimos sobre la mesa lo mejor de nosotros, tanto el sector empresarial, como el social y el político. Aunamos fuerza y se hizo lo que nadie se imaginaba que se podía hacer. Todos dimos lo que teníamos y casi lo que no teníamos, por ayudarnos los unos a los otros. Ahí se vio lo que realmente es la sociedad de Conil.
¿Cómo calificarías las relaciones que mantiene con el Ayuntamiento y con el resto de administraciones públicas?
–Nuestra misión es siempre pedir porque somos inconformistas por naturaleza y siempre necesitamos más, necesitamos mejorar. Y como hemos hablado, Conil carece de infraestructuras para afrontar los problemas que surgen determinadas épocas del año. Ahora, lo que tenemos entre manos es la Depuradora, un proyecto que lleva tiempo trabajándose y que conllevó la creación de una plataforma ciudadana para apoyar a la administración local ante la Junta para que apueste por ella. Necesitamos también más recursos de transporte público desde los aeropuertos hasta esta zona. Es una carencia histórica. Ahora contamos con coches de alquiler o taxis porque venir en autobús es toda una odisea. Hay mucho que pedir. Por ejemplo, refuerzos en la seguridad porque la Guardia Civil de aquí no da abasto ante la masiva llegada de turistas. Nosotros tocamos todas las puertas esperando que nos hagan un poquito de caso en cada una de nuestras demandas.
¿Cómo os organizáis? ¿Cómo trasladan los socios sus demandas?
–Las peticiones nos llegan con mucha fluidez. Por un lado, contamos con los móviles y los grupos, al tiempo que contamos con una persona en la oficina de la AEC que se encarga de ello. Cualquier problema, duda o inquietud, que tengan los socios nos la trasladan para que veamos qué solución se le aporta y si tiene viabilidad. Y es que a la hora de pedir, hay que saber lo que se pide porque tiene que encajar con el Conil que queremos. Eso es lo que tratamos en la Junta que se reúne una vez al mes o más si hay cuestiones de urgencia.
¿Todo el mundo está de acuerdo con el Conil que se quiere?
–Eso es muy complicado. En una familia de cuatro ya surgen diferencias, pues imagínese en un pueblo con tantos intereses alrededor del turismo. Hay negocios que nada tienen que ver con otros. Hubo una época en la que se debatió si se instalaban camping… Pero realmente pensamos que hay mercado para todos, lo único es que desde la asociaciones apostamos a que todos juguemos con las mismas cartas. Eso es fundamental, que aunque seamos de sectores distintos, todos juguemos con la misma baraja.
La gran dificultad, imagino, es seguir creciendo pero con cierto freno para que las infraestructuras se adapten a ese crecimiento. Recuerdo en la Gala del Turismo de hace dos años, cuando el exalcalde, Juan Bermúdez, dijo que había que repensar, que reflexionar, sobre ese crecimiento, sobre si queremos más o paramos… ¿qué piensan desde la AEC sobre ello?
–Creo que habría que parar y pensar. A eso se le llamará repensar. Creo que es el momento de repensar sobre nuestro futuro, qué es lo que queremos, cómo lo vamos a conseguir. Sería oportuno parar y pensar sobre ello. Pensar qué queremos proteger, tanto en términos de riqueza como en términos de entorno natural. Aún así, es complicado. Es difícil mantener un equilibrio pero es necesario para seguir siendo referentes.
¿Qué importancia tiene la formación de los jóvenes?
–Pues le damos muchísima importancia. Tenemos una petición a Educación. La formación debe ir acorde al mercado laboral. No es viable una formación que no esté acorde a lo que demanda la localidad. Sucede a todos los niveles. Contamos con una juventud muy formada pero que están en trabajos infravalorados. Trabajan en cuestiones que nada tienen que ver con lo que han estudiado. La educación debe ir en paralelo a las necesidades laborales del país. Siempre digo que en Conil hay que inculcar a los niños que hablen alemán. Mis niños, que ahora tienen 18 y 20 años, hablan tres y cuatro idiomas. Eso habría que extrapolarlo a toda la localidad si queremos ser referentes internacionales. Es un error que se está cometiendo. Es una lucha en la que estoy muy implicada a través de las Ampas. Sé que no es fácil, pero hay que lucharlo.
¿Con cuántos socios contáis? ¿Realizáis campañas de captación?
–Contamos, más o menos, con 240 socios. Vamos creciendo. En cuanto a las campañas, nosotros no realizamos ninguna. Lo que hacemos es trabajar todos los días, informar y ayudar a quien lo necesita. Y desde la pandemia a este tiempo, el número de socios ha aumentado significativamente. Es decir, la gente ve lo que hacemos y esa es la mejor campaña.
¿Qué debe hacer uno para asociarse?
–Lo primero ser autónomo, tener el negocio en la localidad y tener ganas de trabajar y colaborar. Y si quiere entrar en la Junta, ahora está a tiempo (risas).
Claro, ¿la semana que viene se renueva esa Junta?
–Sí. El día 16 tenemos la asamblea de la mesa electoral.
¿Podemos adelantar los cambios?
–Bueno, es público. Yo (Dolores Caro Gallardo) soy vicepresidenta desde hace ocho años, durante los cuales la presidenta ha sido Juani Sánchez. Y ahora me toca dar el paso hacia adelante y lo haré con el apoyo de muchos de los que ya estaban y de otros que se incorporan. También hemos rescatado a un antiguo presidente que hará de mi mano derecha.
¿Sorprende aún que en estos últimos ocho años sean mujeres las que estén al frente de una asociación de empresarios?
–Aquí en Conil, no sorprende. Pero cuando vamos a la Confederación, sí sorprende un poco porque está compuesta por muchos hombres, algunos mayores porque parece que la gente joven no quiere implicarse, al menos es lo que parece. Es algo que está ocurriendo en la sociedad en general. Aún así, en la nueva lista de la AEC se incorpora gente más joven porque tenemos que empezar a trabajar el cambio generacional
Bueno, ahora se celebra una Feria de Eventos. ¿Cómo surge esa iniciativa y cuál es su objetivo?
–Es la primera edición. La idea surgió en 2020 pero no se pudo hacer por la pandemia. Y nació tras hablar sobre Expobodas y nos gustó, pero dándole más amplitud, de ahí que sea Feria de Eventos porque no solo hay que casarse en esta vida, hay que celebrarlo todo. Y claro, una celebración conlleva un montón de trabajo que implica a muchos establecimientos. En esta edición participan unas veinte empresas dedicadas a muchas actividades, desde chucherías, atracciones hinchables, catering, moda… es decir, quien tenga una celebración a la vista, si viene se puede llevar el pack completo. La idea ha tenido una gran acogida, de hecho hemos completado el cupo.
¿Se lleva a cabo en Santa Catalina?
–Sí, en la plaza. Es que queríamos que se celebrase en noviembre que es cuando el empresario está un poco más relajado y hay menos eventos, los cuales se empiezan a celebrar en primavera, con lo que la gente trabaja en ellos desde ahora. Y el lugar elegido es por si llueve, para estar protegidos. Además es un lugar muy bonito y céntrico.
¿Qué otro tipo de iniciativas promueve la asociación durante el año?
–Pues organizamos de forma bianual las jornadas de puertas abiertas del Polígono Industrial para dar a conocer las empresas que allí están instaladas y que muchas veces las desconocemos. Ese es el objetivo y se organizó con la colaboración del Ayuntamiento y la Diputación con un gran resultado, aunque habrá que hacer mejoras, por ejemplo, ampliar el espacio que se quedó pequeño. También organizamos la Ruta de la Tapa que ha concluido hace poco con un balance positivo. Muy positivo. En esta ruta vemos un pique, sano, entre los establecimientos para ver quién elabora la mejor tapa y eso nos ayuda a mejorar. De hecho, la calidad este año ha sido extraordinaria, aunque tenemos que reivindicar que se usen más los productos locales y no tanto algunos de fuera que ya casi los vemos como nuestros. Es algo que nos trasladó el jurado, que nos dijo que estaba todo riquísimo pero que veían cosas que no eran propias del lugar y nos sugirió que esta petición la dijésemos tal y como lo estoy haciendo ahora. Es decir, trabajar más con nuestra materia prima que es maravillosa, como nuestras recetas tradicionales, aunque se les dé un punto de vanguardia. Y ahora estamos con la Feria de Eventos.
Conil cuenta con un verano repleto de turistas, además de contar con rutas gastronómicas durante el año, la Semana Santa… Cuando se habla de luchar contra la estacionalidad del turismo de sol y playa, ¿estáis ya satisfechos o aún queda por hacer?
–La situación perfecta es que fuese una línea recta durante todo el año, pero es imposible porque nuestro principal atractivo es el sol y la playa. Aún así, el sector turístico está implementado por muchos otros atractivos como la gastronomía, la naturaleza, la cultura… tenemos mucho que enseñar. Es una lucha porque queremos más, pero si pensamos en lo que había cuando abrí el hotel, pues resulta que se ha mejorado mucho en esa lucha contra la estacionalidad, sobre todo en cuanto a la primavera y el otoño. Antes, después de la feria ya se acaba todo y ahora llegamos a noviembre con turistas, y en marzo regresan de nuevo. Incluso en Navidad. Hemos conseguido mucho pero queremos más, porque somos así. Además, ayudaría al empleo para que los fijos discontinuos sean fijos, sería perfecto. Pero nos queda, aunque ahora llega la Feria de Eventos, luego la Ruta del Retinto, luego la Navidad y así casi todos los fines de semana en los que nos estamos reinventando.