Lo que estaba siendo un partido plácido para el Barcelona B, que se divertía a costa de un Córdoba que era un juguete roto en sus manos, acabó siendo un angustioso trance para los locales cuando, en los últimos minutos, los andaluces marcaron dos goles y tuvieron el empate en un balón al larguero (4-3).
Fueron dos partidos, uno de 87 minutos y otro jugado en los últimos cinco. El primero de ellos se jugó en ese patio del Miniestadi en el que los habitantes de guardería azulgrana se foguean a la espera de cotas más altas. Joyas como Deulofeu o Luis Alberto, cuya conexión decantó el choque en el primer tiempo.
Aun así, las cosas podrían haber sido muy distintas de no ser por un infantil e incomprensible error de Rennella. A los veinte minutos, diez antes del gol del Barça B, un centro al área local fue rematado por Pedro, ante una mala salida del joven meta Bañuz, de 19 años, que esta tarde partía como titular ante la ausencia de Oier, por sanción, y Masip, con el primer equipo.
El balón rematado entraba ya por sí solo, pero dos jugadores del Córdoba quisieron rematar el balón bajo palos. El ansia les pudo y el hambre, en ocasiones, ofusca todo atisbo de razón. Uno de los dos era Rennella, que partía en fuera de juego, y el colegiado no dudó en invalidar el tanto.
De esa equivocación, que pudo cambiar el choque para un lado, se pasó a todo lo contrario cuando Luis Alberto, erigido de nuevo en el auténtico comandante del filial, lanzó un pase preciso a Deulofeu. Era una jugada de apenas dos jugadores contra media docena de rivales. Pero esa pareja de baile vale por un equipo entero.
El extremo de Riudarenes recibió la geométrica asistencia entre líneas y, ante el meta rival, aparcó su electricidad habitual para definir con una gélida pausa. Un toque suave y sutil para avanzar a los de Eusebio Sacristán en el marcador.
Del Córdoba bien plantado que en el arranque había visto cómo dos disparos peligrosísimos de Pedro pasaban besando el larguero se pasó a un equipo desdibujado, rendido a su rival y a un Luis Alberto que, tras la reanudación, dejó de ser cartero y se transmutó en asesino silencioso, con un disparo cruzado que ampliaba distancias.
El partido parecía sentenciado, aunque el conjunto andaluz tuvo un conato de rebeldía en un testarazo de López Garay que acortaba la brecha tras un saque de esquina. Berges hacía un doble cambio inmediatamente, cambiando a sus dos puntas en busca de la reacción.
Fue un breve espejismo. Dongou, apenas tres minutos después, domaba un espectacular cambio de banda de Deulofeu y, con un disparo seco, aniquilaba cualquier posible titubeo. Y Araujo ponía el cuarto tras un magnífico control orientado a pase de Luis Alberto.
Pero lo finiquitado se enloqueció y empezó otro encuentro cuando, en el minuto 87, Bañuz cometió un gravísimo error al no atajar un disparo a priori fácil de Pedro que se le coló entre sus manos. Xisco, en el 90, marcaba el 4-3 y, Pedro, en la última jugaba, tuvo el empate. Pero el larguero desvió su remate y el Córdoba, al borde la gesta, suma solo dos puntos de los últimos quince.