El guitarrista norteamericano Pat Metheny ha ofrecido hoy en el 38 Festival de la Guitarra de Córdoba su rostro jazzístico más clásico con un agradable concierto en el que ha brillado especialmente su conexión con el baterista mexicano Antonio Sánchez.
El maestro de Missouri, primer plato fuerte del apartado jazzístico del 38 Festival de la Guitarra de Córdoba, defiende básicamente la escucha como motor de la experiencia; por lo que durante esta gira española ha ido pidiendo a su audiencia que aparquen los móviles mientras dura el concierto, algo que en Córdoba tampoco se le oyó de viva voz.
Metheny se tomó una hora para dirigirse al público cordobés, ante el que reconoció el honor de estar en una cita que conoce bien -ha venido en varias ocasiones-, en una ciudad, Córdoba, a la que ha definido como "el hogar de la guitarra", y en un festival prestigioso en el que se siente parte "de una comunidad".
Antes de articular palabra, solo había hablado con la guitarra. Metheny quería atención y la tuvo y, a cambio, ofreció un concierto de algo más de dos horas en el que brilló con un repertorio mucho más clásico que el que realizó en su última visita al festival, hace apenas cuatro años, en la que vino con el Unity Group, presentando "Kin".
De aquella formación ha repetido en Córdoba su inseparable baterista Antonio Sánchez, conocido por poner banda sonora a los desvaríos mentales de Michael Keaton en "Birdman" (González Iñárritu, 2014), y que, cuando al filo de la hora de concierto ha sido presentado junto al resto de la banda, ha sido hasta coreado por el público.
El suyo es un virtuosismo poco frecuente en esta época, en la que brillan los bateristas percusivos, por la forma en que habla a través de los platillos, y que sitúan al baterista mejicano más cercano a los clásicos, y más concretamente a Max Roach, el nombre que acercó la batería de jazz a la modernidad.
Y, si Sánchez ha sonado a Roach, Metheny ha escogido para esta gira su versión más serena con la que ha revivido a mitos como Wes Montgomery, Grant Green, Kenny Burrell e incluso George Benson en los pasajes más suaves de la noche, pero especialmente, al propio Pat Metheny, la leyenda de la guitarra jazz.
Una leyenda que arrancó con la guitarra Pikasso en la mano -la cambió un par de veces-, y en la que, del monólogo inicial en clave folk, se dio paso a un certero diálogo netamente jazz entre el líder y sus músicos, desde la contrabajista de origen malayo Linda Oh, al galés Gwilym Simcock al frente del piano y los teclados, pero especialmente con Sánchez, hoy por hoy, parte irrenunciable para Metheny, del mismo modo que, en otra época, lo fue Jaco Pastorius al bajo.
En una gira que muestra un aroma más espiritual, el Metheny que ha visitado Córdoba ha sido una versión más reflexiva de sí mismo, y no hay nada que reprochar al que probablemente sea el mejor guitarrista vivo de jazz en todo el mundo.