No conocía limites ni quería entrenarse en reconocerlos .Cornelio era descarado y caradura en intensidad y extensión . Su desinterés, desidia y despreocupación por todo lo que le afectaba a los demás, le convertía en un experto en escaseces en aciertos y abundancia en errores.
Su coherencia era cero en todos los aspectos y su nota resultaba muy notable en imprudencias y frivolidades y hay quienes en este juego diabólico se sitúan fuera de la realidad , lo que termina creándoles en ocasiones serios problemas con ellos mismos, con el entorno y en su relación con los demás..
Cornelio había llegado a cubrir su máximo nivel de incompetencia y ocupaba un escaño en un Parlamento autonómico por el partido de la mayoría que gobernaba en aquella Comunidad. . Como muchos otros que se apuntaban a caballo ganador , en lugar de fomentar el dialogo y el entendimiento, alimentaba la crispación y el desencanto.
Como buen descarado y caradura , se situaba en los extremos para hacerse notar , y huía de conseguir acuerdos , paz social y política constructiva , y situaba el debate político en un clima de enfrentamiento y beligerancia , y en lugar de esforzarse en cicatrizar las heridas físicas y emocionales , las abría , con preguntas sin respuesta , con alianzas con individuos que estaban en un permanente cuestionamiento de la democracia. .
Era vanidoso y narcisista , y pensaba que el mundo y los demás existían gracias a él, y cuando se ponía trascendente resultaba insoportable Había leído el mejor libro , presumía de conocer mejor que nadie la condición humana, y con tal de conseguir y mantenerse en el poder era capaz de hacer cualquier cosa.
Toda su vida era una estafa en la que pensaba una cosa y hacía justamente lo contrario, aunque en su descaro y caradura, la elección del lenguaje es vital para que situemos a quienes nos lee en el contexto , y no carguemos las tintas ni rebajemos y quitemos importancia a los hechos .
Para este tipo de personajes , la ley no sirve para administrar justicia sino para amenazar, y lejos de argumentar sus razones , se convierten en unos parlanchines y autosuficientes. Se creen en posesión de la verdad absoluta y presumen de saber todo lo que ignoran , lo que les transforma en seres atrevidos y peligrosos.
A pesar de su retórica , entre la falsedad y el descaro, no suelen pisar mucho la calle , y terminan en ser unos adictos a las moquetas y maderas nobles de los despachos , no siendo capaces de implicarse con los problemas que afectan a sus vecinos , ni tienen capacidad de iniciativa ante las situaciones que forman parte de las soluciones y no de los conflictos.
Estos descarados y caraduras , solo verbalizan su compromiso con lo que enfáticamente llaman pueblo , cuando se acerca algún tipo de sufragio , pero olvidan con frecuencia que son empleados del mismo , y su obligación es estar siempre a disposición de la ciudadanía , y que en todo momento deberían mantener un necesario equilibrio entre la ética y la estética de los que se dedican o pretenden dedicarse al noble arte de servir a los demás.
Lo que al común de los mortales se nos permite con una menor o mayor benevolencia , en aquellos que nos representan o aspiran a hacerlo , es una licencia que no les podemos permitir , y están obligados no solo a ser ejemplares sino a parecerlo en todo momento y lugar .
Quienes se acercan a la vida pública han de saber escoger el momento de entrar , estar y salir , han de aprender a marcar sus tiempos.