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Curioso Empedernido

Palabras para dialogar

La dialéctica política obliga en ocasiones a emplear un lenguaje duro, pero que nunca , y bajo ningún concepto, puede caer en el insulto

Publicado: 07/11/2024 ·
16:48
· Actualizado: 07/11/2024 · 16:48
Autor

Juan Antonio Palacios

Juan Antonio Palacios es observador de la conducta humana, analista de la realidad y creador de personajes literarios

Curioso Empedernido

Curioso empedernido. Curioso de las tres pes, por psicología, la política y el periodismo, y alérgico a las fronteras y murallas

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Decía el filósofo francés Michel de Montaigne que “La palabra es el arma de los humanos para aproximarse unos a otros”, y yo añadiría con todo el respeto para separarnos e incluso expresar nuestras fobias y odios. Venimos observando con perplejidad y preocupación la actuación de algunos de nuestros representantes políticos en sus comparecencias y declaraciones, y aunque siguen siendo una minoría, porque siempre es injusto y falso la generalización del “todo son iguales”

Lo que parece claro y evidente a juzgar por sus palabras, la comunicación entre quienes deberán mantener una línea de dialogo desde la discrepancia, no solo no es buena, sino que podríamos manifestar sin temor a equivocarnos que brilla por su ausencia .

La dialéctica política obliga en ocasiones a emplear un lenguaje duro, pero que nunca , y bajo ningún concepto, puede caer en el insulto, y podemos legítimamente defender nuestras ideas y posiciones, sin por ello, utilizar palabras hirientes hacia el adversario .

No deberíamos mezclar nuestras simpatías y antipatías personales con nuestros criterios políticos, porque será el camino de la arbitrariedad y el despropósito. A cualquier responsable público habrá que aprobarlo o censurarlo en base a sus actuaciones y siempre desde el respeto al otro, nunca desde el menosprecio.

Cuando observan algunas actitudes, los ciudadanos y ciudadanas se preguntarán con sorpresa, si han elegido a sus representantes sólo para que nos ofrezcan el triste espectáculo de la pelea inútil y estéril , en una carrera sin sentido para conseguir el mejor titular, sin atender nuestras demandas, escuchar nuestras preocupaciones y resolver nuestros problemas.

Hay representaciones que no cuelan, porque es el votante quien decide, quien debe gobernarnos y quien ha de estar en la oposición, no es creíble la crítica destructiva que denigra a quien la practica. Al oponente hay que reconocerle lo positivo y señalarle lo negativo.

Uno de los mayores vicios que se adquieren en cuanto se asume la púrpura del poder, es situarse a la defensiva cuando son atacados y se pierde la capacidad de escuchar, y de la palabra para dialogar, no dejando espacio y tiempo para la discrepancia y a la  discusión.

Con excesiva frecuencia, unos y otros, los de aquí y los de allá , los nuestros y los de los otros , los de aquí y los de allá , los nuestros , no resisten la tentación de ante cualquier circunstancia y en cuanto tienen la menor ocasión largarnos un insoportable y soporífero sermón , con lo fácil y efectivo que resulta coger el toro por los cuernos e ir directo al grano.

Pero con toda sinceridad los que más miedo me dan , son aquellos que no tienen discurso sino la bolsa y piensan lo que tu quieras , en función de las monedas que les eches, o aquellos otros incapaces de admitir que pueden equivocarse , de saber que existen otros puntos de vista y estos pueden ser acertados en algunos momentos.

También le niegan cualquier autoridad a la política los que se sitúan al margen de la legalidad, exigiéndoles a sus votantes lo que ellos son incapaces de cumplir, en el cínico ejercicio de haz lo que yo te diga pero no lo que yo haga. Dentro de este dialogo vacío, están aquellas mujeres y hombres públicos que parecen ir por un camino , mientras los ciudadanos van por otro, cuyo mayor mérito no es lo que son capaces de hacer sino procurar que el otro no lo haga, convirtiéndose en doctores de la envidia y la mezquindad.

Hemos de superar todos los inconvenientes ,con una amplitud de miras y una buena disposición hacia los intereses de los ciudadanos, donde la iniciativa se imponga a la comodidad y a latorpeza de quienes están instalados en el ombliguismo político, y no se dan cuenta que la democracia no se aprende en ningún parlamento, sino en contacto con la calle, hablando con la gente. Que ser demócrata es ante todo una actitud ante la vida.
 

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