El serbio, que acumula 27 partidos seguidos sin perder en Wimbledon, ya es el hombre con más finales de Grand Slam en la historia (32)
El serbio, que acumula 27 partidos seguidos sin perder en Wimbledon, ya es el hombre con más finales de Grand Slam en la historia (32), una más que el suizo Roger Federer y que el español Rafael Nadal, que no pudo seguir su estela al bajarse de la semifinal contra Nick Kyrgios por una lesión abdominal.
Djokovic no pierde en estas pistas desde los cuartos de final de 2017 y está a un partido de sumar su cuarto título consecutivo en el All England Club, una hazaña a la altura de Bjorn Borg y Federer, que lograron cinco, y Pete Sampras, que se quedó en cuatro.
El encuentro ante Norrie parecía poco más que un trámite para el ganador de 20 'major', porque el británico es un novato en estos partidos y porque hasta hace no mucho era impensable que disputara unas semifinales en Wimbledon y mucho más que tuviera opciones de ganar.
Su choque previo, en las Finales ATP, con un Djokovic que solo se dejó tres juegos, fue el más claro ejemplo de la brecha tenística que existe entre los dos, pero el británico, con un público enfervorecido a su favor, se creyó que podía dar guerra.
Los gritos de los ingleses cada vez que Norrie ganaba un punto eran fiel reflejo de aquella final que Djokovic le levantó a Federer en 2019. Se podían contar los adeptos del serbio con los dedos de una mano, mientras que a Norrie le saltaban seguidores a borbotones.
Con esa atmósfera, Norrie, con la cara llena de crema solar, se aprovechó de un Djokovic desconcertado por el sol y los casi 30 grados de la capital británica.
Tras un primer set catastrófico, con doce errores no forzados y tres saques cedidos, Djokovic, avistando una debacle histórica, se puso la gorra. Gesto a priori anecdótico, pero con el que cambió el encuentro.
Redujo la sangría de errores no forzados (cometió solo 9 en los dos siguientes sets) y se merendó a Norrie, que cumplió los pronósticos y no pudo derribar al seis veces campeón en la Catedral.
No estaba aún así cómodo el de Belgrado, que se quejó en numerosas ocasiones a su banquillo, pero tampoco necesitó su nivel más excelso para impulsarse ante el inglés. Con un parcial de 18 a 9 le quitó cualquier opción que pudiera tener y ahogó los gritos del público británico, que confió en su chico hasta niveles insospechados.
Con el triunfo, Djokovic aspirará este domingo a su Grand Slam número 21, a uno de Nadal y uno por delante de Federer. Sería su séptimo Wimbledon, empatando a Pete Sampras, a uno del suizo y a dos del récord total de Martina Navratilova.
Su rival será el australiano Nick Kyrgios, con el que solo se ha enfrentado dos veces, en 2017, ambas con triunfo para el de Camberra.