Carlos Alcaraz se ve "terminando el año como número uno" del tenis mundial y está plenamente centrado en dar lo mejor de sí en las pistas, al tiempo que se molesta porque se le atribuya un noviazgo con la joven tenista María González.
"Es mi vida privada y, además, es mentira", aseguró este viernes el joven tenista murciano, de 19 años, campeón del Abierto de Estados Unidos, donde conquistó su primer título de Grand Slam y accedió a la cima de la ATP.
El de El Palmar fue recibido en el Palacio de San Esteban por el presidente de la Comunidad Autónoma de Murcia, Fernando López Miras, en un acto al que asistieron también su padre, Carlos Alcaraz González; su representante, Albert Molina; el consejero de Presidencia, Turismo, Cultura y Deportes de Murcia, Marcos Ortuño; el director general de Deportes, Francisco Sánchez; y el presidente de la Federación de la Región de Murcia, José Alcolea.
López Miras dijo del tenista: "Es el mejor embajador que tenemos, el número uno del tenis más joven de la historia". "Es un orgullo ser de la misma tierra que Carlos", añadió.
"Hay 87 millones de tenistas en el mundo y el número uno es de El Palmar, de Murcia y de la Región, y, además, llega a los corazones de la gente y comparte cada victoria con un millón y medio de murcianos que están detrás de él en cada partido", subrayó.
Seguidamente, Carlos Alcaraz respondió a las preguntas de los periodistas en una rueda de prensa en la que no esquivó ninguna cuestión de las que se le plantearon.
El líder de la ATP dejó claro su sentimiento de pertenencia. "Llevo el nombre de Murcia y de España con mucho orgulloso de ser de El Palmar, murciano y español y trato de transmitir valores y el mensaje de que nada es imposible y que hay que perseguir los sueños con ilusión", dijo, y mostró su agradecimiento a las personas que le rodean: "Para mí es lo más importante para recorrer un camino que no es de rosas y que lleva detrás muchísimas horas de entrenamiento".
Sobre su vuelta a casa tras la exitosa gira americana tan brillantemente rubricada en Nueva York con el triunfo en el cuarto y último 'major' de la temporada, subrayó: "Para mi familia no ha cambiado nada después de ganar el US Open y es como si hubiera ganado cualquier otro torneo". "En casa si me tienen que regañar por algo lo hacen pues tengo 19 años y es lo normal", aseguró.
Además, volvió a lamentar no haber podido enfrentarse al suizo Roger Federer, uno de sus ídolos y que precisamente este viernes disputaba su último partido como profesional, haciendo pareja con Rafa Nadal en la Copa Laver en Londres.
"He crecido viendo por jugar a Federer por televisión y me hubiera encantado haberme enfrentado a él. No ha podido ser y tal vez podamos hacerlo alguna exhibición en el futuro", declaró.
Después de tanto desgaste y tanta presión que ha acumulado en las dos semanas de competición en Nueva York y los posteriores actos comerciales y de protocolo en los que ha participado, Alcaraz admitió estar cansado física y mentalmente.
"Apenas he tenido tiempo para asimilarlo, pues aunque llevo unos días fuera de la pista, ha habido compromisos y eso no me ha permitido desconectar como me hace falta", manifestó.
De hecho, comentó que esta noche saldría a dar una vuelta con los amigos, pero sin perder de vista su gran pasión: "También estaré con el móvil siguiendo el partido de Federer y Nadal".
Con respecto a su evolución, que le ha llevado del puesto 32 en el que empezó el año al número uno que ahora ocupa, reconoció que es "un tenista diferente al de hace un año".
"Antes iba a los torneos a aprender y ahora, aunque todavía tengo mucho que mejorar, trato de que no me afecte negativamente la presión y sólo quiero seguir disfrutando del tenis y sonreír en la pista", agregó.
Uno de los siguientes torneos que disputará es el Masters 1.000 de París-Bercy, donde tan mal lo pasó el pasado año cuando perdió frente al francés Hugo Gaston un partido que tenía muy encarrilado.
El murciano, con el público animando a su rival y celebrando sus errores, acabó ese encuentro llorando y cubriéndose la cabeza con una toalla, pero casi un año después ha dejado claro que se alegra de lo que le pasó.
"No iré a París con una presión añadida por lo que ocurrió y me vino bien pasar por algo así tan pronto para poder saber controlar una situación similar, como por ejemplo en las semifinales del US Open contra Frances Tiafoe con el público animándole a él por ser americano. Acudiré a ese torneo como si fuese cualquier otro y con la intención de dar lo mejor de mí, como siempre", manifestó.
En el tramo final de la temporada, la posibilidad de cerrar un 2022 de ensueño en la cima de la clasificación mundial es más que real para Alcaraz, que suma 6.740 puntos y aventaja en 890 al noruego Casper Ruud, en 930 a Rafa Nadal y ya en 1.675 al ruso Daniil Medvedev.
"Me veo terminando el año como número uno aunque todavía quedan cuatro torneos puntuables y bastante en juego", afirmó alguien que confía en seguir de la misma manera y "obviamente entrenando con Juan Carlos Ferrero en Villena".
"No hay nada que cambiar. Mi tío, que es un fanático de la vela, decía que cuando el barco va bien no hay que tocar nada", puso como ejemplo.
El efecto Alcaraz hace que en la Región de Murcia sean muchos los niños y las niñas que quieren jugar al tenis y el protagonista de ese "boom" no oculta su satisfacción: "Me encanta poder inspirar con lo que yo hago en el deporte que desde siempre ha sido prácticamente el foco de mi vida".
Alcaraz, quien sigue también el circuito femenino y se ha declarado admirador de Paula Badosa y la británica Emma Raducanu, sólo ha dejado un momento en el que se ha puesto serio a lo largo de la rueda de prensa, cuando se le consultó por la relación con María González, una joven también tenista e igualmente murciana, que acabó, dijo, hace más de un año.
"Me molesta que digan eso porque es mi vida privada y, además, es mentira, aunque ella y yo a día de hoy nos llevamos bien", subrayó sobre ese asunto.
Tras la recepción y la comparecencia ante los periodistas, Alcaraz fue aclamado por decenas de personas que se agolpaban a la salida del Palacio de San Esteban, incluidos los invitados a una boda que se celebró en la Iglesia de San Miguel, y , firmando autógrafos y haciéndose fotos, tardó un buen rato a recorrer los escasos metros que le separaban del vehículo en el que había llegado.