La selección española masculina de balonmano logró una valiosa victoria (22-33) ante Hungría que confirma matemáticamente su pase a cuartos de final en los Juegos Olímpicos de Londres, a falta del último encuentro que disputará en el grupo B, contra Croacia.
En el cuarto partido de la ronda de clasificación, los de Valero Rivera comenzaron tomando posesión de la pista, a pesar de un inicio agresivo de una Hungría, que se jugaba su paso a cuartos, ya que tan sólo había ganado un único partido, contra los teóricos débiles del grupo, Corea. Sin embargo, un ágil contragolpe permitió a sus rivales ponerse por delante en el marcador, gracias a un gol de Julen Aguinagalde, quien se convirtió en el gran peso anotador de España.
Los magiares reaccionaron, no obstante, supieron reaccionar y también al contragolpe fueron capaces de mantener la pista de sus rivales en el marcador. Los minutos iniciales arrancaron con los dos contendientes fuertes y una actuación especialmente activa del pivote español, que repitió anotación en los primeros cinco minutos del encuentro, al igual que el otro gran referente de los húngaros, el ex barcelonista Laszlo Nagy.
Notablemente incisivo se mostró también el español Jorge Maqueda, quien en los primeros cinco minutos se había anotado ya tres goles, aprovechando los espacios que los pupilos de Valero Rivera encontraron en la zaga rival. Los húngaros consiguieron por su parte encontrar los flancos en la española y a los ocho minutos de encuentro habían igualado el marcador a cinco, gracias a la continuidad del buen juego en el lateral de Nagy.
La concentración se convirtió en la clave de España, que mostraba un juego con determinación arriba y sin errores en el pase, pero que a la vez se veía sorprendida en defensa. Sin embargo, la seguridad del guardameta Arpad Sterbik, que volvió a ponerse bajo los palos tras los problemas físicos con los que había comenzado los Juegos, evitó que la presión de Hungría se materializase por delante en el marcador.
En el ecuador de la primera parte, la igualdad se mantenía (9-9), aunque era España la que marcaba el ritmo del encuentro. El principal problema estaba en su capacidad de anotar una vez arriba, ya que cada vez que no encontraba a Aguinagalde en el contragolpe, sufría para resolver en ataque. Además, los errores que amenazaban en defensa se hicieron realidad y Hungría logró por primera y única vez en la primera parte ponerse por delante gracias a un gol de Nagy.
El tanto sirvió sin embargo de acicate para los españoles, que diseñaron una presión que llevó a Aguinagalde a anotar por quinta vez en su batalla particular con el lateral húngaro. Sin embargo, con el empate a diez, Joan Cañellas falló un penalti clave que les hubiera devuelto una superioridad que, finalmente, logró imponer un gran disparo desde el extremo izquierdo del lateral Cristian Ugalde.
Con todo, los hombres de Valero Rivera no acababan de mostrarse cómodos en la cancha del Copper Box y aunque sus llegadas arriba eran constantes, encontraban dificultades para convertirlas en gol, especialmente gracias a una notable actuación del portero Roland Mikler. Sumado a la incesante presión de los húngaros, el marcador de la primera mitad se convirtió en un fiel reflejo de lo que ocurría en la pista, con una igualdad garantizada por dos zagueros en modo resolutivo.
La constancia de Aguinagalde fue la responsable de dar a los suyos una ventaja que amplió Albert Rocas en un gran disparo en el que se vio sólo ante Mikler (14-12) y que aumentó nuevamente el pivote español, que se confirmaba con uno de los hombres del encuentro al sumar la mitad de los 15 goles que sumaba su equipo. Una última jugada antes del pitido arbitral permitió al combinado irse al descanso con tres tantos por delante (16-13).
En el segundo tiempo los dos equipos salieron acorde con su posición en el marcador. Una España más errática dio paso a una Hungría que sabía que necesitaba anotar y, tras un error en la defensa, que dejó escapar a Gabor Csazar, el que está considerado como uno de los mejores centrales del mundo logró reducir diferencias.
Un penalti transformado por Albert Rocas permitió sin embargo a los de Rivera ampliar su ventaja, tras un intercambio de goles propiciado por las dudas en ambas zagas (18-14). Con más de la mitad del tiempo agotado, el planteamiento cambió por parte de los dos equipos, con el español empeñado en maximizar su baza, el contragolpe.
Los húngaros, pese a atrincherarse, no pudieron evitar que la diferencia llegase a los cinco puntos en los primeros siete minutos (20-15), la máxima del encuentro, a pesar de un cuestionado gol de Ivancsik que los árbitros checos permitieron a pesar de unos pasos claros.
Pese a ello, la ventaja supuso una inyección de moral para España, que se mostró más firme en el ataque, con pases calculados que desesperaban a una Hungría incapaz de recortar los puntos que la separaban del empate. Sólo un penalti materializado por Csaszar en una portería dominada ahora por el veterano José Hombrados permitió reducir distancias (21-17). Pronto, sin embargo, Albert Rocas devolvió con la misma moneda para mantener el quinteto.
ESPAÑA NO BAJA EL RITMO
La intensidad se mantuvo hasta el minuto 13, cuando España consiguió su mayor renta (24-18), aunque al precio de una seria caída del autor del tanto, Daniel Sarmiento, que tuvo que abandonar la pista acompañado de los servicios médicos. El ecuador de la segunda mitad, sin embargo, se cumplió con un gol de Nagy, que rivalizaba en número, siete, con otro de los grandes hombres del conjunto español, Jorge Maqueda.
Aún así, supo mantener un buen ritmo en ataque, que combinó con una acertada defensa que supo cubrir con eficacia los huecos de la primera parte. Los húngaros, por su parte, mantuvieron su juego agresivo y los médicos españoles tuvieron que entrar de nuevo en la cancha para socorrer a Ugalde, cuya caída había propiciado un penalti transformado por Rocas. Una brillate jugada inmediatamente posterior de Víctor Tomás dejó la máxima ventaja para España (26-19).
La presión arriba llevó a que el propio Ugalde la elevase hasta los ocho tantos cuando restaban nueve minutos de encuentro, en un contragolpe que un minuto después calcó Viran Morros para dejar a España con una notable diferencia (29-20), que le permitió desplegar su mejor juego e incrementarla hasta los diez gracias a un penalti transformado por Víctor Tomás.
La cadena de anotaciones continuó por los dos bandos, primero Ugalde y después Mocsai, pero poco podían hacer ya los húngaros para salvar el partido ante la superioridad mostrada española en el segundo tiempo. Aunque redujeron la ventaja, la victoria estaba decantada del lado de los españoles, que llegaron incluso a aumentar la diferencia de goles hasta los once, para rubricar un brillante 33-22.