Si nada cambia, el segundazo del Betis está visto sentencia. Ni Leo Baptistao, ni Rubén Castro que falló un penalti ni el tanto de Jorge Molina pudieron impedir la derrota ante Osasuna merced a los goles de Roberto Torres y Jordi Figueras en propia puerta. Los verdiblancos ya están a siete de la salvación.
Antes del partido y como se tratase de un partido de presentación, las gradas del Villamarín contemplaban el lujoso videomarcador y su posterior presentación repleta de efectos especiales cuya narración en el once titular culminaba el flamante fichaje verdiblanco, Leo Baptistao.
Pero este año el Betis está gafado para todo y eso es algo irrefutable. No por mala suerte, sino porque el equipo es incapaz en la mayoría de los partidos, incluso, de aguantar ni dos minutos sin que le metan un gol el rival.
El tiempo justo para que un centro de Álvaro Cejudo desde la banda derecha fuera rematado de cabeza por Roberto Torres comiéndole la tostada a Juanfran. Lamentable el lateral diestro en la jugada. Osasuna, se adelantaba estrenando el nuevo luminoso.
Y eso que Baptistao no tardó en ponerse manos el mono de trabajo para demostrar la calidad y la clase que atesora. Hasta tres ocasiones de manera consecutiva creaba en apenas diez minutos. De cabeza, tras un regate con tiro desviado dentro del área y desde fuera de la frontal. Todas ellas, sin embargo, no corrieron la fortuna del gol.
Las cosas no le salían al Betis mientras el cuadro navarro, a la chita callando, lanzaba peligrosísimas contras que a punto estuvo de aprovechar De las Cuevas; si bien su disparo de marchaba desviado.
El Betis no dejaba de rondar las inmediaciones de Andrés Fernández, acertadísimo en cada una de sus intervenciones pero otro revés amén del tanto visitante; se produciría en el 37 de la primera mitad en Heliópolis cuando una torpeza de Nono elevando el codo contra De las Cuevas, le costaría al canterano la expulsión por una doble amarilla dejando al conjunto bético con un futbolista menos.
Sin duda, 45 minutos para olvidar y toda una segunda mitad por afrontar le quedaban a los de Garrido cuyo devenir en el encuentro no pintaba nada bien.
Doble cambio en el arranque del técnico valenciano. Jordi Figueras y Jorge Molina sustituían a Juanfran junto a Salva Sevilla sufriendo además una reestructuración deportiva en defensa, pasando a formar con tres centrales.
Pero el cambio no podría haberle salido peor al técnico verdiblanco; y eso que Baptistao volvió a tener el gol del empate en sus botas, de no ser por un paradón de Andrés Fernández a bocajarro, resolutivo una vez más.
Minutos después, un centro raso de Damiá era empujado hacia su propia portería por Figueras 56’, completando una nefasta actuación. ¿Había tocado fondo el Betis? No. Lo peor estaba por llegar.
Un halo de esperanza se abría cuando Andrés Fernández derribaba a Rubén Castro dentro del área. Roja para el meta rojillo y el canario, que no está en su mejor forma, enviaba el balón desde el punto fatídico al larguero para desesperación de la grada que creyó con el gol de Molina en el minuto 80 culminando una fantástica pared con Chuli pero cuyo gozo se quedó en un pozo de amargura.
Un Betis que, si un milagro no lo remedia, va a dar con sus huesos en Segunda.