Ruth Beitia, subcampeona del mundo de altura el domingo pasado en Portland (EEUU), se mostró confiada en lograr una medalla en Río de Janeiro, algo que haría "realidad el único sueño" que le queda como deportista profesional.
La medalla de plata lograda en Portland se suma a la extensa colección que Beitia tiene y que se resume, al aire libre, en una mundial (bronce en Moscú 2013) y dos europeas (oros en Helsinki 2012 y Zúrich 2014), y en pista cubierta en tres mundiales (plata en Doha 2010 y Portland 2016, bronces en Moscú 2006 y Sopot 2014) y cuatro continentales (oro en Gotemburgo 2013, platas en Madrid 2005, Turín 2009 y París 2011, y bronce en Birmingham 2007).
"Estoy muy contenta de traer otra medalla para España, que en un cincuenta por ciento es de Ramón Torralbo, mi entrenador. La medalla es el trabajo de veintiséis años juntos y está basada en la constancia", dijo Beitia, que sigue "con la misma ilusión y las mismas ganas" por continuar al más alto nivel.
"La vida me dio una segunda oportunidad después de los Juegos Olímpicos de Londres, en 2012, y ahora estoy disfrutando, independientemente de los resultados. Además tengo la sensación de que sigo estando ahí, de que sigo al cien por cien, y estaré hasta que el cuerpo aguante", confesó.
Para Beitia, que cumplirá 37 años el próximo 1 de abril, las medallas y el liderazgo que ejerce en el atletismo español no le suponen ninguna presión.
"Ni exigencia ni presión. Hay que seguir como hasta ahora, igual de duro. Quiero estar en finales y peleando por medallas, aunque éstas impresionan y alivian", apuntó la atleta cántabra, que ya piensa en los Juegos Olímpicos de Río.
"Mi sueño es la medalla olímpica y espero que en Río se haga realidad el único sueño que me queda", comentó Beitia, en la terminal 4 del aeropuerto de Madrid Barajas-Adolfo Suárez, tras aterrizar en un vuelo procedente de Dallas.
Finalmente, Beitia evitó entrar a valorar en profundidad la ausencia de atletas rusas en el Mundial tras la inhabilitación de la IAAF a la Federación de ese país por corrupción y dopaje masivos y la posibilidad de que tampoco acudan a los Juegos Olímpicos de Río.
"Si están o no en los Juegos, no soy quién lo tiene que decidir. Qué se han hecho las cosas mal, por supuesto, y creo que están donde tienen que estar. Lo malo es que paguen justos por pecadores, pero es cuestión de Estado", concluyó.