Aún pervive el sempiterno mantra del ganador de las elecciones, una postura que, tras haber perdido una investidura, tiene menos valor que el día en que se les ocurrió como idea fuerza tras las elecciones del 23J. Seguimos oyendo la cantinela, cansina de tanto repetida, de que Feijoo no gobierna porque no quiere, aludiendo a que no aceptaría una amnistía para llegar a ocupar la bancada azul del gobierno. Curiosa forma de actuar, que no tiene el menor tapujo a la hora de pactar con aquellos que niegan la violencia de genero, con negacionistas de las vacunas y de las autonomías.
Como las urnas no le han puesto en el sitio que él cree merecer, al parecer porque los españoles no sabemos votar o nos dejamos engañar por cualquiera, ha decidido que la calle es su mejor opción. Cuenta las manifestaciones como referéndums y los asistentes como votantes. Bueno, en esto segundo le doy la razón, porque sólo un votante del PP se prestaría a semejante brindis al sol.
Tras el discurso de Sánchez en la ejecutiva del PSOE, el clamor entre las derechas extremas y las centradas ha sido unánime. Los insultos, de tan repetidos, dejan de causar cualquier reacción, excepto vergüenza ajena. Pero, además, se ha puesto de moda una petición por parte de los votantes, seguidores y fans del partido genovés, que no es otra que la obligación, por parte del gobierno, de la convocatoria de un referéndum para que los españoles decidamos sobre la probable anmistia.
Creo que olvidan que las elecciones se celebraron el 23J, y que en ellas los españoles decidimos que no queríamos un gobierno del PP con el apoyo de la extrema derecha. Y los parlamentarios, salidos de las urnas, son los que deben decidir primero, quién será el presidente del gobierno, y después, sobre la amnistía.
En otros tiempos, no hace tanto, nadie nos preguntó sobre la subida del IVA, sobre si deberíamos entrar en una guerra, si era decente subir las pensiones 25 céntimos, si los trabajadores estábamos de acuerdo con una reforma laboral que nos asfixió, o si el Sol debe pagar impuestos. Como siempre ocurre, lo que es bueno y aceptable para la derecha, es sólo válido y aceptable para ella, mientras que para el resto es poco más que un pecado mortal.
Ya saben, los domingos, misa y manifa.
