Sí, odio el feminismo, de la misma manera y por la misma razón que odio la Carta de Derechos Humanos. Los odio por la necesidad de su existencia, porque no entiendo en qué tipo de basura flotan las escasas neuronas de aquellos contra los que hay que defenderse, poniendo negro sobre blanco, derechos que serían obvios para cualquier animal, pero no lo son para el ser humano.
El feminismo es y ser necesario mientras un curriculum sea mirado con distintos ojos según el sexo de quien lo firme, mientras una mujer no pueda volver a casa a la hora que le dé la gana sin que el miedo le inunde las venas. Es y será necesario mientras existan energúmenos que puedan gritarte que te vuelvas a tu casa a fregar, mientras un demente pueda matar a una mujer porque la sienta como suya.
Es y será imprescindible mientras un engolado politicastro de tres al cuarto se crea con la potestad de decirte cómo y cuándo puedes ser madre, mientras tu vientre sea considerado una fábrica de obreros, mientras existan techos de cristal y cargos directivos con concertinas para mujeres. Será precisa y forzosa mientras el cuerpo de una mujer sea mercancía a disposición de puteros y mafias, mientras yo me alegre de ser un zorro y ella llore porque la llaman zorra.
Su presencia será irremediable mientras el machito pueda dar un discurso sobre la mujer delante de cuatro bustos femeninos, sonrientes y mudos. Será inexcusable mientras existan otras mujeres que no entiendan que su posición, su derecho a votar, su título de universitaria, existen gracias a que otras mujeres empujaron antes para conseguirlo. Será insalvable mientras haya hombres que añoren a Hernán Cortés y a la mujer de su tiempo, que se llenen la boca hablando de feminazis, igualando un pensamiento que aboga por la igualdad con la peor y más oscura lacra que ha padecido la Humanidad en su Historia.
Sueño con el día en que el feminismo no sea preciso, y que se convierta en una herramienta del pasado, inútil e innecesaria. Mientras tanto, piensa en por qué protestan. Y si no eres capaz de comprender por qué la gente tiene que salir a la calle a gritar por los derechos de la mujer, justamente ahí has encontrado, sin querer, la principal razón de su existencia.
